Ni el crecimiento económico ni los buenos salarios bastan para construir una sociedad próspera, integrada y pacífica
Por Víctor M. Quintana S.
“Cómo León se convirtió en la ciudad más pobre de México”, es un artículo de la analistaViri Ríos, publicado en el diario Milenio el pasado lunes 7. En él se ilustra este proceso de empobrecimiento y hace una muy pertinente y documentada comparación con lo sucedido en Juárez en este aspecto. (https://bit.ly/3Tn1nax)
En los últimos 5 años Se han generado 294 mil nuevos pobres en León, Guanajuato hasta convertirse en la ciudad que más pobres tiene en México, según datos de Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social.
Hace la comparación con Ciudad Juárez: en 2015, una y otra ciudad tenían una población que rondaba el millón y medio de habitantes y tuvieron explosiones demográficas de 7%. Pero mientras en León el número de personas con ingresos por debajo de la línea de pobreza aumentó en 351 mil personas, en Juárez, disminuyó en 27.
Viri Ríos muestra cómo la diferencia entre ambas ciudades, y también entre los estados de Guanajuato y Chihuahua no se debe al dinamismo económico y al incremento de la productividad, pues León creció un 25% más que el resto del país entre 2003 y 2018 y la productividad del trabajo creció en un 56%.
¿Entonces por qué en León y en Guanajuato se incrementó la pobreza y en Juárez y en el estado de Chihuahua disminuyó? La autora lo señala con mucha precisión: “A diferencia de León, en Juárez las empresas no han reducido sus salarios. Los salarios de los trabajadores formales en Chihuahua han mantenido su nivel desde 2015 y son muy competitivos con respecto a un trabajo informal (pagan 50% más). En cambio, en Guanajuato, los salarios no solo han perdido el 23% de su valor, sino que cada vez se parecen más a los que se ofrecen en la informalidad”
En 2010 los salarios de ambas ciudades eran iguales, pero hoy las empresas de Juárez pagan 59% más que en León. No es porque los trabajadores leoneses sean menos productivos: generan un valor agregado 4% superior al de los trabajadores juarenses. Ni porque a los empresarios del Bajío les vaya mal: de hecho entre 2010 y 2021 las ventas internacionales de León aumentaron el doble que las de Juárez, asienta la autora.
Agregamos algunos datos que ayudan a comprender más esta situación: primero: a partir de enero de 2019 el salario mínimo en la zona fronteriza aumentó el doble que en el resto del país, gracias a un acuerdo promovido por el presidente López Obrador con los organismos empresariales. Segundo: el estado de Chihuahua ocupa el cuarto lugar nacional en cuanto al porcentaje de trabajadores que sí puede pagar la canasta básica con su ingreso laboral; Guanajuato, el lugar 19. Y, tercero, Chihuahua ocupa también el cuarto lugar nacional en menor proporción de informalidad laboral, con 36.9%; mientras que Guanajuato, ocupa el décimo sexto, con 55.1%.
Todo esto redunda en la hipótesis básica de Viri Ríos: en León aumenta la pobreza y en Juárez se disminuye porque en Juárez los trabajadores ganan más por su trabajo y hay menor economía informal. Y esto se va a ir ahondando en la medida en que en Juárez habrá más demanda de mano de obra, con más prestaciones por parte de la industria manufacturera, sobre todo maquiladora, toda ella en la economía formal.
Esas son buenas noticias para Juárez y Chihuahua, pero cuidado: no hay que bajar la guardia y dejar que se deterioren los salarios. En Guanajuato están lanzando una campaña llamada “Salario Digno”, preocupados por los datos anteriores. En nuestro estado, empresas y gobiernos deben mantener el dedo en ese renglón y seguir impulsando salarios decentes.
Y, otro dato más, a pesar de su crecimiento económico, tanto Guanajuato como Chihuahua figuraron entre los estados con más delitos por cada 100 mil habitantes en 2021, según datos del Observatorio Nacional Ciudadano: Guanajuato, en décimo lugar, con 3457 y Chihuahua en el 14, con 2819. En números absolutos, Guanajuato fue el tercer lugar, con 209,935 delitos en ese año y Chihuahua, el once, con 110, 182. En los primeros lugares no figura ningún estado de los más pobres o de economía menos dinámica.
Esto nos dice que, ni el crecimiento económico ni los buenos salarios bastan para construir una sociedad próspera, integrada y pacífica. Diseñar y poner en práctica una sólida política de cuidados que atienda a las poblaciones vulnerables: niñas, niños, adolescentes y jóvenes en riesgo, personas mayores, personas con discapacidad. Atención psicosocial y trabajo de reconstrucción del tejido social, que muchas veces el propio dinamismo económico destruye. He ahí las grandes asignaturas pendientes.