En autobuses que consiguieron de las autoridades mexicanas, integrantes de la caravana migrante salieron a Ciudad Juárez, Hermosillo y Monterrey con 69 visas humanitarias, de las casi 500 que solicitaban; 59 personas decidieron permanecer en la capital del país
Texto y fotos: María Ruiz / Pie de Página
Ciudad de México– Vanessa se prepara para salir, la peinan con dos chongos trenzados. Ingridth le grita desde otra esquina: “¡copiona!”, mientras maquilla sus ojos. La primera de El Salvador, la segunda de Honduras, se hicieron amigas durante su camino de Centroamérica a Estados Unidos. Un hombre les avisa que el camión a Sonora, entidad en la frontera norte de México, está por partir. Entonces comienzan las lágrimas de despedida.
La caravana migrante consiguió autobuses que les trasladan desde la noche de este miércoles a Monterrey, Hermosillo y Ciudad Juárez.
El traslado es resultado de las negociaciones
entre representantes de la caravana y organizaciones que defienden sus derechos con el Instituto Nacional de Migración, la Secretaría de Gobernación, Secretaría de Gobierno y las Comisiones de Derechos Humanos nacional y de la Ciudad de México.
La caravana fue dividida y sólo se les dio acceso a esos tres destinos. De todo el grupo 59 personas decidieron quedarse en la capital y sólo 69 personas viajan con visas humanitarias. El resto tendrá que tramitar sus tarjetas llegando a sus destinos.
Vanessa comenzó a despedirse de sus amigas, tomarse fotos, agregar a Facebook a las que todavía no tenía agregadas. Cuenta que ella no tenía amigas allá en El Salvador, sólo a sus hermanas, pero aquí, en la caravana, hizo muchas amigas.
“Conoces a mucha gente de muchos países. Conocerlas, vivir mucho tiempo con ellas, relajear, se ha sentido bien porque no te sientes sola y ahora ya no verlas, se siente feo porque cada quien toma su camino”, explica.
Mónica Dayana se fue de su casa porque su familia la rechazó y la corrieron, principalmente su padre no aceptó su identidad como mujer trans. Acá se encontró con Samantha e Ingridth. Entre ellas se cuidan:
“Nos cuidamos bastante. A veces hay hombres que se pueden pasar con nosotras pero sabemos defendernos y no nos dejamos. Necesitamos que nos respeten tal cómo somos y gracias a Dios no nos han caído malas personas en el camino. Ahorita como nos estamos separando estamos sufriendo un poco, llorando, somos como familia pero primeramente a Dios nos va a ir en el camino. Nosotras luchamos bastante para que vivamos feliz”.
Los camiones comenzaron a llenarse alrededor de las cuatro de la tarde. Por grupos y en filas fueron subiendo poco a poco. Cuando un grupo pasaba los del otro grupo les gritaban: ¡Buen camino, que dios les bendiga!”, los niños se abrazan y se palmean al pasar. Los adultos que han migrado antes saben que las despedidas son parte, sin embargo, a algunos les salen lágrimas todavía.
Integrantes de la CNDH revisaron sus papeles y anotaron los nombres de quienes no tenían ningún tipo de documentación. Los primeros en abordar fueron quienes viajan a Monterrey; los últimos, quienes tienen como destino Hermosillo. Cada camión es acompañado por agentes migratorios para evitar conflictos con retenes en el camino.
La caravana migrante llegó a la Ciudad de México el pasado 12 de diciembre después de 50 días de caminata. Policías de la capital trataron de detener a los migrantes en su intento de llegar a la Basílica de Guadalupe, pero al final, lograron llegar, rezarle a la virgen y pernoctaron durante más de una semana en la Casa del peregrino.
Por lo pronto, la próxima mesa de trabajo entre personas migrantes, organizaciones y autoridades está programada para el 17 de enero del siguiente año.
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