El coordinador de MORENA en el Senado no ha entendido que para su desgracia, AMLO es capaz de desconocerlo y sepultar su carrera en un abrir y cerrar de ojos
Por Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
A Ricardo Monreal no le están saliendo las cosas del modo en que él quisiera, y es que al experimentado legislador le ganó la avaricia por el poder y ahora está a punto de perder la apuesta más grande de su vida.
El zacatecano intentó engañar una vez más a López Obrador y se quedó como el chinito, “nomás milando”, en el momento en que el presidente lo exhibió y criticó a micrófono abierto por andar, dijo el primer mandatario, coqueteando con la oposición y traicionando los ideales del proyecto.
El coordinador de MORENA en el Senado es un viejo lobo de mar que quiso doblarle la mano al Ejecutivo, pero olvidó que ese tipo de trucos solo funcionan una vez. Monreal parece no aceptar que para él nunca será la candidatura presidencial y tampoco la de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Las pataletas del senador lo han puesto en una situación complicada que no solo lo ha alejado de Palacio Nacional sino de los distintos partidos con representación en el Congreso de la Unión. La credibilidad de Ricardo Monreal hoy está por los suelos y la guerra intestina por el control de la bancada apenas inicia.
Habilidoso en su conducción, inteligente orador y sutil tejedor de alianzas es como se construyó por años la imagen del legislador que encabeza a MORENA en la Cámara Alta; sin embargo, en las últimas semanas se evidenciaron otras características que también posee este político: la tradición, el gatopardismo y una avaricia desmedida.
A base de amenazas es como Monreal llegó a donde hoy está, no debemos olvidar cómo en la pasada elección por la candidatura al gobierno capitalino él se enfrascó en una lucha para intentar quedar en lugar de Claudia Sheinbaum. En ese entonces, las presiones sobre López Obrador bastaron para hacer del zacatecano el mandamás del Senado.
Hoy los tiempos son muy distintos, creer que puede hacer lo mismo es de una inocencia casi angelical. En las últimas semanas, el legislador rebelde ha tenido demostraciones de poder en su contra que evidencian cuál es el sentir que el patrón tiene con él.
No ha entendido que no puede jugar las mismas cartas con AMLO y que, para su desgracia, el jefe es capaz de desconocerlo y sepultar su carrera en un abrir y cerrar de ojos.
La avaricia de Monreal no le deja ver que ha caído de la estima presidencial, que si sigue por ese camino sólo le espera el desdén de Palacio Nacional. Lo bueno es que ya sabe cuál es el tipo de trato reservado para los enemigos del régimen, primero fue comparsa del autoritarismo y ahora le tocará sufrirlo. Al tiempo.