Los partidos de oposición ven desde la barrera al toro que destroza todo lo constituido, tímidos o en shock se voltean a ver unos a otros como esperando un milagro que difícilmente llegará si no se ponen de acuerdo
Por Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
A la alianza opositora le hace falta pegamento, enjundia y mucha fuerza de voluntad. Porque, con aquello de que el gobierno federal está operando por todos lados la forma de romper los lazos entre el PAN, PRI y PRD, por increíble que parezca, las dirigencias de esos partidos se la están poniendo demasiado fácil al tabasqueño.
Con la simple demostración de que Marko, Alito y Los Chuchos andan paseando por separado a sus abanderados, en lugar de sentarse a construir una verdadera propuesta que haga frente al régimen, la situación luce complicada de cara al próximo proceso electoral.
Una vez más, cada presidente de partido se preocupa más por llevar agua a su molino, por eso a nadie debe sorprender que, a lo largo y ancho del país, la gente ya no les crea eso del amor que dicen prodigarle a México.
Politiquería de grupo es lo que hay en las cúpulas de los que dicen defender a los ciudadanos de los abusos e ineptitud del actual gobierno. Muchos se preguntan con qué cara vienen a desgarrarse las vestiduras si se les ve muy cómodos departiendo desde el trono y sacando cálculos de posiciones y prerrogativas.
El tiempo de una gran mesa de conciliación parecía haber llegado y se esperaba que fuera la oposición unida quien sacara a flote a la nación. Es un hecho que México vive el embate de una lamentable descomposición social, que se ve reflejada en el incremento de la violencia y un doloroso avance de la delincuencia.
Las familias mexicanas se truenan los dedos con las finanzas, sobreviviendo como pueden entre sablazos a los empleos, con la inflación por los suelos y un turbio escenario sobre lo que acontecerá en el cierre del sexenio.
Ante tal emergencia, la tríada que dice formar esa oposición gritona pero poco efectiva, aún no ha logrado abollar con contundencia la armadura del gigante. El tiempo se acaba y en lugar de notar urgencias, se les ve muy cómodos en camarilla con análisis superficiales que ya hasta dejaron de ser nota en los periódicos.
Tal vez ni el PAN ni el PRI ni el PRD se han dado cuenta de que ya dejaron de ser noticia porque su propuesta es nula, tal vez no han notado que la cobertura mediática de sus posturas está siendo avasallada por el juego populista de quienes a todas luces no tiene intenciones de irse pronto. Tal vez ni les importa que eso esté sucediendo.
Al respecto, los partidos de oposición ven desde la barrera al toro que destroza todo lo constituido, tímidos o en shock se voltean a ver unos a otros como esperando un milagro que difícilmente llegará si no se ponen de acuerdo. La ciudadanía se siente más que huérfana y, mientras tanto, las cúpulas de los elefantes blancos que hoy llamamos PAN, PRI y PRD, lucen sordas ante las exigencias de la gente.
La población desea ver a valientes toreros hacerle frente al astado que se regodea en el coso, pero el escenario es poco alentador: sin traje de luces, sin idea ni ganas de querer salvar a México, van los tres amigos dando tumbos por ahí.