La lluvia dio un respiro en Tabasco pero las crecidas de los ríos inundaron la planicie. Cientos de familias desalojaron sus viviendas, unos acamparon en las carreteras mientras otros arreaban a sus vacas. Más de 141 mil personas han resultado afectadas en la entidad por las lluvias
Texto: Carlos Marí / Pie de Página
Centro, Tabasco– El sábado 7 de noviembre era finalmente un día despejado y soleado, después de una semana de torrenciales lluvias en la mayor parte de Tabasco, pero, como si se tratara del caudal de una presa desatada, las aguas de cuatro ríos de la serranía de Chiapas, Pichucalco, Oxolotán, de la Sierra y Puxcatán, se derramaron en la planicie tabasqueña e inundaron las casas de miles de familias.
Ese día, las aguas impactaron primero, por la madrugada, a la cabecera municipal Jalapa y una decena de poblados, y en menos de 24 horas, la cabecera municipal de Macuspana y una veintena de localidades del municipio de Centro, donde la mayoría de ellas resienten este tipo de desastre por tercera ocasión en menos de 15 años.
La creciente que ocasionó más daños es la del río Viejo Mezcalapa, que ya había desbordado en algunos tramos, desde días antes por el paso de los frentes fríos 4 y 9, pero que creció nuevamente con el ingreso de las aguas del Río de la Sierra y Pichucalco, y ahora dejó mucho más damnificados, en su mayoría gente pobre del campo.
“El agua nos empezó a llegar desde el jueves, pero ya lo fuerte nos vino desde las tres de la mañana de este domingo, y vemos que no cesa. Hemos perdido muebles y las camas, afortunadamente sí las pudimos salvar, pero perdimos también animales de traspatio, unos pollos y unos cerditos que se nos ahogaron“, comenta José David Jiménez Hernández, un joven quien uno a uno saca a sus familiares en una tina de plástico que improvisó como embarcación.
José David dice que al vivir a orillas del río Viejo Mezcalapa le ha tocado en tres ocasiones “irse al agua”, pues con anterioridad ya se ha inundado en los años 2008 y 2010.
A lo largo de las localidades de Ixtacomitán, primera, segunda, tercera y cuarta sección, Boquerón primera y segunda sección, que están en un radio de 10 kilómetros de la capital, cientos de familias desalojan sus viviendas, unos acampan en las carreteras, otros arrean a sus vacas, otros acuden albergues, como son los de ermitas o escuelas primarias.
“En la noche, subió bastante el agua, había gente que había estado aguantando en sus casas, pero ahora sí todos están saliendo, por lo que estamos evacuando a toda la gente de Boquerón; estamos hablando de 300 familias.
“Tenemos gente en la escuela Benito Juárez y en la Iglesia San José de Padúa, y en la otra primaria, había un albergue, pero ya se nos fue al agua, por lo que estamos ya viendo si nos vamos a otra Iglesia. Aquí entre vecinos nos estamos ayudando y estamos ya a la espera del Ejército que, según entiendo, nos traen colchonetas y alimentos”, relató Olga Beatríz García Ruiz, delegada de la ranchería Boquerón.
Olga Navarro Martínez, una de las damnificadas, explica que el Viejo Mezcalapa ocasionó que un puente colgante, que hay en una de sus ramificaciones, ahora esté a 5 metros bajo el agua, por lo que 23 familias ahora no pueden regresar a recoger sus pertenencias, luego de que fueron evacuados por elementos de la Marina. “Somos personas de bajos recursos que vivimos del plátano y del maíz, pero todo eso ya se fue al agua”, lamenta.
Mientras tanto, en Macuspana, hay miles de familias damnificadas por la creciente del río Puxcatan, que ocasionó que el espejo de agua alcanzara medio metro a lo largo de la avenida de entrada a esa ciudad.
“Hay colonias afectadas, porque entró a la ciudad el agua, como El Castaño o la Luis Donaldo Colosio, y ahí, lo único que se puede hacer es que baje el agua, porque no se puede echar al río, porque se regresaría”, advirtió el gobernador Adán Augusto López.
Anoche en el malecón Carlos A. Madrazo que está en las inmediaciones del centro de Villahermosa, el río continuaba en ascenso, por lo que militares intensificaron sus labores de colocación de hileras de costales rellenos de arena.
El tráfico vehicular en el malecón fue cerrado desde la mañana del sábado y en la periferia de Villahermosa, suman un total de 19, en su mayoría porque hay vados que dificultan el tráfico.
Apenas el viernes, Tapijulapa, conocido como un pueblo mágico enclavado en la serranía tabasqueña, había sufrido el embate del río Oxolotán, cuyas aguas alcanzaron hasta con dos metros de agua de altura entre las casas. Ni las inundaciones del 2007 y del 2010, habían alcanzado tal impacto ahí.
Era, entonces, una avalancha de agua que se dejaba venir desde ese pueblo serrano, por un lado, y por otros dos frentes, en paralelo, otras dos, desde las zonas de Pichucalco y Salto de Agua, Chiapas, como un presagio de un desastre que, finalmente, se concretó entre sábado y domingo, días en los que no llovió en la mayor parte de Tabasco.
Esta inundación, sin embargo, era difícil de estimar, sobre todo cuando la principal escenario de preocupación para el presidente Andrés Manuel López Obrador era una mayor inundación por el desfogue de la presa de Peñitas, localizada en el norte de Chiapas, que por las lluvias en esa zona, estaba saturada y por lo tanto, era necesario desfogarla 2 mil 100 metros cúbicos por segundo.
López Obrador, incluso, suspendió su gira que realizaba por Nayarit y decidió venir a su estado natal para apoyar el gobernador Adán Augusto López, ante el escenario de inundación en los municipios de Cunduacán, Jalpa y Nacajuca, que ocasionaría el desfogue de la presa, porque había el riesgo de que se rompiera, pero, admitió, que al evaluar la situación con los técnicos de Conagua y la CFE, se concluyó que en cuestión de horas el riesgo disminuyó porque el tiempo había mejorado.
“Ha dejado de llover en la zona de Peñitas, ya el ingreso de agua es menor y por lo mismo se está ya reduciendo el volumen de esfogue de la presa. Llegó a estar hasta en 2 mil metros cúbicos por segundo y en el último reporte que tenemos ya disminuyó considerablemente, a mil 800”, comentó López Obrador en una conferencia de prensa.
El desfogue, finalmente, ocasionó daños a poblaciones rurales de los municipios de Cunduacán y Jalpa de Méndez, por lo que, junto los estragos de las crecientes de los ríos que provienen sin control de presa, hay hasta el momento, más de 25 mil familias afectadas, según un primer reporte que difundió el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, en un mensaje que dirigió a sus paisanos, desde el Puente Solidaridad, que atraviesa el río Grijalva.
Anoche en el malecón Carlos A. Madrazo que está en las inmediaciones del centro de Villahermosa, el río continuaba en ascenso, por lo que militares intensificaron sus labores de colocación de hileras de costales rellenos de arena.
El tráfico vehicular en el malecón fue cerrado desde la mañana del sábado y en la periferia de Villahermosa, suman un total de 19, en su mayoría porque hay vados que dificultan el tráfico.
Apenas el viernes, Tapijulapa, conocido como un pueblo mágico enclavado en la serranía tabasqueña, había sufrido el embate del río Oxolotán, cuyas aguas alcanzaron hasta con dos metros de agua de altura entre las casas. Ni las inundaciones del 2007 y del 2010, habían alcanzado tal impacto ahí.
Era, entonces, una avalancha de agua que se dejaba venir desde ese pueblo serrano, por un lado, y por otros dos frentes, en paralelo, otras dos, desde las zonas de Pichucalco y Salto de Agua, Chiapas, como un presagio de un desastre que, finalmente, se concretó entre sábado y domingo, días en los que no llovió en la mayor parte de Tabasco.
Esta inundación, sin embargo, era difícil de estimar, sobre todo cuando la principal escenario de preocupación para el presidente Andrés Manuel López Obrador era una mayor inundación por el desfogue de la presa de Peñitas, localizada en el norte de Chiapas, que por las lluvias en esa zona, estaba saturada y por lo tanto, era necesario desfogarla 2 mil 100 metros cúbicos por segundo.
López Obrador, incluso, suspendió su gira que realizaba por Nayarit y decidió venir a su estado natal para apoyar el gobernador Adán Augusto López, ante el escenario de inundación en los municipios de Cunduacán, Jalpa y Nacajuca, que ocasionaría el desfogue de la presa, porque había el riesgo de que se rompiera, pero, admitió, que al evaluar la situación con los técnicos de Conagua y la CFE, se concluyó que en cuestión de horas el riesgo disminuyó porque el tiempo había mejorado.
“Ha dejado de llover en la zona de Peñitas, ya el ingreso de agua es menor y por lo mismo se está ya reduciendo el volumen de esfogue de la presa. Llegó a estar hasta en 2 mil metros cúbicos por segundo y en el último reporte que tenemos ya disminuyó considerablemente, a mil 800”, comentó López Obrador en una conferencia de prensa.
El desfogue, finalmente, ocasionó daños a poblaciones rurales de los municipios de Cunduacán y Jalpa de Méndez, por lo que, junto los estragos de las crecientes de los ríos que provienen sin control de presa, hay hasta el momento, más de 25 mil familias afectadas, según un primer reporte que difundió el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, en un mensaje que dirigió a sus paisanos, desde el Puente Solidaridad, que atraviesa el río Grijalva.
Al filo de las 8:30 de la mañana del domingo, el mandatario reportó que la cifra de personas en refugios temporales era de 7 mil 278 y pidió la confianza de los damnificados de que serán atendidos, a través de los planes DN-III y Marina.
“Estamos pidiéndole a la gente que siga refugiada en albergues, no les va a faltar la comida, no les va a faltar lo indispensable y lo que hemos manejado como criterio, lo material se repone, lo que hay que cuidar es la vida”, dijo.
Para entonces, López Obrador informó que la cifra de personas fallecidas, a partir de que se desató el frente frío número 9, era de cinco, entre ellas un señor mayor de edad que se ahogó junto con su nieto, al voltearse un cayuco.
También señaló que en Peñitas recién se había está bajando su nivel, por lo que la extracción de agua se redujo a mil 600 metros cúbicos por segundo, pero el riesgo aún continuaría en comunidades de los municipios de Cunduacán, Jalpa y Nacajuca, que atraviesa el río Samaria, uno de los que recibe las aguas de la presa.
Por separado, la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, reportó que la cifra de personas afectadas por las inundaciones ascendió a 141 mil.
Mientras tanto, el compás de espera aún está latente para las comunidades rurales de los municipios de Cunduacán, Jalpa y Nacajuca, en este último habitado en su mayoría por indígenas chontales.
“Espero que no tengamos más pérdidas humanas. Que la gente pueda salir y evacuar en las rutas que ya están definidas por Protección Civil, el Ejército, la Marina, la Guardia Nacional y Seguridad Pública del estado”, dijo el gobernador Adán Augusto López.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.