Migración

¿Tú cómo te llamas?, haitianos derrumban barrera del idioma en Ciudad Juárez




mayo 9, 2022

Frases cortas, nombres de colores, monedas y palabras como ‘trabajar’ son las primeras nociones de español para migrantes de Haití que llegaron a Ciudad Juárez para cruzar a Estados Unidos y ahora toman clases de español para conseguir empleo e integrarse a la comunidad juarense

Texto y fotografías: Verónica Martínez / La Verdad

Ciudad Juárez– En el pizarrón del salón permanecen escritas algunas frases básicas en español. En tinta azul se apuntó: “hola, me llamo John” y “¿tú cómo te llamas?”. El maestro también escribió algunas frases que considera necesario enseñarles a migrantes como “necesito ayuda, hablar por teléfono” y “busco trabajo”.

Junto con su familia, John, migrante de Haití, ha tomado clases de español por un mes en el Centro Católico de Evangelización en Ciudad Juárez. Más que nada, el hombre de 38 años dijo que necesita mejorar su vocabulario del idioma en México para poder conseguir empleo.

“Si he aprendido a hablar español porque yo estoy en México. Yo quiero aprender a hablar español para hablar con los mexicanos y para buscar travay (trabajo en criollo haitiano –una mezcla de francés y lenguas africanas)”, dijo John que se esfuerza para superar su dificultad de hablar español.

Migrante de Haití toman clases de español en el Centro Católico de Evangelización en Ciudad Juárez

El idioma es la principal barrera que afecta a las personas migrantes provenientes de Haití para poder conseguir empleo e integrarse a la comunidad juarense. Desde este año, se han impartido clases de español a unas 70 personas en las instalaciones de la Oficina de Movilidad Humana de la Diócesis de Ciudad Juárez. El proyecto se gestiona con la colaboración de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ).

“Surgió desde los primeros días de enero en que los migrantes de Haití estaban llegando y encontrábamos mucha dificultad para comunicarnos cuando llegaban a (nuestras oficinas). Nos dimos cuenta que algunos hablaban español” dijo la coordinadora Cristina Coronado.

A excepción de aquellos migrantes que venían de Chile, la mayoría de los haitianos no hablan español, dijo Coronado, de ahí la urgencia de aprender el idioma para conseguir empleo.

Aunque la situación de movilidad crea en consecuencia inestabilidad en la disposición de los migrantes, el programa ha sido bien recibido por la población de Haití. Coronado explicó que la Oficina de Movilidad Humana está considerando extender horarios y número de clases calculando que podrían atender a 150 personas por semana.

A través del programa de trabajo social de la UACJ y voluntarios del Movimiento Teresiano e Apostolado en vinculación con el Servicio Jesuita en México, actualmente el programa cuenta con 16 voluntarios.

El principal objetivo de ofrecer las clases es facilitar la integración. Como muchas personas en movilidad, a los migrantes haitianos se les dificulta la búsqueda de empleo, de vivienda y acceso a servicios de salud, pero también se enfrentan a desafíos como la indiferencia y el racismo por su descendencia, explicó Coronado.

La llegada de los haitianos a esta frontera comenzó a documentarse desde diciembre del 2021, la gran mayoría de las personas migrantes que buscan apoyo humanitario en la ciudad son provenientes de Haití, de acuerdo con datos a marzo pasado proporcionados por organizaciones de apoyo a personas en movilidad.

Los migrantes han llegado a esta frontera para cruzar a Estados Unidos, unos ya lo hicieron, otros aún permanecen aquí.

La clase se adapta a los migrantes

Rubén Acosta, uno de los maestros voluntarios para enseñar español a haitianos, inició su clase practicando lo que el grupo aprendió la clase anterior. Pidió a cada estudiante que se volviera a presentar.

“Me llamo Nadji y me gustan los perros…”, dijo la esposa de John.

Después de un momento de duda en la mujer, Rubén le ayudó recordándole que debía continuar diciendo cuál era su color preferido. Nadji respondió que era el rosa.

Durante la conversación que llevaron al inició de la clase, John relató que durante la semana había buscado empleo, ido al mercado y acompaño a su hija al médico.

Acosta menciona que más allá de enseñarles vocabulario y gramática, busca implementar situaciones y experiencias de sus vidas diarias. En la primera clase, el maestro que además imparte biología en una escuela privada, priorizó en enseñarles habilidades básicas como formas de pedir direcciones, solicitar servicios de salud o cualquier tipo de ayuda.

“Es más que nada una clase de integración y familiarización”, dijo Acosta.

En una esquina del pizarrón, se ven las notas de la clase pasada en la que se les detalló a los alumnos los tipos de monedas y billetes que se usan en México. Ya cubierto lo más básico, Acosta empezó a enseñarles a conjugar verbos preguntándoles cuales eran las principales palabras que usaban. El grupo aprendió las palabras “caminar”, “bailar”, “trabajar” y “dormir”. 

John mencionó que en Haití ya había aprendido algo de español durante la secundaria, pero lo poco que sabía no era suficiente para lograr conseguir empleo. Otra barrera que enfrenta, es que los empleadores requieren visas humanitarias de residencia permanente y John solo cuenta con una temporal de visitante.

La familia de cinco integrantes lleva fuera de Haití tres años. Antes de llegar a México permanecieron en Brasil hasta marzo pasado que llegaron a Ciudad Juárez. John considera que le hace falta aprender más vocabulario, pero se le ha facilitado practicar dentro y fuera de clase con los voluntarios del programa.

En Haití, John hacia trabajo de herrería manejando principalmente vidrio y está en busca de trabajo de construcción o “en cualquier cosa como ayudante”, dijo.

Algunas de las dificultades para llevar a cabo las clases de español son las inestabilidades en los horarios de las personas en movilidad. Estos cambian una vez que llegan a asentarse, encontrar empleo, al perderlos y volver a buscar, además de los horarios escolares de sus hijos e hijas.

Coronado menciona que el programa requirió mucha dedicación y paciencia para lograr encontrar la mejor forma de adaptarse a las personas en movilidad tanto en el contenido de la clase como en flexibilidad de horarios.

Por ahora las clases se imparten los días lunes, viernes y sábados a distintos horarios.

“Todo esto está pensado en ellos y en lo que realmente necesitan y no en una clase tradicional,” dijo Coronado. “Siempre es cambiante, pero hemos tratado de adecuar horarios”.

La Oficina de Movilidad Humana lleva tres años en un programa de colaboración con la UACJ para dar oportunidad a los alumnos de realizar sus horas de trabajo social. La organización recibe todo tipo de estudiantes principalmente de carreras de educación y psicología, pero también alumnos de ingeniería.

El proyecto es financiado por la Sociedad Misionera de San Columbano que ofrece otros servicios de apoyo y orientación a migrantes.

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Para más informes sobre las clases de español, las personas interesadas pueden acudir a la Oficina de Movilidad Humana ubicada en la Catedral Nuestra Señora de Guadalupe en la zona Centro de Ciudad Juárez.

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