A los traumas arrastrados por la violencia, en los fronterizos se suma el estrés, la depresión y los trastornos desatados por el COVID-19, que aumentaron la demanda de servicios médicos en esta región binacional
Por Verónica Martínez / La Verdad y Elida S. Pérez / El Paso Matters
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Con una diagnosis previa de trastorno bipolar, Jorge, de 26 años, sabía identificar la llegada de los síntomas de una depresión. Se le hacía cada vez más difícil levantarse de la cama por la mañana. Estaba de malhumor siempre. Se le quitó el apetito.
Su condición era como un péndulo – oscilando de un lado al otro – durante las cuarentenas por la pandemia del COVID-19.
Para ir de mal en peor, la atención psicológica gratuita que recibía como estudiante del el Counseling and Psychological Services Center en la Universidad de El Paso se acabó cuando se graduó en mayo del 2020. Además, el programa de maestría en el que pensaba matricularse fue cancelado, con lo cual se quedó sin acceso a los servicios de salud mental de los que había dependido.
“Fue muy desafortunado porque ocurrió justo cuando la pandemia estaba empezando y estábamos en medio del lockdown más estricto”, dijo Jorge.
Jorge también pasó 10 meses sin empleo, pero incluso después de conseguir trabajo y beneficios médicos, le costó encontrar un terapeuta que aceptara su seguro médico.
“Definitivamente sentía que mi terapia seguía siendo un trabajo en proceso y conforme iba pasando el tiempo mi salud mental se iba deteriorando por ya no tener esa clase de apoyo”.
Puente News Collaborative no identifica a las personas con condiciones de salud mental que no quieran que su nombre completo se publique.
No estás solo
Las personas por todo el mundo – incluyendo a los que viven en El Paso y en Juárez como Jorge – se vieron enfrentados con condiciones de salud mental después que la Organización Mundial de la Salud declarara pandemia la propagación del virus COVID-19 en marzo del 2020.
Los expertos en la salud de ambos lados de la frontera entre los Estados Unidos y México han visto un alza en la demanda por servicios de salud mental desde que empezó la pandemia.
En realidad, la prevalencia global de condiciones de ansiedad y depresión creció en un 25 por ciento durante el primer año de la pandemia, según un informe científico publicado por la OMS esta primavera.
En los Estados Unidos, cuatro de diez adultos reportaron síntomas de ansiedad o depresión durante la pandemia, comparado con uno de diez en el 2019, según el informe de febrero, 2021, de la Kaiser Family Foundation, una organización sin fines de lucro que se dedica a temas de salud a nivel nacional.
En el estado de Texas, un 29.5 por ciento de los adultos reportó síntomas de ansiedad durante la pandemia; un 25.9 por ciento reportó síntomas de depresión y un 34.5 por ciento reportó síntomas de ansiedad o depresión. Esto se compara al 11 por ciento de adultos que reportó síntomas de ansiedad o de depresión entre enero y junio del 2019, cita el informe.
Igual de preocupante, los expertos médicos también les atribuyen a los numerosos factores estresantes de la pandemia, el aumento en el abuso de sustancias, la violencia doméstica, el abuso de niños – y con cautela el suicidio – en gran medida.
Pedir auxilio
En el 2021, un 48 por cientoi de las personas que recibía servicios de salud mental en la Ciudad Juárez tuvo síntomas leves de depresión y un 39 por ciento tuvo síntomas severos como mínimo una vez por semana, según información recogida por ROTMENAS, la Red de Organizaciones Dedicadas a la Prevención y Atención de Trastornos Mentales, Neurológicos y por Abuso de Sustancias.
La red reporta que en el último año, un 49 por ciento de las personas encuestadas tuvo un ataque de pánico.
En el condado de El Paso, antes de la pandemia en el 2019, unos 140 mil adultos tuvieron necesidades leves, moderadas o severas de salud mental, según datos recogidos por el Centro Paso del Norte en el Meadows Mental Health Policy Institute. De este grupo, unos 25 mil tuvieron condiciones severas de salud mental.
El diagnóstico más común identificado en El Paso fue una depresión fuerte, la cual afectó a 45 mil adultos, indican los datos. El trastorno por estrés postraumático afectó a 20 mil adultos.
Lanzado en el 2021, el instituto, sin fines de lucro, realizó la evaluación titulada El Paso Behavioral Health Assessment, cuyo fin es mejorar los sistemas de atención a la salud mental, compartir las mejores prácticas, desarrollar recursos y concientizar más al público referente a maneras efectivas de tratar condiciones de salud mental.
Oficiales del Meadows Institute dijeron que no están finalizados los datos para el 2020 y el 2021.
Traumas complejos: drogas, violencia, crisis
Los prestadores de servicios de atención médica indican que la pandemia tan solo añadió a lo que ya era un aumento en el número de casos, ya que El Paso y Juárez habían estado enfrentando un número de crisis.
Cuando comenzó la pandemia, El Paso seguía recuperándose del ataque terrorista con armas en el Walmart de Cielo Vista, durante el que murieron veintitrés personas. Encima del estrés que ya sufría la comunidad, se dio la crisis humanitaria del 2018-19, cuando cruzaron la frontera decenas de miles de migrantes centroamericanos en busca de asilo, en lo que el entonces presidente Trump implementó una política de separación de familias.
“Antes que empezara la pandemia, acabábamos de pasar por el ataque del 3 de agosto (2019) y no estaba en su mejor momento la comunidad, en términos de salud mental”, dijo el doctor Fabrizzio Delgado, jefe de división del servicio de consultas psiquiátricas del Texas Tech Physicians de El Paso.
Delgado dijo que la pandemia puso pies arriba el sistema de atención médica en un momento en el que ya había escasez de servicios en la comunidad.
Desde de que empezó la pandemia, se ha visto fluctuaciones en la demanda de los servicios médicos, explicó Delgado. Esto es en parte por las órdenes de cuarentena impuestas durante el auge de la pandemia. Inicialmente, las personas evitaban ir a los hospitales por temor a contraer el virus.
Una vez levantadas las órdenes, se vio una oleada de pacientes que habían intentado suicidarse que ahora buscaba atención en las salas de emergencia por toda la ciudad, dijo, y también se vio un aumento en el número de pacientes que abusaban del alcohol y los opioides.
Ahora, en el tercer año de la pandemia, Delgado dijo que ve a personas con trastornos emocionales, como la ansiedad y la depresión. Continúa aumentando el abuso del alcohol y los opioides, indicó.
“Es (ése) el mayor problema ahora”, dijo Delgado. “Es probablemente por todo el confinamiento, la falta de empleo, muchos problemas económicos y mucho estrés”.
Celeste Nevárez, jefe de servicios clínicos en la Emergence Health Network, dijo que ha habido un cambio en el tipo de condiciones de salud mental que se ha visto durante los últimos años recientes.
“Al salir de (la crisis del) 3 de agosto, como comunidad estábamos simplemente atemorizados, pero también estábamos conformes con estar atemorizados, si tiene sentido – lo normalizamos”, dijo Nevárez. En ese momento, agregó, los residentes de El Paso buscaron ayuda con aprender habilidades para enfrentar la crisis, y cómo lidiar con la ansiedad.
Urgencias es el mayor servicio de atención médica en el condado de El Paso, con diecinueve locales de servicio, y ofrece servicios y tratamientos para condiciones severas o persistentes de salud mental, discapacidades intelectuales/de desarrollo y abuso de sustancias.
La red sirvió a casi 20 mil 080 pacientes en el 2019, con una leve reducción a 19 mil 300 en el primer año de la pandemia. En el 2021, Urgencias registró una alza en el número de pacientes, a unos 21 mil 250.
También indicó Nevárez que hubo un aumento en casos de abuso doméstico y abuso de niños, por lo que las personas se encontraban bajo mucho estrés, como con la pérdida de empleo, el aislamiento y el no poder salir de casa por las restricciones de la pandemia.
Por todo el estado de Texas, en el 2020 los incidentes de violencia familiar llegaron a casi 213 mil 900 – un aumento de 8.6 por ciento del 2019 – según la organización Texas Uniform Crime Reporting. Los incidentes cobraron más de 231 mil 000 víctimas (un aumento del 9.2 por ciento del 2019) perpetrados por unos 224 mil 800 personas.
“Lo que ahora veo, a dos años (del inicio de la pandemia) es sencillamente un trauma muy complejo”, dijo Nevárez, refiriéndose al trauma interpersonal continuo o repetido.
Dijo Nevárez que algunas personas se resisten a la palabra “trauma” por lo que la asocian con los trastornos de estrés postraumático normalmente asociados con el servicio militar.
Sin embargo el trauma también se asocia con la pérdida de vida, el duelo, la pérdida de la normalidad y la desesperanza – los sube y baja emocionales causados por la pandemia, dijo.
“(Dirían algunos) ‘Aprendí un nuevo idioma recluido en casa, qué genial’. O dirían otros, ‘Pues, estuve todo ese tiempo solo y no aprendí un nuevo idioma, qué pérdida de tiempo’”, dijo Nevárez. “Entonces, se da este criterio para medirse que no existe”.
Dijo que las emociones complejas y los sentimientos amontonados están rebasándose ahora porque todos pensamos que estaría ya resuelta y terminada la pandemia.
Han dicho las autoridades de la salud que el COVID-19 probablemente no desaparecerá por completo, pero que esperan que los casos del virus se atenúen con el tiempo, mientras continúa mutándose.
Juárez, ‘golpeada, vulnerada’
Los juarenses, también, se estaban recuperando del ataque masivo en su ciudad hermana, donde también murieron siete mexicanos. Ciudad Juárez también se enfrentaba con el estrés de los miles de migrantes que estaban abandonados y varados en la ciudad en lo que buscaban cruzar a Estados Unidos.
Lo que es más, están las guerras contra la droga y la violencia contra las mujeres que por largo tiempo han plagado la ciudad, y así la salud mental de los juarenses ha quedado golpeada y vulnerada, dijo Gustavo Padilla, consultor en planeación de ROTMENAS, la red de profesionales y proveedores de servicios de salud mental en Juárez.
“La lista de vulnerabilidades que tenemos en Ciudad Juárez es larga y es un hecho que eso repercute en la salud de las personas tanto de forma física como mental,” dijo Padilla. “Tenemos que visibilizar que la salud mental de las personas en Ciudad Juárez está golpeada y vulnerada y tenemos que darle la importancia a este tema así como le damos a la salud física.”
Es posible que lo que más ha golpeado ha sido la pérdida de vida por la que tienen que pasar los residentes de las ciudades fronterizas – en duelo en lo que entierran a sus seres amados y muchas veces sin haber podido despedirse, dijo Oscar Esparza, psicólogo y profesor de la Universidad de la Ciudad Juárez.
Desde que comenzó la pandemia han fallecido más de ocho mil personas por el COVID-19 en la región de El Paso y Ciudad Juárez.
Entre estas personas está el padre de Luisa, quien falleciera en junio del 2020.
Estudiante de maestría de 28 años que residía en Juárez con su familia. Al principio de la pandemia Luisa se puso ansiosa porque temía que sus padres contrajeran el virus – en particular porque su padre no tomaba el serio la presencia del virus, explicó.
Cuando su padre contrajo el COVID-19, Luisa estaba en un estado constante de alarma. Colocaba recordatorios en su teléfono para darle sus medicamentos – con temor a no dárselos correctamente – y les enviaba actualizaciones frecuentes a sus hermanos que vivían en El Paso. Cuando empeoraron los síntomas de su papá, lo ingresaron en el hospital.
“Recuerdo que mi papá estaba muy enojado conmigo y yo creo que eso también me afectó porque la última vez que hablé con él estaba muy molesto”, explicó.
El hombre falleció en el hospital, y Luisa se quedó con la responsabilidad de lidiar con los trámites para enterrar a su padre e informar a sus hermanos y a la familia de su deceso.
“Ya cuando nos dijeron que había fallecido mi papá fue seguir en alerta. Sí lloré pero fue inmediatamente un ‘¿Qué sigue?’”
Para muchos como Luisa, el proceso del duelo fue complicado. Con frecuencia se sentía sola y ni la familia ni los amigos podían ofrecerle abrazos reconfortantes, ya que seguía preocupada de guardar distancia.
“Todos te marcaban pero realmente no los podías abrazar. De hecho en el funeral mucha gente nos decía que no sabía si abrazarnos o no. Guardaban distancia”, contó Luisa.
Las llamadas telefónicas fueron abrumantes, pero lo más difícil fue no poder despedirse de su padre. Ni siquiera pudo ver el cadáver después que muriera.
“Cuando nos dijeron (que había fallecido) me pregunté cómo podía estar segura. No ves el cuerpo, nunca lo vimos. Ni siquiera en el ataúd. A mi mamá le dolía mucho no haberlo podido salvar”, dijo Luisa.
Poco después, Luisa comenzó a usar un inhalador y le recetaron varias medicinas. Con frecuencia sentía que se le cerraba la garganta y no podía respirar.
Con sentido de pánico, tosía constantemente y temía que tuviera el COVID o COVID persistente. Más tarde supo que eran síntomas de un ataque de pánico. En una ocasión, cuando estaba con su madre en un taller de reparación de automóviles perdió el aliento y sentía una sensación profunda de ahogo.
“Me acuerdo que pensaba ‘Es que estoy bien’”, contó. “Fue cuando pensé que era suficiente y no quería vivir con ataques de pánico”.
Estar en duelo por más que la muerte
La depresión, la ansiedad – y el duelo – no sólo se ponen de manifiesto después del fallecimiento de un ser amado.
La muerte de una rutina, de un estilo de vida al que uno se acostumbró, también puede surtir serios efectos sobre nuestra salud mental, dijo Ana Gutiérrez, psicóloga y directora del Centro de Atención Psicológica SURÉ, en Ciudad Juárez.
“Hay una desestabilización individual muy fuerte. A eso le sumas el temor normal y el estrés que genera el contagiarse de COVID y quedarte en casa que es el confinamiento”, explicó Gutiérrez. “Entonces se empiezan a dar situaciones como que se mezclan los horarios de la casa, de la oficina, los horarios ya no son los de siempre”.
Así fue el caso de Gabriela, de 29 años, residente de Juárez que buscó terapia para que le ayudara a enfrentar los cambios dramáticos en su vida durante la pandemia.
Para ella, la pandemia tuvo una mezcla de experiencias positivas y negativas. En principio, le permitió trabajar desde casa para un museo, antes que consiguiera un mejor puesto con mejor paga a lo que sumó más proyectos que le triplicaron el ingreso, incluyendo la enseñanza del inglés y la edición de videos por YouTube.
“Aunque suene super mal, pienso que la pandemia me cayó super bien”, dijo Gabriela. “Tengo nuevas metas, una nueva forma de ver la vida, sin embargo mi cuerpo cuenta una historia muy diferente”.
No obstante lo positivo, con frecuencia, Gabriela sentía que se le cerraba la garganta y le costaba respirar. No dormía bien, se sentía tensa por todo el cuerpo y muchas veces estaba de mal humor. En enero se fracturó dos muelas. Fue entonces que aprendió que tenía bruxismo, una condición donde las personas inconscientemente rechinan o aprietan los dientes – en particular cuando sienten ansiedad, estrés, ira o frustración.
“La primera pregunta que me hicieron los dentistas fue ‘¿Pasó algo en la pandemia? ¿Perdiste a alguien?’” recordó.
No había perdido a ningún amigo ni pariente por el COVID, pero se había sobrecargada de trabajo. Empezó sesiones de terapia en octubre del 2021 y le dijeron que sufría de ansiedad.
“Ya no podía conmigo”, dijo Gabriela. “Se me juntaron dos cosas que no tenían nada que ver una con la otra pero yo ya no tenía tolerancia al estrés en ese momento”.
Las experiencias que cuenta Gabriela son ejemplo excelente de lo que los terapeutas del Centro de Atención Psicológica SURÉ dicen está ocurriendo en términos generalizados en lo que la pandemia nos desestabilizó las rutinas: Hay más personas afligidas por la depresión y la ansiedad, así como del estrés postraumático, trastornos del sueño y de la alimentación, síndrome de agotamiento y brotes psicóticos.
En el 2019, se realizaron casi 4 mil 800 consultas médicas por temas de salud mental en los servicios ambulatorios de la Jurisdicción Sanitaria II en Juárez, según informaciones de los Servicios de Salud de Chihuahua. El número de consultas creció a casi 5 mil 900 en el 2020, para reducirse a 3 mil 630 en el 2021.
Los datos indican que el número de consultas relacionadas a la ansiedad aumentaron en un 117 por ciento entre el 2019 y el 2020. Entre el 2020 y el 2021, el número de consultas se redujo en un 70 por ciento, pero los trastornos por ansiedad seguían siendo el primer tema de salud mental que afectaba a los juarenses.
En el 2020 y el 2021, la depresión y otros trastornos por razón del estrés fueron los temas principales de salud mental tratados en los servicios de salud del estado.
Datos disponibles en Excel .
Acabar con el dolor: Un auge en los suicidios
El suicidio es tal vez uno de los efectos más preocupantes del aumento en la depresión y otros trastornos de salud mental a propósito de la pandemia.
Las muertes por suicidios han aumentado lentamente en el condado de El Paso desde el 2015, según datos de la Paso del Norte Health Foundation. Entre el 2018 y el 2020, hubo unas 11. 6 muertes por suicidio por cada 100 mil habitantes, en comparación con un índice de 9.5 por 100 mil personas que se registró entre el 2015 y el 2017.
Si bien los datos de los CDC muestran una reducción general en las muertes por suicidio en el 2020 comparado con años previos, los expertos de la Hogg Foundation, con sede en Austin, Texas, anticipan que estas cifras irán aumentándose por la pandemia, según un informe reciente. Lo que está incluido son el impacto mental del distanciamiento físico y social, dificultades económicas y el trauma que enfrentan los que han perdido a sus seres amados o que tienen parientes gravemente enfermos por el virus.
En Juárez, SURÉ, que ofrece servicios de bajo costo a los estudiantes universitarios y a la comunidad, vio un “aumento gradual pero constante” en los casos referentes a idealización y comportamientos suicidas, dijo su directora, Ana Gutiérrez.
“En el centro me he dado cuenta que cada semestre se solicita más atención psicológica por síntomas de depresión pero ya ha escalado con idealización o intentos suicidas. Este número solo ha aumentado durante la pandemia”, explica Gutiérrez
El estado de Chihuahua se ubica en primer lugar de los índices de suicidio en México, con catorce muertes por 100 mil personas.
Esparza, de UACJ, dijo que el aumento en el número de suicidas no se puede atribuir completamente a la pandemia, ya que los números han ido en aumento consistentemente desde el 2015.
Ciudad Juárez fue el municpio con el mayor número de casos suicidas reportados entre enero y septiembre del 2020, con 87, seguido de la ciudad de Chihuahua, con 82.
En el 2020, el 4.1 por ciento de los juarenses consideró suicidarse, según el Informe de Bienestar Subjetivo anual, realizado por el Plan Estratégico de Juárez. En el 2019, dicho porcentaje era 3.9 por ciento. El mismo informe indicó que hubo un aumento importante en intentos de suicida, de 1.9 en el 2019 a 2.6 en el 2020.
“Sí ha sido una problemática que ha estado presente desde hace años. Por eso empezamos a hacer esta evaluación con el Plan Estratégico”, dijo Esparza.
Residente de la frontera, María Fernanda, de 21 años, sabe muy bien cómo esos sentimientos de desesperación pueden llevar a la idealización suicida.
Se mudó a El Paso de Juárez cuando tenía 16 años para asistir a la escuela en Estados Unidos, lo cual le obligó sobreponerse a su ansiedad leve y hacerse más extrovertida para poder hacer amigos.
Pero los sentimientos de ansiedad volvieron con un factor de diez cuando llegó la pandemia mientras estaba matriculada en UTEP. Además de eso, fue el aislamiento cuando las clases cambiaron a clases en línea y por los temores de propagar el COVID, sentimientos de culpa y de estrés – hasta de la muerte.
“(Al comienzo) no podía ni percibir la idea de hacerme daño a mí misma”, dijo, refiriéndose a los pensamientos que le rondaban la mente.
“Pero se volvió más, como que, ‘¿Será la muerte realmente algo malo o será que me mantenga cuerda? O ¿será que me colme de paz en vez del dolor o el temor que dicen muchos que traen?”.
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Este contenido fue producida como parte de Puente News Collaborative, una asociación binacional de organizaciones de noticias en Ciudad Juárez y El Paso, de la que forma parte La Verdad.