La actividad de los trabajadores informales entre Ciudad Juárez y El Paso está en riesgo, los ciudadanos mexicanos no han podido cruzar la frontera para realizar las labores con las que hasta hace un año sostenían una economía informal crucial para ambos lados de la frontera
Angela Kocherga / KTEP Public Radio
El Paso, Texas –A un año del cierre de la frontera estadounidense a todo viaje que no sea esencial, la pandemia por COVID-19 exhibe la trascendencia de una economía informal que muchos fronterizos luchan por mantener, adaptada a una nueva realidad.
“Rápido tratamos de correr para determinar qué hacer”, dijo Patricia, madre de tres hijos en El Paso. Su familia dependía de una señora de Ciudad Juárez para ayudar con el cuidado de su abuela enferma.
De otro lado de la frontera en Ciudad Juárez, Catalina dependía del ingreso que le dejaba su empleo limpiando casas en El Paso para ayudar a mantener a su familia.
“Se nos hizo muy, muy difícil”, dijo Catalina.
Las mujeres hablaron con la condición de no revelar su nombre completo por lo que su empleo no está autorizado.
Los mexicanos que cuentan con visa para cruzar la frontera pueden visitar Estados Unidos legalmente para ver a familiares y amigos, para ir de compras y disfrutar de reuniones sociales, o para ir a citas. Pero no deberían trabajar. Aun así, por generaciones se han ocupado con trabajo informal.
“Nosotros sí teníamos a una señora que venía a El Paso cada semana, de domingo a viernes, y cuidaba a mi abuela a tiempo completo, día y noche, lo cual nos ayudó mucho porque la familia entera tiene trabajo a tiempo completo, van a la escuela, muchos compromisos”, dijo Patricia.
No es la única. “Yo sí tengo a mucha gente que depende de trabajadores que vienen de México por distintas razones, sea el cuidado de una persona mayor, de niños, o limpieza de casa”, dijo Patricia.
Las mujeres de México que hacen el trabajo son un sistema de apoyo vital y costeable para las mujeres en los EE. UU. Con este apoyo pueden trabajar fuera de casa.
Esta “labor de cuidadores o trabajo de cuidar” está ocurriendo por toda la frontera entre EE. UU. y México, dijo Josiah Heyman, director del Centro de Estudios Interamericanos y Fronterizos de la Universidad de Texas en El Paso.
En realidad, la pandemia ha exhibido qué tan esenciales son los trabajadores informales y cuidadores de México para las familias en los Estados Unidos que dependen de ellos – con frecuencia son trabajadores esenciales costeables para otros que hacen trabajo esencial.
Pero forman parte de una economía oculta y la mayoría de los nacionales mexicanos que tienen visas no están permitidos entrar a los EEUU debido a las restricciones por la pandemia.
“Me parece que lo de esencial está mucho en el cristal por el que se mire. Me parece que cuando nos pongamos a ver quién era esencial, vamos a entender que es un mapa de poder muy esclarecedor”, dijo Heyman.
Los que tienen empleo relacionado con el comercio internacional están entre los trabajadores esenciales que siguen autorizados para ir y venir por la frontera.
“La ley de por sí no combina muy bien con la realidad”, comentó Heyman.
El mercado de trabajo informal carga un riesgo: los ciudadanos mexicanos podrían perder su tarjeta de cruce si los detectan haciendo trabajo sin autorización.
Por esta razón es difícil calcular esta fuerza laboral oculta, pero una encuesta realizada por la Fundación Comunitaria El Paso ofrece sugerencias sobre el posible grupo de personas, dijo Heyman, quien, con su colega Eva Moya, en la escuela de trabajo social de la UTEP, elaboraron un estudio en el 2018.
Durante los dos años anteriores, casi el 75 por ciento de los encuestados en Ciudad Juárez había visitado El Paso. Los que no visitaron, dio por explicación el impedimento de no contar con una tarjeta de cruce (visa). Entre las razones principales por las que llegan residentes de Juárez a El Paso: compras, visitas a familia y amigos, y diversión.
La encuesta no hizo la pregunta de si las personas trabajaban mientras estaban en territorio estadounidense, pero casi un 5 por ciento dijo voluntariamente que había cruzado la frontera para trabajar. Es posible que algunos fueran ciudadanos de Estados Unidos que viven en Juárez y que pueden trabajar legalmente en El Paso.
La fuerza laboral sin autorización es, sin duda, mucho mayor que los que voluntariamente reportaron que trabajan en EEUU y las autoridades pasan por alto este grupo, explicó Heyman.
“Pasa desapercibido, mayormente, ni se valora ni se reconoce”, comentó.
Pero las restricciones durante la pandemia han creado dificultades económicas para las familias de ambos lados de la frontera.
En El Paso, Patricia no tiene idea de cuándo volverá a cruzar la señora que cuidaba a su abuela. A la familia le ha costado encontrar una alternativa estable y costeable.
“Los centros de atención privados y las empresas simplemente cuestan mucho para una familia típica. El costo para contratar a alguien de una agencia de atención médica sencillamente es desorbitado, incluso para venir tan solo por tres horas. Puede variar entre $30 y $50 por hora”, contó Patricia.
Su abuela está discapacitada, tiene diabetes y requiere cuidados las 24 horas.
Catalina, la madre en Juárez, también está luchando durante el cierre de la frontera. No ha podido encontrar trabajo para reemplazar los ingresos que percibía al cruzar la frontera cuatro días a la semana para limpiar casas y hacer lavandería, mayormente para personas mayores en El Paso.
Esos ingresos ayudaban con el costo de la matrícula de sus hijos en Juárez. Su esposo trabaja a tiempo completo, pero dependían de ambos ingresos para mantener a la familia. “Ha sido muy, muy difícil”, dijo Catalina.
“Tengo amigas, mis hermanas, todas dependíamos del trabajo en El Paso, y aquí seguimos esperando”, comentó.
Una segunda opción es encontrar trabajo en una maquiladora, pero también eso se ha vuelto más difícil durante la pandemia. “No contratan a nadie mayor de 45 años”, dijo Catalina, quien tiene 50.
Mayra, de 30 años, optó por quedarse en Estados Unidos con sus tres hijos menores, quienes tienen doble nacionalidad. Pero eso implica que no ha visto a su madre ni a otros parientes en Ciudad Chihuahua por un año.
“Ahora con todo y la pandemia, no he podido ir a visitar a mi familia. Si voy, ya no puedo regresar”, explicó Mayra.
Mientras ha estado en El Paso este año, murieron una tía y un tío suyos del COVID-19 en Chihuahua. “Ha sido difícil no verlos”, dijo.
Por difícil que sea, se ha quedado en Estados Unidos para darles a sus hijos mejor vida y ha encontrado más que suficiente trabajo de limpieza de casas.
Trabaja para cinco familias. Agradecidos, sus patrones le dicen, “Ay, no, qué bueno que te encontramos. Gracias por echarnos la mano”, contó. “Yo les digo: ‘no, gracias a ustedes porque me ayudan’”.
Una tía de Mayra, de 60 años, que trabajaba en El Paso, continúa recibiendo salario de su patrón de muchos años mientras espera en Chihuahua que vuelva a abrirse la frontera.
“Qué bendición que le siguen pagando”, dijo Mayra.
También se han revelado lazos fuertes transfronterizos entre los que dependen entre sí.
“Se ha convertido en familia para nosotros”, dijo Patricia de la mujer que cuidaba a su abuela. Cada dos semanas, uno de los parientes de Patricia cruza a Juárez para llevarle a la señora víveres y artículos usados que su familia puede vender para ganarse un poco de dinero.
Uno de los patrones de Catalina en El Paso también le ayuda con enviarle efectivo regularmente. “Muy buenas personas que encontré en el camino, que Diosito me los puso ahí”, dijo, temblándole la voz.
“Tanto necesitamos a las personas y viceversa. Les extrañamos mucho”.
(María Ramos Pacheco de El Paso Matters contribuyó a este artículo.)
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Esta contenido fue producida como parte de Puente News Collaborative, una asociación binacional de organizaciones de noticias en Ciudad Juárez y El Paso, de la que forma parte La Verdad