La pandemia por el coronavirus trastocó la celebración del Día de Muertos, por lo que este año los panteones cerraron y los homenajes de los vivos a sus muertos en Ciudad Juárez se celebrarán desde casa
Karen Cano / La Verdad
Debido a las restricciones implementadas por la pandemia del COVID-19, los juarenses celebrarán a sus difuntos en casa, desde donde personas como Gabriela, Alejandra y Hazel preparan sus rituales para mantener vivo el recuerdo de sus seres amados fallecidos.
Este año honrarán a sus muertos desde el encierro impuesto por el coronavirus. No podrán visitar y adornar sus tumbas en los panteones este 1 y 2 de noviembre, debido a que desde este sábado permanecen bajo resguardo de la autoridad municipal para impedir el acceso durante la celebración del Día de Muertos.
“Año con año intentamos ir (con tiempo) al panteón, por si hay que limpiar, por si faltan flores, decorar o remarcar las letras, pero además hacemos altar… ahora que no vamos a poder ir, al menos en mi casa tendrán un lugar al cual podrán venir a visitarnos”, relató Gabriela, quien prepara ofrendas para sus cuatro abuelos muertos.
Lo que más extrañará en esta ocasión será la visita a sus tumbas en el panteón. La situación la entristece, comentó la mujer.
El panorama es más triste que en otras ocasiones por la pandemia, dijo la tanatóloga clínica Ivonne Miranda, debido a la cercanía con la realidad de la muerte, a la dificultad de despedirse de los difuntos y a ni siquiera poder realizar un servicio funerario como se acostumbra.
“De por si la pérdida de un ser querido es difícil de sobrellevar, ahora es peor por las condiciones de la pandemia. El hecho de no poder velarlo, de que no los puedan ver, no nos ayuda. Tal vez ahora no se vea como un problema, pero al futuro los será”, explicó argumentando que un duelo que no es debidamente llevado trae padecimientos como la ansiedad y la depresión.
Aunque esta situación no necesariamente es más llevadera para quienes sus seres queridos tienen más tiempo de haber fallecido, pues la especialista indicó que más allá de la tradición, para muchas personas estos rituales de visita a las tumbas y remembranza son una necesidad que les mantiene con una sensación de acompañamiento, y que este año no van a tener.
Por ejemplo, en el caso de Alejandra, lo que la tiene consternada es la imposibilidad de reunirse con su madre y su hermano, para juntos poner un altar, hacer una visita o rendir una oración para su abuelo fallecido hace 11 años.
“Desde que me casé yo pongo mi altar en casa, pero luego íbamos mi hermano y yo con mi mamá a ayudarle a poner el suyo, también íbamos al panteón, ella se acostaba o sentaba en la tumba de mi abuelito y ahí la dejábamos un rato. Ahora ni siquiera vamos a poder ir”, dijo.
Aunque sabe que de cualquier modo la fecha no pasará desapercibida, en su interior queda una sensación de vacío, que describe como la creencia de que su abuelo, desde un “más allá”, va a sentirse olvidado por su familia.
Una burla a lo que se teme
En relación con el aspecto cultural y social de esta celebración a la memoria en vida de los muertos, la antropóloga e historiadora Karina Reza, sintetiza la historia como un sincretismo de festividades paganas celtas con elementos europeos y elementos aztecas, que nos hemos apropiado y resignificado a la usanza mexicana.
“Cuando los españoles llegaron a México y hubo este choque cultural, una de las celebraciones que no les gustaron fue el ritual que hacían los aztecas a la Señora del Mictlán, Mictecacíhuatl, a la cual incluso le ofrecían cráneos humanos”, relató.
Esta se realizaba en agosto, pero en un intento por transformar eso que les parecía una burla a la muerte, decidieron recorrerla a la fecha de conmemoración de los Fieles Difuntos, la cual es una celebración religiosa que tiene su origen en la fiesta de Samhein, la cual es una fiesta pagana de los Celtas que también da origen al Halloween.
Para Reza, esto pone en evidencia el movimiento migrante y la huella que los movimientos humanos van dejando.
Recordó que, en esta región, debido a la cercanía con Estados Unidos es más común la conmemoración del también llamado Día de Brujas; pero debido a la exposición que el Día de Muertos ha tenido últimamente fuera del país, como por ejemplo con la película animada “Coco”, su popularidad ha aumentado.
Aunque consideró a esta clase de rituales, que para muchos son una simple burla a la muerte, son una clase de careta de los seres humanos, quienes saben que lo único seguro que tienen es la muerte y le temen.
Economía pega a tradiciones
Para Hazel, quien ha puesto un altar cada año de manera ininterrumpida desde el 2012, esta vez la dificultad principal es la cuestión de no haberse podido preparar con tiempo debido a cuestiones económicas.
“Hacer un altar conlleva a un gasto grande, que de repente me cuestioné si podía hacerlo debido a como están las cosas. He decidido poner algo más pequeño”, relató.
Dijo que más allá del simbolismo cultural e incluso de la estética que los altares de muerto representan, ella ve en las ofrendas también una especie de agradecimiento.
“Es que yo soy incluso de las personas que tienen un problema e invoco a mi abuela. Es como hasta agradecerle la ayuda que siento que me da”, compartió.
Aunque su altar no es exclusivamente para ella, sino que en él reúne a toda su familia, amistades y hasta las mascotas que ha perdido. Relató que el primer altar lo hizo en el 2012, y que sin que esto fuera una costumbre previa, o sin verse comprometida por cuestiones religiosas, sintió una necesidad de hacerlo.
“Me acuerdo que compré calaveras grandes, medianas y pequeñas. Las grandes representaban a mis abuelos, las medianas a mis amigos, y las pequeñas a mis mascotas que para mí siempre han sido muy importantes”, relató.
Luego, en el 2015, tras el fallecimiento de su madre, el altar se volvió algo infaltable para estas fechas. Comentó que incluso busca ponerle su toque personal con cosas que ella considera deberían de estar ahí, aunque según la tradición y los expertos en realizar estas ofrendas, no deberían estar en el altar.
Este año, otro impedimento que ha encontrado es la falta de proveedores de insumos como flores de cempasúchil, o veladoras, o algunas frutas típicas como las cañas de azúcar.
“Siento que va a pasar desapercibido porque no pude prepararme con tiempo, pero al mismo tiempo no, porque estoy pensando en eso y si me siento un poco triste”, contó.
Síndrome del aniversario
La tanatóloga explica que todas estas emociones descritas por Gabriela, Alejandra y Hazel podrían ser consideradas como parte de un Síndrome de Aniversario, el cual consiste en una oleada de tristeza que invade a los dolientes siempre que se acerca el aniversario de la pérdida o una celebración donde se recuerda a los muertos.
“Le llamamos Síndrome de Aniversario a las fechas importantes, sobre todo cuando van a cumplir años de fallecidos, o en el día de muertos que también es una fecha muy simbólica. Las personas en automático entran en esta oleada de tristeza”, explicó.
Lo anterior, porque incluso de manera inconsciente, es en estas fechas simbólicas cuando contactan con la realidad de la pérdida del ser querido y de la muerte en sí.
Es por eso que no solo las personas con víctimas de COVID-19 o de cualquier otro padecimiento e incidente en fechas recientes se encuentran con esa sensación de depresión y nostalgia explicó.
“Lo ideal es que la persona sobrelleve su duelo, que llegue a la etapa de aceptación, y siempre se necesita ayuda, dejarlo al tiempo no siempre es recomendable”, dijo.
Comentó que incluso años atrás había más elementos que permitían a las personas superar mejor la muerte de los seres amados, pues existían costumbres como amortajarles en casa y velarles ahí incluso por varios días y hasta en la noche.
“Todas estas cosas son una despedida y ayudan, hasta llevaban lutos por un año o más, parece exagerado, pero si ayudaban; ahora todo es muy diferente”, afirmó.
En este contexto, agregó que las afectaciones emocionales en quienes este año no van a poder ir al panteón, son lógicas y deben tomarse en serio.
Consideró que aquellas personas que sienten tristeza por no poder acudir a visitar los restos de sus seres queridos pueden realizar pequeños rituales en casa, como el reunirse con quienes vivan y revisar fotos viejas, contarse anécdotas sobre la persona a la que se extraña.
Lo del altar, dijo, también es una opción, al final todo ritual ayuda, y depende de con lo que la persona se sienta cómoda y sus creencias.
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