Opinión

El rabioso y miserable nado sincronizado contra Alejandro Encinas




octubre 28, 2022

El subsecretario de Derechos Humanos enfrenta una nueva andanada de rabia y odio en su contra, pero el objetivo es otro. En realidad, lo que pretenden algunos periodistas y sus titiriteros es cerrar de una vez el Caso Ayotzinapa

Por Alberto Najar
Twitter: @anajarnajar

“Volar en parvada”. Era una frase que escuchaba con frecuencia en las salas de prensa a principios de los noventa, recién desempacado en Ciudad de México.

Se refería al acuerdo de algunos periodistas asignados a una misma fuente que pactaban de ese modo el enfoque de sus despachos a los respectivos medios.

“Volar en parvada” aseguraba que a ninguno se le reclamara por no cubrir lo publicado en otros espacios. 

Una especie de seguro de vida, la posibilidad de evitar esa sentencia atroz de los jefes y que todos los reporteros hemos evitado: “Se te fue la nota, manito”.

La referencia al vuelo de las aves pasó de moda. En los últimos años la definición más socorrida para una práctica similar -aunque con efectos muy nocivos- es “El nado sincronizado”.

En todo caso, la anécdota noventera viene como anillo al dedo este jueves 27 de octubre, cuando varios periódicos, columnistas y programas de radio publicaron exactamente la misma información, con las mismas fuentes y un propósito similar.

Las notas y presuntos análisis se referían a una entrevista del subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación, Alejandro Encinas, con el diario The New York Times.

Entre otros temas el funcionario dijo que se desechó una parte de las capturas de pantalla de teléfonos celulares confiscados a presuntos involucrados en la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa.

El comentario desató una nueva campaña de ataques y descalificaciones contra Encinas, con la misma línea de argumentación:

El subsecretario presentó acusaciones sin sustento en contra de militares a quienes acusó de participar y proteger la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa.

Los ataques fueron variados. Carlos Marín, exdirector del diario Milenio y uno de los defensores más rabiosos de la llamada Verdad Histórica del caso, publicó que a Encinas “lo chamaquearon”.

Héctor De Mauleón, otro de los cruzados de la versión promovida en el gobierno pasado, tituló su columna en El Universal con esta frase: “Encinas, en leña verde”.

El extremo fue Raymundo Rivapalacio en El Financiero: “Renuncie, subsecretario Encinas” fue el nombre de su columna en ese periódico.

Y al mediodía del jueves los abogados que representan a militares encarcelados por su presunta participación en el Caso Ayotzinapa anunciaron una denuncia penal contra el funcionario de la Secretaría de Gobernación.

Lo mismo que han perfilado, desde hace semanas, los rabiosos defensores de la Verdad Histórica.

Claramente un nado sincronizado el de este jueves. Pero en realidad, el objetivo de la rabiosa campaña no es solamente Alejandro Encinas. 

De hecho, estos y otros periodistas juegan un papel menor, el de marionetas que bailan al compás de sus titiriteros.

En el fondo lo que se busca es cancelar de una vez por todas el Caso Ayotzinapa e impedir que las investigaciones lleguen a otros niveles.

Lo dijo el subsecretario en la conferencia de prensa matutina de este jueves. “Hay muchos que se mueven en las oscuridades del viejo régimen que, por supuesto, muchos sabemos quiénes son y pronto darán la cara”.

Tiene razón. Saber qué pasó con los 43 estudiantes desaparecidos permitirá abrir una grieta en la estructura de macrocriminalidad que se apoderó de México desde hace varias décadas.

El hilo que se jala con el Caso Ayotzinapa envuelve a altos mandos militares, bandas de delincuencia organizada, así como a políticos viejos y nuevos de todos los partidos.

Involucra a grupos empresariales que se han beneficiado del sistema corrupto que existe desde hace décadas, y se profundizó con ayuda de los últimos cinco expresidentes de México.

En una parte de esa extensa y peligrosa red se encuentran algunos medios de comunicación y los periodistas que protagonizan una nueva puesta en escena en su viejo y cuestionado teatro.

Por eso el rabioso nado sincronizado de estos días. Y faltan muchos, porque hasta ahora las señales desde el gobierno federal son mantener la misma ruta de investigación en el Caso Ayotzinapa.

Alejandro Encinas dijo “no vamos a dar marcha atrás”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador advirtió de nuevo que el subsecretario de Derechos Humanos tiene todo su respaldo.

El gobierno federal ha dicho que ampliará el tiempo de estancia del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), vital para resolver el caso.

A pesar de varios desencuentros los padres de los estudiantes desaparecidos no han cerrado su relación y confianza hacia las autoridades.

En otras palabras, hasta ahora los intentos de dinamitar el Caso Ayotzinapa han fracasado.

Eso no parece desanimar a los miembros del Estado criminal que desapareció a los estudiantes. Por el contrario.

Es previsible que este viernes y la semana siguiente se presente una nueva andanada de rabia y odio. Los títeres de siempre ya conocen el compás.

Sube el telón. Se apagan las luces. Suena la música. Tercera llamada.

***

Alberto Najar. Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service. Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.

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