La defensa del territorio de la comunidad rarámuri de Baqueáchi le costó la vida al abogado Ernesto Rábago. Hoy, a 12 años de su asesinato, siguen exigiendo justicia.
Texto y fotografías por Raúl Fernando / Raíchali
Chihuahua- A doce años del asesinato del abogado y defensor de comunidades indígenas Ernesto Rábago Martínez, en pleno centro de la ciudad de Chihuahua, organizaciones de la sociedad civil y miembros comunidades rarámuri protestaron frente el Palacio de Gobierno para exigir justicia para un crimen que sigue impune.
“Son con esta la cuarta administración gubernamental, cuatro administraciones de gobierno que no han hecho nada” dijo Estela Ángeles Mondragón, viuda de Ernesto e integrante de la asociación civil Bowerasa, dedicada a la defensa del territorio rarámuri. “Nosotros entregamos en aquel tiempo, en el 2010, todos los elementos para que pudieran hacer una investigación seria”.
El abogado Rábago Martínez fue asesinado en el despacho de la organización Bowerasa, a tan sólo cuatro cuadras del Palacio de Gobierno, el 1 de marzo de 2010, durante los últimos meses del gobierno de José Reyes Baeza Terrazas.
Desde entonces, cada año realizan una manifestación frente al palacio, ante las autoridades de cuatro administraciones gubernamentales que han tachado de insensibles, incluyendo las de Reyes Baeza, César Duarte, Javier Corral y Maru Campos.
Ángeles Mondragón explicó que en agosto de 2021 se hizo en el despacho de Bowerasa una nueva reconstrucción de los hechos, ya que once años antes la escena había sido alterada.
“Los que estuvieron todo movieron, porque yo vi la reconstrucción de hechos que no estaba como cuando lo encontré ahí sentado en el sillón de la sala”, dijo.
La organización Bowerasa y las comunidades a las que representa sostiene que el asesinato está relacionado con las actividades de Rábago de defensa del territorio. En 2009 el despacho fue atacado con una bomba molotov y en 2010 la hija de Ernesto y Estela sufrió un atentado.
Desde hace más de un siglo la comunidad rarámuri de Baqueachi, en el municipio de Carichí, se disputa el territorio de una familia de terratenientes. Después del asesinato de Ernesto, y en parte gracias a su trabajo, en 2016 esta comunidad pudo recuperar cerca de 21 mil hectáreas de su territorio ancestral.
Una sentencia próxima a ejecutarse le devolvería otras 500 hectáreas a la comunidad, actualmente en posesión de los herederos de Raymundo Romero Caro.
“Después de 12 años aquí seguimos y nosotros, así como los rarámuri tardaron 100 años para recuperar su territorio, nosotros decimos que hasta que el onorúame nos tenga en esta tierra, vamos a estar aquí recordándoles que la justicia no la debemos mendigar”, dijo Estela.
La defensora Ángeles Mondragón se mostró escéptica ante la nueva administración de la gobernadora Maru Campos. “Yo digo que le concedamos el beneficio de la duda. Esperemos que por lo menos haga algo”, dijo.
Durante la ceremonia también estuvieron presentes los hermanos de Ernesto, quienes dieron un mensaje de agradecimiento a las personas asistentes y se unieron a la exigencia de justicia por el asesinato del defensor ante autoridades “que protegen la impunidad”..
“Cuando Ernesto conoció la historia de Baqueachi, la última comunidad en la que trabajó, soñaba que los hombres y las mujeres alcanzaran juntos el respeto a la integridad de su territorio, así como el cumplimiento y la conservación de las normas internas de la comunidad y de toda la raza tarahumara”, dijo José Antonio, hermano de Ernesto.
En la ceremonia participaron miembros de las comunidades de Baqueachi, Bakuseachi y Chineáchi, con las cuales Bowerasa ha trabajado. Los médicos de estas comunidades, los rotóri, ofrecieron una curación a las personas asistentes, empezando por el alma de Ernesto Rábago y luego por la de Miroslava Breach, periodista chihuahuense que por años cubrió la defensa de Baqueachi y que fue asesinada en Chihuahua en 2017.
La curación consistió de tres medicamentos usados en la sierra, como el sitagapi o palo colorado, el wasarowa o palo amarillo y el meke o corazón de maguey, que fueron esparcidos en forma de cruz y dados de comer a las personas.
“Además del efecto que puede tener el medicamento en la vida de la persona que lo digiere, quiere significar la necesidad de fortalecer la armonía entre la naturaleza y la persona, entre la persona con los demás y la persona con Dios Onorúame Eyerúame, el Dios padre y madre”, explicó el maestro de ceremonias.
Después de la curación y las palabras de las personas asistentes, el grupo marchó hacia la Fiscalía General del Estado donde estuvo unos minutos en exigencia de justicia.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Raíchali que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.