En un capítulo más de Medios misóginos ayudan a promover la impunidad, ¡el periódico Reforma lo vuelve a hacer! Sus editores pueden aprovechar el éxito y dedicarse, no sé, a escribir manuales y dar talleres sobre cómo hacer portadas de polémicas, que den de qué hablar y vendan, aunque en el camino promuevan descaradamente la violencia contra las mujeres
Por Celia Guerrero / Twitter: @celiawarrior
Todo es “En México el sistema de justicia no funciona y revictimiza”, “La impunidad está garantizada para los agresores”, “La justicia no vendrá de las instituciones”; hasta que les toca defender a sus ídolos o amiguis agresores. Entonces sí exigen “denuncia formal” [porque, claro, olviden el “Lo que no se nombra no existe”, les traigo una mejor idea: “Lo que no es averiguación previa iniciada no existe”]. Invocan la “presunción de inocencia” [vamos todos a esperar la resolución de un juez, de expertos ¡carajo!, alguien con autoridad que relativice la agresión y le haga entender a la víctima que la violencia vivida fue una mera percepción]. Piden que se siga un proceso INS-TI-TU-CIO-NAL, aunque esa institucionalidad no exista, sea risible y su operación, criminal. En fin [¿cómo dice la chaviza?], la hipotenusa.
En un capítulo más de Medios misóginos ayudan a promover la impunidad, ¡el periódico Reforma lo vuelve a hacer! Sus editores pueden aprovechar el éxito y dedicarse, no sé, a escribir manuales y dar talleres sobre cómo hacer portadas de polémicas, que den de qué hablar y vendan, aunque en el camino promuevan —decir que la normalizan es menor— descaradamente la violencia contra las mujeres. A estas alturas nadie comete ese tipo de “errores” en las redacciones, nosotras, las periodistas, lo sabemos.
También sabemos que lo que busca la empresa es vender [como en todo negocio, duh]. Y los empleados, pues, claramente quieren quedar bien, ser eficientes frente a los jefes y conservar su trabajo cueste lo que cueste. ¿Medirán realmente, tendrán la mínima idea de cuánto pueden llegar a costar sus “permisos creativos” que en últimas consecuencias incitan a la violencia?
Van a decir, de nuevo, que exageramos. Pero a nosotras no se nos olvida que en cada acto de violencia hay un ejercicio de poder y cuando las violencias machistas y feminicidas se relativizan no solo se comenten errores, sino que nosotras perdemos y —más importante de señalar aún— otros, los verdaderos los beneficiarios del patriarcado, siguen ganando.
Un poco de contexto: en marzo de 2020 Renato Ibarra, un futbolista del Club América, fue suspendido del equipo después de ser arrestado por intento de feminicidio y violencia en contra de su esposa embarazada de 10 meses. Desde entonces se leyó en medios que su delito era presuntamente golpear a su pareja, cuando en principio se determinó que sería vinculado a proceso por tentativa de feminicidio. ¿Cachan la maña del lenguaje en la presentación del hecho?
Luego, como suele suceder en este país, el impoluto sistema de justicia facilitó una alternativa al punitivismo: se dijo que la pareja llegó a un acuerdo y el futbolista solo fue acusado por el delito de violencia familiar, uno menor que no ameritaba reclusión. Ante la justa solución, el América que con toda su institucionalidad antes había reprobado ante el público la violencia de género y su compromiso para erradicarla, volvió a registrar a Renato para participar en el torneo Apertura 2021. El desempeño del jugador en su regreso a la cancha fue el hecho que con tanto ingenio retomó la portada de Reforma.
No me puede interesar menos el dichoso torneo y heme aquí haciendo un texto al respecto de la portada, que pa’ variar en el fondo ni siquiera informa del hecho. El único cometido que cumple, y puedo asegurar tuvo desde el inicio, es causar polémica. Y esto lo sé porque también sé que hay grupos de poder que saben [todos sabemos] lo que el discurso feminista vino a cambiar en la opinión pública [Vamos. Yo, una Igualada cualquiera, escribo esta columna de opinión que usted está leyendo, ¿pueden creerlo?]. Un chascarrillo machista, un titular burlón de un hecho de violencia feminicida ya no es bienvenido. Así, sencillo: podrán lanzarlo al mundo, pero tendrá resistencia.
Habrá quienes harán rabietas, dirán que somos una generación de cristal y se unirán para morir defendiendo un sentido del humor que ni a sentido del humor llega. Y en la cima estarán otros —los que nunca pierden— que han aprendido a aprovechar esta nueva modalidad y mundo de la progresía, pretenderán que todo es un error y solo hay que hacer unos ligeros ajustes: unas capacitaciones en perspectiva de género para la banda, protocolos y unidades de atención a la violencia de género en los medios de comunicación, más presupuesto para organizar actividades el 8 de marzo y el 25 de noviembre y el 28 de septiembre, unos foros de nuevas masculinidades y, en el fondo, la farsa.
***