Opinión

Las memorias de Luisa Josefina Hernández (en su aniversario 94)




noviembre 8, 2022

El grado de libertad con el que la dramaturga se entrega al papel resulta adictivo por la profundidad con la que omite la censura, se desnuda por completo ante su historia, que es también la historia de la literatura y la dramaturgia mexicana del siglo XX.

Por Évolet Aceves
Twitter: @EvoletAceves
Instagram: @evolet.aceves

“El arte no es para cobardes”
“triunfar, y ese puro deseo es peligroso, si el éxito implica gustar a públicos mal educados”
Luisa Josefina Hernández

La dramaturga y narradora Luisa Josefina Hernández cumplió 94 años el pasado 2 de noviembre. Fue gracias a la iniciativa y audacia de su nieto, David Gaitán, que hay un libro titulado Memorias Luisa Josefina Hernández, coeditado por Ediciones El Milagro y la Universidad Autónoma de Nuevo León. Llegué a este libro a través de la recomendación de Braulio Peralta.

Es un libro editorialmente atractivo, con una portada que enseña a Luisa Josefina en sus tres etapas de vida: infancia, juventud y senectud, tres fotos asombrosas, lomo y letras color rosa, como el resto de la colección —incluyendo las memorias de Juan José Gurrola.

Memorias… llama la atención por el modo en que se realizó: escrito a manera de cuestionario por David Gaitán, y contestado por la escritora desde su casa en Cuernavaca, quien aclara múltiples veces, se encuentra acompañada por un tanque de oxígeno mientras escribe sus respuestas.

El grado de libertad con el que la dramaturga se entrega al papel resulta adictivo, especialmente para mí, que soy tan dada a curiosear entre los libros para averiguar las relaciones interpersonales entre artistas del siglo pasado, los nexos, me dijo un día Michael Schuessler; los chismes del siglo XX, le dije yo.

Y digo que resulta adictivo por la profundidad con la que omite la censura, se desnuda por completo ante su historia, que es también la historia de la literatura y la dramaturgia mexicana. La íntima relación con Emilio Carballido, a quien considera un gran dramaturgo, aunque vendido por decisión propia, al quehacer teatral sencillo, fácil y accesible al vulgo; o bien, con Héctor Mendoza, íntimo amigo; opina también sobre las obras de Elena Garro, y se sorprende por la genialidad de Sergio Magaña, quien se renegaba a leer teatro pero escribía obras magistrales. Escribe sobre el no tan afortunado teatro de Jorge Ibargüengoitia.

Lamento no tener en este momento el libro conmigo, puesto que en la mayoría de sus páginas he subrayado renglones que me parecen de suma relevancia, y quisiera, al menos, compartir más de sus frases, que vienen siendo aforismos de una —también— grandiosa profesora de la UNAM, pues Luisa Josefina Hernández llegó para renovar el teatro mexicano igualmente desde el escenario como desde la academia, en las aulas impartía su teoría dramática.

Muestra de ello es el testimonio que me brindó Beatriz Espejo, quien asistía puntualmente a una de las clases impartidas por Luisa Josefina, me dijo en entrevista: “[…] era el Seminario de Literatura de Arte Dramático […] Era una belleza, sumamente guapa e interesante. […] Estaban locamente enamorados de ella Ibargüengoitia y Carballido que, aunque era homosexual, era su íntimo amigo y promotor. La quiso muchísimo.”, y también me comentó que José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, entre otros escritores de primer orden, asistían a aquella clase.

La esencia de Luisa Josefina como profesora permea en sus páginas; ser profesora le resultó una de las mayores gratificaciones en la vida, enseñar era algo que disfrutaba en demasía, tanto como la convivencia con sus amigos o escribir teatro o novelas; tanto como fumar.

Las memorias de Luisa Josefina Hernández son el baúl de sus confesiones, los secretos de una escritora. Quedan selladas sus impresiones en torno a la vida, a la escritura y a sus relaciones con amigos y familia. De quién aprendió, a quién leyó en su juventud. Da su acertado punto de vista respecto del teatro contemporáneo: en la actualidad no hay una identidad sólida en el teatro mexicano; ahonda en su proceso creativo, en las percepciones que tiene sobre la novela y el teatro, sabremos, gracias a sus memorias, que sus obras de teatro son, en muchas ocasiones, eventos que acontecieron a familiares o amigos cercanos, incluso están basadas en historias de personas que se acercaron a ella para pedirle que las representara en el escenario. Sus memorias son un verdadero deleite. Cuando menos me di cuenta, ya había agotado las hojas del libro.

Lamenta no poder viajar como antes, pues —repite— está atada al oxígeno, razón por la que prefiere no pasar mucho tiempo en la cocina, por el temor a algún accidente ocasionado por los tanques de gas y oxígeno. Ya no cocina por lo mismo.

Pero nos quedan las obras de Luisa Josefina, que se encuentran en Ediciones el Milagro y en el Fondo de Cultura Económica —ojalá Los grandes muertos se vuelva a reeditar en esta casa editorial—, y si se busca más, en Siglo XXI también están su novela Nostalgia de Troya. La UNAM recientemente publicó en su colección Vindictas El lugar donde crece la hierba.

Un libro elemental para quien desee profundizar en la personalidad, la historia y la grandeza de la gran escritora Luisa Josefina Hernández, así como para quien quiera conocer más del teatro del siglo XX y sus mayores exponentes.

***

Évolet Aceves escribe poesía, cuento, novela, ensayo, crónica y textos híbridos. Psicóloga, fotógrafa y periodista cultural. Estudió en México y Polonia. Ha colaborado en revistas y suplementos culturales, como: Pie de Página, Nexos, Replicante, La Lengua de Sor Juana, Praxis, La Libreta de Irma, El Cultural (La Razón), Revista Este País, entre otros. Fue galardonada en el Certamen de ensayo Jesús Reyes Heroles (Universidad Veracruzana y Revista Praxis, 2021). Ha realizado dos exposiciones fotográficas individuales: México Seductor (2015) y Anacronismo de la Cotidianeidad (2017). Ha trabajado en Capgemini, Amazon y actualmente en Microsoft. Esteta y transfeminista.

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