El bloque que se supondría quedaría conformado por PAN, PRI y PRD no ha respondido a la expectativa generada en las urnas
Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
El futuro de la alianza Va por México es, por decir lo menos, incierto y complicado. Ante este escenario, no hay nadie más “feliz, feliz, feliz” que el propio presidente de México. Es evidente que la apuesta del Ejecutivo por dividir, polarizar y confrontar ha calado hondo dentro la política nacional en beneficio del oficialismo.
El PAN vive una guerra intestina provocada por las intentonas marrulleras de su líder nacional, quien sin descaro pretende emular el estilo que usó, en su momento, Ricardo Anaya para controlar al blanquiazul, mediante cadeneros a modo y cooptando el padrón.
Por su lado, el PRI se envuelve en la bandera de un rancio heroísmo con la cual pretende limpiar la historia del partido más caciquil que ha tenido México. Para seguir andando, el tricolor necesita más que nunca del empujón del gobierno, lo que lo posiciona a ojos de Palacio Nacional como la bisagra ideal para fragmentar la alianza.
A la par camina el Sol Azteca, instituto político que vive una crisis de identidad que mucho tiene que ver con la escisión que sufrió este con el nacimiento de MORENA. El PRD se mantiene con respiración artificial, fuerza mermada y tribus hambrientas con mínimas raciones para repartir.
Gobernadores, legisladores y funcionarios de los tres partidos de la alianza opositora viven a diario la tentación que representan cargos, prebendas y presupuestos condicionados. Con el enorme margen que dan la estructura y las finanzas gubernamentales, los anzuelos llegan cada vez con mayor insistencia.
El gobierno ha torpedeado a cada uno de los institutos políticos arrebatándoles de a poco a personajes que no encontraron cabida en las filas contrarias al obradorismo.
Mientras tanto, la agenda legislativa de la alianza Va por México ha mostrado altibajos en los pasillos del Congreso de la Unión. El bloque que se supondría quedaría conformado por PAN, PRI y PRD, no ha respondido a la expectativa generada en las urnas.
En la opinión pública es difícil identificar unidad entre los opositores, prueba de ellos es la nula coordinación para posicionarse frente a la revocación de mandato. López Obrador quiere a los opositores separados y estos aún no comprenden que reunirse uno por uno con el titular de Gobernación sólo beneficia a la administración actual.
La alianza opositora no ha logrado superar los baches internos de cada partido, mismos que convenientemente son ensalzados desde el poder. Mientras sigan las pugnas individuales no habrá cabida para conformar un verdadero dique, lo que hay son solo palabras al viento de dirigencias egoístas y ensimismadas que prefieren conservar sus cotos de poder antes que salvar a México.