La mentira como forma de gobierno, la farsa, todo a medias, es un lastre que aún no se logra sacudir la actual administración
Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
El problema de tanto mentir es que cuando se llega a decir la verdad son cada vez menos los que la creen. Cuando esto ocurre con el binomio gobierno-ciudadanía la sociedad se tambalean de forma peligrosa. Inventar, tergiversar, amañar, esconder, difamar, tapar, desviar y azuzar, son solo algunas de las actividades preferidas que vemos en las conferencias mañaneras.
Porque ahora resulta que la realidad no es lo que parece si, antes, a esta, no la describe, acomoda y valida el propio presidente. Como si, por ejemplo, la catástrofe de la canasta básica, visiblemente arrasada por la inflación, no fuera un problema hasta que se le ocurra al gobierno aceptarlo en público. Hablamos de una especie de populismo de contentillo que, además, hace gala de una memoria cada vez más selectiva.
A diario los distractores, que no son pocos, hacen que se pierda luz en este y muchos otros temas, y los ciudadanos se quedan navegando a tientas, con los bolsillos agujereados, pero, eso sí, escuchando la voz oficial que justifica la crisis con una retahíla de “otros datos”.
Es cada vez más común ver cejas levantadas ante las ocurrencias que salen de Palacio Nacional. Las que llegaron a considerarse al inicio como bromas, chistes o disparates, de pronto se fueron transformando en incomprensibles y autoritarias decisiones de gobierno que han resultado demasiado costosas en todos los sentidos.
Para prueba está el Tren Maya en cuyo trazo se afectó de forma considerable a la biodiversidad del sureste. ¿Para qué tanta deforestación?, si al final resultó que el proyecto no iba a seguir la ruta marcada pues los tiempos de entrega se volvieron prioridad.
O la refinería de Dos Bocas, esa cuyos terrenos aparecen continuamente inundados; la misma que según agencias especializadas costará, nada más y nada menos, que cuarenta por ciento más de lo anunciado. ¡Vaya!, ¿qué son unos cuantos miles de millones de dólares en un país donde muchísimos mexicanos sobreviven con altos niveles de marginación y pobreza?
Queda claro que no puede haber un supuesto combate a la corrupción sin transparencia y Estado de Derecho, quien no entienda eso entonces no ha entendido nada. La mentira como forma de gobierno, la farsa, todo a medias, es un lastre que aún no se logra sacudir la actual administración.
Así es como se llegan a justificar las motivaciones de los regímenes populistas, ya sean de izquierda o de derecha, porque los hay en ambos lados del espectro: no les importa resolver nada solo mantenerse avivando el discurso de génesis y prometiendo soluciones fáciles a problemas que distan mucho de serlo.
La mentira es un signo de descomposición que acarrea grandes males. En la conducción de un gobierno, la vocación de servicio conlleva importantes responsabilidades: honradez, disciplina, entrega, profesionalismo, justicia y la defensa irrestricta de la verdad, solo por mencionar algunos de los ideales que parecen ya especies en peligro de extinción.