Con la pandemia a cuestas los casi 200 países que forman parte de la Conferencia de las Partes se reunirán a partir de la próxima semana en Glasgow, Escocia, para tratar de salvar el planeta del desastre climático. Para la comunidad científica es la última oportunidad para que los países se responsabilicen y actúen por el mundo
Texto: Arturo Contreras y José Ignacio de Alba / Pie de Página
LONDRES, REINO UNIDO.- Alok Sharma, el director designado para la Conferencia de las Partes (COP), advirtió en un mensaje de bienvenida: “La COP no puede ser otra vez palabrerías”.
Los efectos del cambio climático han superado las expectativas de la comunidad científica, incluso empeoraron con la pandemia de covid-19.
En Reino Unido la gente se prepara, a su manera, para combatir el cambio climático. En restaurantes y anuncios publicitarios se pide a la gente concientizarse y reemplazar el cordero por las lentejas en el tradicional shepherd’s pay. Las opciones veganas se venden también como solución al cambio climático “mejor para ti y mejor para el planeta”. El gobierno de Reino Unido anuncia que para el 2030 se dejará de vender coches de combustión, aunque anuncia que impulsará el uso de coches eléctricos.
El problema es que las baterías de esos autos requieren una masiva extracción de litio. Es decir, se cambia el recurso, pero no el modelo que origina la crisis.
La alerta
El año pasado la Conferencia de las Partes no se pudo realizar debido a la pandemia, así que las expectativas de esta edición son grandes. Sobre todo, después de que el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas, puso en alerta roja al mundo, debido a que el calentamiento aceleró su ritmo de crecimiento.
Ahora, líderes de todo el mundo asistirán para intentar organizar estrategias mucho más eficaces contra el cambio climático. A Glasgow acudirán cerca de 20 mil personas, entre líderes de Estado, diplomáticos, empresarios y activistas.
Escocia, en colaboración con Italia, será el anfitrión de la COP26 que se llevará a cabo del 31 de octubre al 12 de noviembre. Una de las metas de la cumbre será que los países se comprometan no solo a cumplir la de por sí difícil meta de mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados, sino que esta meta se logre para el 2030 y no hasta el 2050, como se había planteado en los Acuerdos de París.
Desde hace 26 años los 196 países que integran la COP se han reunido para intercambiar ideas y proponer estrategias que frenen el aumento de la temperatura en el mundo. Pero los logros, hasta ahora, son apenas medibles.
Los países más ricos son también los que más contaminan el planeta: China, Estados Unidos, India, Rusia, Japón y los países de la Unión Europea. También son los que menos compromisos han hecho para desacelerar el cambio climático y suelen desdeñar la COP. Pero esta vez, incluso estos países parecen preocupados.
Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, se retiró en 2017 del Acuerdo de París, uno de los acuerdos conjuntos más ambiciosos para combatir el cambio climático. Ahora Joe Biden no solo reincorporó a Estados Unidos, sino que asistirá a Glasgow.
Paradójicamente los países más afectados por el cambio climático son los más pobres, por ejemplo, en Centroamérica y el Caribe se han triplicado los desastres naturales en las últimas tres décadas. Las sequías, las inundaciones, la pérdida de cosechas y el colapso de ecosistemas han provocado cada vez más olas migratorias.
Responsabilidades diferenciadas y compartidas
Al respecto, la postura del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es muy cercana a las propuestas que emanan del Reino Unido. La idea de imponer mayores impuestos a los multimillonarios resuena en ambas naciones a lo largo del Atlántico. Después de todo, 100 grandes empresas transnacionales son responsables de la emisión del 71 por ciento de los gases contaminantes del planeta.
Más allá de culpar a China por la gran cantidad de gases contaminantes que emite (una tercera parte del total si se dividen por emisiones nacionales), hay que recordar que el cambio climático ha sido un proceso que se empezó a gestarse hace más de 200 años, con la incorporación de los modelos de economías industrializadas, mismas que han regido el mundo desde entonces y que ha profundizado las desigualdades alrededor del globo.
Este lunes un grupo de millonarios del Reino Unido mandaron una carta abierta a Rishi Sunak, el encargado de la hacienda en este país, en la que aseguraban que no solo tenían la capacidad de pagar más impuestos, sino que estaban dispuestos a hacerlo. En Estados Unidos, el presidente Biden promueve leyes que amplían la capacidad del Estado para cobrar impuestos a los más ricos, como Elon Musk o Jeff Bezos.
La idea es que estos nuevos fondos sirvan a los gobiernos para promover programas de adaptación al cambio climático y para paliar la pobreza en países más pobres y con menores índices de “desarrollo”.
La petición que hizo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, para que Estados Unidos destine más fondos a proyectos económicos y de desarrollo sostenible en México, como el programa Sembrando Vida, retoma un poco este tipo de propuestas.
Esta mirada resonó en varias de las voces de los mandatarios latinoamericanos que asistieron a la última edición de la Cumbre de Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, de la que México fue sede en septiembre de este año.
“Todos los años construimos los mismos puentes, todos los años reconstruimos las mismas carreteras, todos los años tenemos que sufrir el embate del cambio climático, siendo la región centroamericana una de las regiones que menos gases de efecto invernadero produce, pero sí produce una gran cantidad de oxígeno al mundo a través de la reserva de nuestros bosques”, aseguró el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei.
Ese fue el tenor de las últimas comunicaciones que sostuvo el presidente López Obrador con su contraparte estadounidense, Biden, en la que solicitó más dinero a Estados Unidos para promover programas medioambientales, como lo confirmó un comunicado emitido por la Secretaría de Medio Ambiente de México en los últimos días.
“México considera de gran importancia establecer un objetivo de financiamiento climático más ambicioso, que permita a los países en desarrollo llevar a cabo acciones de adaptación de manera oportuna, así como acelerar el cumplimiento de sus compromisos climáticos”, dice un comunicado lanzado esta semana por la Secretaría de Medio Ambiente.
Desde 1995, cuando iniciaron las discusiones sobre cómo atender la crisis climática se identificaron varias estrategias. Una es que los países más desarrollados paguen por las pérdidas y los daños que sufren los países con menos ingresos en el mundo.
Por ejemplo, uno de los países que están más amenazados por los efectos del cambio climático es Bangladesh, que es responsable de emitir 0.06 por ciento del global de gases de efecto invernadero, mientras que su población es de las más pobres del planeta.
La voces de los pueblos
Defensores de territorio, sobre todo de pueblos indígenas han buscando que sus voces sean escuchadas y también participarán en esta conferencia, tanto en los espacios oficiales de la COP como en los espacios alternativos organizados por la sociedad civil.
En un comunicado, la iniciativa Defensoras de la Tierra conformada por 10 mujeres integrantes de la Red de Futuros Indígenas, anunció que, en colaboración con organizaciones de juventudes ambientalistas como Legaia, División Juvenil de Cambio Climático y Fridays for Future, llegarán a la COP con un mensaje desde el futuro para compartir con el mundo entero: “es posible detener la catástrofe climática y civilizatoria que amenaza la vida en el planeta.”
“En tiempos de pandemia,ecocidio y genocidio es urgente reconocer a los pueblos indígenas que defendemos el 80 por ciento de la biodiversidad restante en el planeta,como alternativas vivas a la crisis climática.“
Por eso, insisten, las voces de los pueblos que defienden la tierra y de las mujeres indígenas y racializadas deben estar al centro de la conversación si se busca cambiar las desigualdades estructurales que son causantes de la catástrofe climática y civilizatoria.
“Nuestra propuesta no implica grandes presupuestos ni tecnologías avanzadas, sólo la voluntad de los Estados Nación y las corporaciones para frenar el despojo que ejercen hacia nuestras comunidades y territorios. Para detener la guerra contra la Madre Tierra, es necesario poner la vida antes que el dinero.”
Un modelo intocable
En Reino Unido comenzó la carrera del mundo por industrializarse a partir de varios avances tecnológicos se moldeó una nueva forma de construir las sociedades. Los centros urbanos crecieron y los intercambios comerciales se volvieron más complejos. La riqueza y las formas de consumo cambiaron. Pero la Revolución Industrial además de una inflexión cultural fue el comienzo del desastre ambiental que vivimos hasta nuestros días.
Fue hasta 1995 que diversos países acordaron llevar a cabo estas Conferencias de las Partes, las reuniones no han tenido un impacto lo suficientemente grande. Como ha dicho Greta Thunberg, la famosa niña activista de Suecia: ninguna de estas convenciones ha logrado un cambio real en la cantidad de emisiones y la industrialización del planeta.
Hasta el momento, el mayor logro fue que hace seis años 196 países firmaron el acuerdo de París, que pretendía limitar el aumento en la temperatura del planeta a 1.5 grados centígrados.
Durante los últimos años todas las críticas ambientalistas llegan a los pies de China, el país que emite un tercio de todos los gases de efecto invernadero, sin embargo, esta nación es el origen de muchísimos artículos tecnológicos que se venden alrededor del mundo. Si usted está leyendo esto en un celular o en una computadora, lo más probable es que haya sido fabricada en ese país.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.