Tenemos frente a nosotros un lamentable escenario en donde el pueblo debiera estar unido pero la principal causa de división viene desde el poder
Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
Como hace mucho no se veía, la violencia impacta y de forma grave a las campañas políticas. Asesinatos, amenazas e intimidaciones son el pan de cada día. Es común enterarse por los medios de este tipo de agresiones, en donde existen claras motivaciones políticas y nula respuesta por parte de las autoridades.
No hay que olvidar que, además, el ambiente electoral se ve ensombrecido en diversas regiones del país debido a las presiones que llevan a cabo grupos de la delincuencia organizada para tomar el control de candidaturas o impulsar a quienes les aseguren impunidad una vez electos.
Ante todo esto no hay autoridad que ponga la cara, solo una retahíla de cifras. Desde la administración federal se leen comunicados que incluyen el número de políticos y candidatos que han sido víctimas de la violencia, pero no se habla de una estrategia de contención para atender la escalada que preocupa y mucho.
El encono y la polarización se han convertido en la pista hacia donde el gobierno gusta desviar todos los asuntos de la vida pública. Vivimos en la era de la post verdad, peligrosamente alimentada por el discurso populista autoritario que fragmenta, divide y segrega.
Los otros contra nosotros, blancos contra morenos, ricos contra pobres. Una eterna dualidad que anestesia nociones de solidaridad, hermandad y compañerismo, tan necesarias en estos días de combates ideológicos inertes.
Hay quienes buscan a toda velocidad que México regrese a aquellos tiempos oscuros del partido único, programas sociales clientelares, oposición sobajada y amenazada. Pero se equivocan los pregoneros del retroceso disfrazado de transformación, olvidan la evolución cívica del pueblo mexicano, con su heroica lucha por la construcción de instituciones y ciudadanía.
La violencia que acontece es un síntoma más de todo lo que está mal, es la muestra de un país donde principalmente las mujeres están muy lejos de sentirse seguras. Tenemos frente a nosotros un lamentable escenario en donde el pueblo debiera estar unido pero la principal causa de división viene desde el poder.
La impunidad es una enfermedad que junto a la corrupción merman el desarrollo social. Cuando aquellos que cometen un delito se saben protegidos por la autoridad, la descomposición social gana terreno; mientras las denuncias continúen estrellándose en la barda del desinterés gubernamental, las cosas están lejos de cambiar.
Mientras tanto seguirá la confrontación en las calles, legítima pocas veces, otras, no tanto. Con la atomización del voto en un boleta repleta de siglas, detrás de las cuales hay un nulo arraigo ciudadano. ¿Cuál o cuáles de los partidos cree Usted que representan el verdadero interés de la gente? Tal vez la respuesta esté en que cuando les piden reducir su financiamiento, Cantinflas se queda corto con las maromas que inventan los dirigentes para no hacerlo. Al final, como dicen, prometer no empobrece, dar es lo que aniquila.
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