Bodas frustradas, viajes cancelados, estudios suspendidos, negocios quebrados, amigos que no pudimos conocer. Palabras nuevas en nuestro vocabulario cotidiano: pandemia, antígenos, patógeno, inmunidad, carga viral, ARN mensajero. Son los saldos que ha dejado un microscópico virus que pasó como una tormenta a sacudir, barrer y borrar nuestros planes de vida
Textos: Andro Aguilar, Daniela Rea, Duilio Rodríguez, José Ignacio De Alba, Isabel Briseño, Lydiette Carrión, María Ruíz y Vania Pigeonutt / Pie de Página
Fotos: Cortesías
“El futuro es un volado”
Por: José Ignacio De Alba
A mediados del 2019, Jorge De Alba dejó un buen trabajo para estudiar una maestría en China. También dejó a su familia y amigos y se fue con sus ahorros al otro lado del mundo, para estudiar negocios. Tenía 31 años. El 2020 inició con lo que parecía un sueño realizado: tenía una novia -estudiante de la misma universidad- y un montón de nuevos amigos. Cuando hablaba a su país, advertía su felicidad: “yo creo que nunca voy a volver a México”.
Pero en un par de meses todo cambió. Las noticias sobre un nuevo virus al sur del país -el estudiaba en Harbin,una ciudad al norte de China- provocaban zozobra. La universidad cerró y Jorge fue obligado a abandonar el país. Todavía no lo cree:
“Dejé una forma de vida en México por ese proyecto. Así que ha sido muy desalentador volver en una situación así”
En México, Jorge intentó volver a su antiguo trabajo, pero se encontró que la empresa estaba recortando plazas, debido a la crisis económica derivada de la pandemia. Él continuó sus clases en línea “No sabemos cuándo vamos a regresar a la supuesta normalidad en que vivíamos, es una incertidumbre lo que va pasar. Yo no sé si voy a acabar la maestría en línea o allá, como lo tenía pensado”.
-¿Te has adaptado a llevar tu vida en México?,
-Si te soy sincero, todavía no me adapto.
Estudiar chino en China, cuenta, le resultaba más fácil por la interacción con sus compañeros y su novia, que tuvo que dejar. Ahora, estudiar se convirtió en un acto muy solitario, para el que necesita mucha disciplina.
“Me siento muy desmotivado con el tema de la maestría y con el idioma, ahora me parece que el futuro es un volado. Esto va para largo plazo, lo que me queda es seguir estudiando en línea. Por lo pronto, no tengo expectativas ni siquiera a corto plazo”
De DJs a chefs
Por: María Ruiz
“Desde finales del año pasado, casi diciembre, me despidieron del trabajo. La empresa quebró y recortaron personal. Por esto empecé a solventar mi vida con tocadas. Tocaba al menos cada 15 días. Entonces me ofrecieron una beca en una universidad de Argentina. Vendí mis muebles, vendí todo lo de mi departamento. Me iba en mayo, pero la pandemia empezó en marzo. Me cancelaron vuelo, estancia. La universidad hizo todo en línea. Lo cancelé. No quería tomar una maestría en línea. Después de perder el trabajo era mi ilusión estudiar de manera presencial en Argentina”.
“Mi único apoyo económico eran las tocadas. Pero se empezaron a cerrar bares, clubes, las tocadas se cancelaron, evidentemente ya no había fiestas. Para mi, para muchos que estamos en la escena fue un golpe muy duro. Aunque no todas vivimos al cien de eso, es un fuerte apoyo económico, sobre todo para las que más se están desarrollando o que ya son productoras, que dedican su vida a presentarse, a tocar. Muchas de ellas tuvieron que ver otras posibilidades para sacar dinero: clases particulares o en línea. Otras definitivamente se metieron a otra cosa distinta, a preparar todo tipo de comida y hacer envíos a domicilio. Muchos en la escena están haciendo eso y les ha ayudado a solventar sus gastos. No conozco a uno solo que no la esté pasando súper mal. Sobre todo para los que tenían esa independencia de vivir solos, de rentar. Han tenido que regresar a casa de sus padres, como yo”.
“Este año tuve dos fiestas privadas con veinte personas. Me arriesgué mucho, tuve miedo pero también necesitaba ese extra y dije bueno, lo tomo. Me fui a León con algunas de las chicas de WOMXN, la colectiva de DJS de la que soy parte. También toqué en una fiesta privada en Morelos para PERVERT, la comunidad de fiestas queer. Muchos de los que siguen tratando de vivir de esto tienen que recurrir a este tipo de fiestas privadas, muchas veces clandestinas para tener un poco de dinero. Por mucho que vayas protegida vas con el riesgo de contagiarte porque no sabes ni quién tocó la cabina. Incluso en el transporte, muchos no tenemos coche propio, nos movemos a las fiestas o lugares en transporte público, en autobuses, en el metro. El riesgo está y ha estado pero como sea la hemos librado un poco. No te puedo decir que todos pero en mi caso ahí voy”.
Natalia Treviño, conocida como DJ NHAT, es fundadora de la colectiva WOMXN. En julio consiguió un trabajo estable y ahora trabaja de manera remota desde la casa de su madre en Cuernavaca . No es un trabajo de DJ pero le permite tener independencia económica y ahorrar. Nos recomienda probar la comida de La Tradicional y de La cochinita del tío Fig para apoyar a la escena mexicana de Djs durante esta pandemia.
Boda sin invitados
Por: Duilio Rodríguez
Hace un año, Fluorina, su novia, viajó a México desde Suiza y fueron unos días a Oaxaca. Ahí decidieron casarse. Kau avisó a su madre sus planes de matrimonio, llevó a su novia a conocerla a su pueblo, en la costa chica de Guerrero. Y definieron la fecha: diciembre de 2020. Kau y su novia pensaron en hacer dos fiestas, una en la ciudad de México donde estuvieran los amigos y compañeros de trabajo y la otra fiesta en Cuanacaxtitlán, Cuana, su pueblo natal, para estar con su familia. Pero todo cambió con la pandemia y por la emergencia sanitaria ninguna de las dos fiestas se pudo realizar. La de la Ciudad de México estaba prevista para el 19 de diciembre. Como la ciudad estaba en semáforo naranja los novios planearon tener un festejo sobrio, con apenas 20 invitados divididos en dos días. Pero el 18 de diciembre, la ciudad entró en semáforo rojo, lo que obliga a los restaurantes a vender sólo comida para llevar. Ya con sus ajuares listos, solo les quedó cambiar de sede y festejar, con tres compañeros, en una casa particular. Finalmente, Kau se casó en Acapulco, Guerrero, sin la presencia de su mamá.
“Me rompe el corazón ver que extraña a su escuelita”
Por: Lydiette Carrión
De lo que yo sigo sin reponerme es de la escuela en línea. Mi hijo cumplirá 5 años en enero. Desde marzo no asiste a la escuela presencial. Cada día, de lunes a viernes nos sentamos a preescolar 2; está aprendiendo a leer y escribir de este modo. Ha tenido momentos bellos. Cuando logró conectar con él como mamá y asistente de la maestra. Pero por lo general me rompe el corazón ver la manera en que extraña a sus amigos y su escuelita.
“Siento que no tengo amigas”
Por Daniela Rea
Inés, de seis años, apagó el micrófono y la cámara de su zoom y se puso a llorar. “Me siento muy sola mamá, siento que no tengo amigas”, dijo.
Estaba tomando una de sus primeras clases de primero de primaria. De la emoción de una nueva escuela, de sentir que “ya era mayor” por ingresar a la primaria, de conocer y hacer nuevas amigas, de esa emoción que sentía meses atrás mientras visitaba escuelas con sus papás para elegir una,quedaba casi nada: una pantalla con una maestra hablando hacia ella y sus compañeros, con micrófonos silenciados, sin posibilidad de relacionarse o platicar con las otras caritas que asomaban en la pantalla.
Adaptarse estaba siendo difícil para ella, su mamá y papá. Primero fue encontrar un lugar en el departamento. Comenzó tomando clases en la sala, pero la distraía el ruido de la cocina y de las juntas de su mamá; luego se fue a su cuarto, pero su hermana menor la interrumpía constantemente para que jugara con ella. Finalmente se instaló en el cuarto de sus papás donde, también constantemente, tiene que apagar la cámara para que ellos se cambien de ropa.
Luego fue entender el ritmo de la educación virtual. En los primeros cuatro meses, los horarios de las clases cambiaban, pues la maestra y directivos intentaban encontrar una fórmula que les permitiese mantener la atención: clases de una hora, de 40 minutos con 20 minutos de recreo; clases de 40 minutos con 20 minutos de convivio en la pantalla. Lo que fuera necesario para aprender y relacionarse con sus compañeres.
Luego fue mantener la atención. La maestra a veces se disfrazaba, otras veces les permitía dibujar en la pantalla, les hacía jugar a las escondidas o a “el rey pide”: una escoba, un zapato de su mamá, una caja de cereal. La maestra se dio cuenta que Inés se distraía porque no entendía los ejercicios de matemáticas, apagaba la pantalla y se iba a jugar con su perro así que ofreció conectarse media hora antes con ella para actualizarla. Ofrecía esa ayuda a costa de su propio tiempo y las necesidades de su propia hija, que también tomaba clases en casa.
El día que Inés apagó la pantalla y se puso a llorar por soledad, su mamá escribió un mensaje al grupo de whatsapp: casi todos ahí eran desconocidos por ser un grupo de nuevo ingreso, pero les contó lo sucedido. Las mamás y papás acordaron entonces reunirse en un parque para que los niños se conocieran en persona; luego acordaron reunirse un día a la semana. Luego dos.
Para fin de año la maestra organizó un intercambio entre estudiantes. A Inés le tocó su compañera Sara y junto con el peluche le mandó una carta: “Esta puede ser una oportunidad para que Sara sea mi amiga”, le dijo a su mamá.
Poco a poco maestras y madres y padres y niñes intentan construir una comunidad que les acoja, que pueda subsanar lo más posible el impacto emocional y de aprendizaje que pueda tener en ellos el aislamiento y la falta de convivio.
En México la SEP estimó que un 10 por ciento de estudiantes de primaria y secundaria, )esto es 2.5 millones), dejaron la escuela -parcial o definitivamente- como consecuencia del cierre de clases presenciales por la emergencia sanitaria de covid-19. A ese impacto debe sumarse el incremento de la brecha de aprendizaje que habrá en quienes no tengan herramientas para conectarse a sus clases en línea o que, aún con clases, no haya el seguimiento necesario por parte de maestros y directivos.
“No aguantaría toda la secundaria así”
Por Andro Aguilar
El principal propósito de Enid cuando inició el 2020 era cerrar la primaria con buenas calificaciones para ingresar a la secundaria que quería. Pero sus expectativas cambiaron cuando el coronavirus acaparó todo. El año se fue transformando y comenzó a ser a distancia. Ella, de 12 años, empezó a resentir el peso de las tareas en línea.
“Me emocionaba el hecho de pasar a la secundaria, porque conocería nuevas personas, nuevos amigos y maestras. Ha sido un poco triste. No pude conocer a mis compañeros y maestros. A mí se me dificulta un poco estudiar en casa, porque sí tengo la computadora pero me cansa mucho. Tengo que estar varias horas editando PDFs, documentos de Google. Me tardo mucho haciendo mis tareas. Casi siempre estoy en la computadora, desde la mañana hasta la noche”.
“No creo que aguantaría la secundaria así, porque la verdad no somos tan sociables. Lo que me gustaba de la escuela era que había momentos donde convivíamos, y pues ahorita no. Nada más es hacer trabajo, trabajo, tarea, y entregar. No es tan divertido”.
Fue un año un poco pesado porque en mi escuela nos daban muchas tareas para no atrasarnos. Y también fue triste, porque no pude conocer tanto a mis compañeros y no poder salir. No pude reunirme con mis familiares en Navidad, sólo lo pude hacer con mis papás y mi hermano. Si me reunía con mis abuelitos y mis tíos íbamos a ponernos en riesgo, porque ya estamos otra vez en semáforo rojo. Fue un año pesado y un poco triste”.
“Extraño todo de él”
Por: Isabel Briseño
Durante todo el año, los integrantes de la familia Dorado Padrón trabajan arduamente, incluso en cumpleaños y en fechas como la Navidad y el Año Nuevo. En sus fotos se ven trabajando, rodeados por todos sus clientes en la plaza Pino Suárez y Plaza del Nuevo Volador.
Pero este 2020 año cambió todo. Primero tuvieron que parar sus ventas porque la plaza cerró en la Jornada Nacional de Sana Distancia. Perdieron las temporadas más fuertes de venta: las de los útiles escolares y la de Navidad. Sus ingresos bajaron a la mitad y sus trabajadores pasaron de 15 a 4.
Poco tiempo después atravesaron por la pérdida de Ángel Dorado, esposo y padre de esta familia, Al duelo se le sumó el enojo, pues les entregaron un cuerpo equivocado y solo pudieron recuperarlo en cenizas después de manifestarse en el Hospital General-
“Yo extraño todo de él”, dice Teresa Padrón, su esposa. “Fue mi compañero durante muchos años, pasábamos todo el día juntos en el trabajo, un día hasta me llevó mariachi al puesto. Era muy alegre y muy amiguero; en el trabajo se transformaba, era muy enojón pero cuando llegábamos a casa nos decía: ya, olvídense del negocio, aquí ya es otra cosa”.
Bety, Alfredo y Dulce son ahora el apoyo de la señora Padrón, ahora viven juntos y siguen muy unidos.; “Extrañamos a nuestro papá, contarle nuestras cosas, cenar juntos y ver películas al llegar del trabajo”, dice Beatriz Dorado.
La familia recuerda con nostalgia cada momento compartido, mientras observa las fotos de Ángel, a quien le gustaba la salsa y la música banda, pero sobretodo salir de vacaciones en familia con su esposa e hijos.
La pérdida es irreparable. Pero conservan las enseñanzas de un hombre que les dijo que tienen que luchar y trabajar honrada y dignamente.
“Tenemos incertidumbre de lo que va a pasar el próximo año”
Por: Daniela Rea
Durante seis meses las búsquedas de personas desaparecidas en el sur de Tamaulipas fueron suspendidas por la emergencia sanitaria de coronavirus.
Graciela Pérez, integrante Colectivo Milynali Red Ciencia Forense Ciudadana, explica que año con año las familias del colectivo calendarizan búsquedas con las fiscalías Federal y Estatal, lo que considera un avance y logro de 8 años. Pero a partir de abril se suspendieron los rastreos de campos de secuestrados y fosas clandestinas.
“La pandemia afectó mucho la búsqueda de desaparecidos. Más de seis meses estuvimos parados, sin búsqueda en campo. Tuvimos paciencia y aceptamos cuidarnos para que nadie se enfermara porque las búsquedas organizadas con las fiscalías federal y estatal implicaba que la gente viajara en avión, en autobús y no queríamos que la gente se enfermara. Lo aceptamos”, dice Graciela, madre de Milinaly, desaparecida en Tamaulipas
Sin embargo, aclara, “cuando vimos que el gobierno federal hace su vida normal y sigue saliendo y haciendo eventos ¿por qué nosotros no?. Al final se decidió retomar las búsquedas, pero en la CEAV nos hicieron firmar de aceptar diligencias bajo nuestro riesgo”.
En octubre se retomaron búsquedas en el sur de Tamaulipas y se suspendieron durante la primera semana de diciembre, al entrar la entidad en semáforo naranja.
Para Graciela y su colectivo es importante mantener el seguimiento de búsquedas vinculadas a carpetas de investigación y con la participación de las fiscalías federal y local. En otros estados se realizaron búsquedas sin la participación de autoridades o con alguna autoridad local.
La pandemia hizo este año prácticamente perdido para la búsqueda en terreno. Además, dejó acéfala a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. Si bien es una autoridad federal, tuvo impacto en las comisiones locales.
“La pandemia fue un arma de doble filo, pues los funcionarios han aprovechado para dilatar el trabajo de coordinación y búsqueda. No vamos a dejar de buscar porque es nuestro derecho, es nuestro derecho. Tenemos incertidumbre de lo que va a pasar el próximo año”.
Lo más difícil es mantener la alegría
Por Vania Pigeonutt
En sus 23 años como payaso, Alberto Baena Flores, “Chay”, nunca había hecho tan pocos shows como este 2020: por la pandemia de covid–19, logró hacer cinco con sana distancia. Fueron cumpleaños poco concurridos, de máximo 10 niños y en espacios al aire libre.
Dice que la pandemia modificó sus ingresos, pero con lo que más ha batallado su gremio, es con no perder la alegría, una de sus herramientas de trabajo más importante.
“Todo esto nos dio en la torre, así estamos animadores, imitadores, botargueros, personas que nos dedicamos al entretenimiento”.
Su último show fue el 28 de noviembre en el municipio de Tecamac, Estado de México, en la comunidad de Reyes Acozac, a más de dos horas de la Ciudad de México. Se trasladó en su vochito, en compañía de su esposa, la payasita Pildorita. Chay, de 65 años, cobró mil 500 pesos por ese show.
A nivel nacional calcula que son más de 6 mil payasos, pero tan sólo en la Ciudad de México y el Estado, recuenta unos 400 que se quedaron sin ingresos. Algunos han colocado puestos de comida afuera de sus casas, han buscado apoyos, por ejemplo un tortillero les vende de 15 a 11 pesos el kilo. “Es una gran ayuda porque a veces hay compañeros que ni esos 11 pesos para sus tortillas completan”.
Sólo dos veces, el gobierno que dirige Claudia Sheimbaum les apoyó con 3 mil pesos en dos exhibiciones, pero lo manejaron como seguro de desempleo.
Dice que otro año así no resistiría. No sólo es la carestía económica, que realmente ha padecido, sino la actividad misma que los mantenía con energía. “Hay un payaso que pone en su face que lo inviten a dar show, aunque no le paguen. Eso es nuestro motor”.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.