En la historia quedarán los nombres de quienes auspiciaron el derrocamiento de un país próspero al que se le esfumó el futuro por la ceguera que provocan los odios mal curados
Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
¿Cuántos escándalos más aguantará el círculo presidencial antes de que sean inevitables las remociones de funcionarios? El costo de encubrir a los mal portados le ha salido caro al Ejecutivo, encuestas y sondeos registran a detalle que al “pueblo bueno” se le están acabando las reservas de paciencia.
La gota que derramó el vaso fue la Mansión del Bienestar, una humildísima propiedad ocupada en Estados Unidos por el hijo mayor de López Obrador y en la que, además, converge el conflicto de intereses con empresas proveedoras del gobierno mexicano.
El asunto le abolló la armadura al gigante y fue un golpe del que, a pesar de que han pasado varias semanas desde que este salió a la luz, el inquilino de Palacio Nacional no se ha podido recuperar.
Las fotos de la lujosa casa y de los propios enredos que hay detrás del inmueble con poderosas empresas involucradas, afectó la percepción de la población sobre aquello tan cacareado por este gobierno: la honradez.
Combatir de frente la corrupción es una estrategia con la que nadie en su sano juicio podría estar en contra. Amagar con que la autoridad lo hará sin excepciones, resulta por demás loable. Pero que sean tanto tu propia familia como el gabinete quienes te pongan en evidencia, desmorona lo poco o mucho que hayas querido construir.
La lucha encarnizada que hay al interior del gobierno se refleja en las cada vez más frecuentes filtraciones y deslices patrocinados, que a todas luces pueden considerarse como producto del fuego amigo. En plena guerra campal están las tribus de MORENA, conflicto que se acrecentará de cara a la elección del candidato o candidata presidencial.
Más temprano que tarde el presidente de México tendrá que entregar las cabezas de algunos de los responsables del desastre multifacético que vive el país. Hay para escoger: pueden ser López Gatell y compañía, por la muerte de cientos de miles debido a la irresponsabilidad con la que se enfrentó la pandemia del Covid-19.
Si se requiere a alguien que responda por la crisis económica ahí tienen a varios titulares de secretarías y dependencias que se irían en paquete. En educación, la maestra Delfina se lleva todo el repudio no solo por aquellas mañas de moches que se le conocen, sino también por operar el desfalco politiquero de la educación pública federal.
Hay también culpables en temas ambientales como el ecocidio del Tren Maya o de la paupérrima situación del campo mexicano a donde, vaya paradoja, con la cuatroté prosperó el frijol con gorgojo. Además, hay responsables de la grave situación de los feminicidios en el país, de atentados contra la prensa y de la escalada de violencia que se vive de manera generalizada en el territorio nacional.
A todo ello se suman las interferencias y conflictos entre los Poderes de la Unión, el supra poder otorgado a la Fuerzas Armadas y la clara embestida del régimen sobre los órganos autónomos.
La lista es larga y en la historia quedarán los nombres de quienes auspiciaron el derrocamiento de un país próspero al que se le esfumó el futuro por la ceguera que provocan los odios mal curados.