Opinión

No pasará




noviembre 14, 2022

Lo que el oficialismo hará a continuación es no detenerse. Tomar aire y seguir a lo que sigue que es, inevitablemente, tomar el INE, con o sin reforma constitucional. Los votos de los ciudadanos le confirieron ese poder, quieran o no PAN, PRI, PRD y MC, todos unidos o por separado

Por Alejandro Páez Varela

La terraza Cha-cha-chá, desde la que se puede ver el Monumento a la Revolución, se empezó a pintar de blanco a eso de las 10 de la mañana con moteados de rosa español y mexicano por las pañoletas Prada y Pineda Covalin. Mujeres que habían salido a apoyar la marcha contra la “Reforma de Electoral de López [Obrador]” se acomodaron en este espacioso restaurante para turistas, familias que salen en domingo y, por esta ocasión, para panistas también.

Varias de las mujeres vestidas de blanco –y con tinte platinado y rubio– traían, y es entendible, tenis nuevos. No las veo en tenis para su día a día. También los conjuntos de ropa sport se veían apenas desempacados, salvo las faldas y pantalones de sus acompañantes, más jóvenes y de piel oscura, que les cargaban las bolsas de mano. Era el “servicio doméstico”, que fue movilizado por sus jefas o que salieron por su gusto a ayudar a sus jefas. Lo anterior, a juzgar por los casos que vi acá en donde estaba. La marcha empezó en El Ángel de la Independencia pero estas mujeres de las que hablo esperarían con huevos rancheros, jugo y café.

Esperar en un restaurante no fue decisión de todos. En la calle hubo muchos que marcharon y lanzaron consignas. Lo peor que podría hacer alguien desde la izquierda es decir que fueron pocos. No fueron pocos. No fueron entre 10 mil o 12 mil, como dijo Martí Batres, Secretario de Gobierno capitalino. Fueron muchísimos más y estaban enojados, molestos. Pude advertir mucha ira mientras cruzaba casi toda la manifestación, del Monumento en sentido contrario hacia el Ángel. “Así empezó Venezuela”, decía uno de los letreros. Otros aludían al “dictador López” y había un grupo provida, con un estandarte de la Virgen de Guadalupe.

“¡Ya cállate chachalaca, deja de escupir más caca!”, gritaron algunos. Era inevitable recordar, en esa consigna, lo agrio de las elecciones de 2006, cuando el PAN con ayuda de una élite (empresarios, intelectuales, priistas, medios) se robó la Presidencia de la República. Reminiscencias de aquélla batalla electoral y de aquél fraude. 

“¡Ya cierra tu pejeboca, el INE no se toca!”, se lanzaron otros, con más odio que mensaje. Decirle “Peje” es, para muchos, como decirle “imbécil”. Siempre recordaré, porque se me quedó en la médula, aquella ocasión en la que Claudio X. González Laporte, padre de Equis González hijo, volteó a la cámara de un reportero y dijo: “‘¡Pejito!’. Para mí, ese señor siempre será ‘Pejito’”, en un intento por disminuir, achicar, desaparecer a López Obrador con las palabras y por la lumbre que le salía de los ojos les garantizo que si ese anciano poderoso y multimillonario tuviera fuerza física y al ahora Presidente en sus manos, le arrancaría la piel con las uñas.

“¡No mentir, no robar, no traicionar, ja-ja-ja, ja-ja-ja!”, fue una más de las consignas y otra: “¡Rey del cash, rey del cash, tu reforma va pa’ tras!”. 

Y en el Monumento a la Revolución, las porras: “¡Dame una I!”, deletreaba un orador. “¡Dame una E!”, y así, hasta formar “INE”, la institución a la que habían salido a defender de una Reforma Electoral que, dicen, quiere destruirlo. Una reforma constitucional que a nadie importa, creo: ni a los que marcharon, ni al Presidente, ni al McPRIAN, ni al oficialismo. Así como lo digo. Es una reforma constitucional que no llegará, que no pasará. Que muy probablemente no cuajará en estos meses porque sacarla ahorita sale más caro que irse sin ella. 

Y los que marchan no marchan por esa reforma: marchan porque hay condiciones para reunirse contra López Obrador, a quien odian. Eso es lo que los une. No el INE porque, de hecho, sin Reforma Electoral le va peor a la oposición, como detallo más adelante.

***

“¡Nos están pidiendo porras pero, la verdad, yo no me las sé! ¡Pásenlas!”, dijo un orador desde el micrófono instalado en Avenida Juárez, a la salida del Monumento a la Revolución.

Antes, una oradora gritaba: “¿Se saben la de guélum? Nos la están pidiendo”. Obvio ninguno de los dos había pasado por la UNAM porque es un imperativo conocer al menos el “cachún-cachún-rá-rá que, por cierto, se acababa de entonar. Obvio muchos de los que estaban allí nunca marcharían por la UNAM, aunque sí lo harían por su derecho a tener un Tec de Monterrey o un ITAM. Obvio muchos de los que estaban allí desaprueban la educación pública, o no, y qué importa: lo realmente importante no es, para la oposición, ponerse de acuerdo en una idea de Nación. Es salir y darle en la madre al “dictador López”. Eso es lo importante.

“¡Lorenzo vive, la lucha sigue!”, gritaron. Lorenzo Córdova vive, imagínense. El 3 de abril del próximo año, cuando se vaya, habrá durado 15 años como Consejero presidente del IFE y luego del INE. El demócrata Lorenzo durará nueve años más que el dictador López, sin siquiera ser electo por los ciudadanos. Más que el dictador López en un puesto en el que puede decidir su propio salario, sus prestaciones, su seguro de vida, su pensión. Una belleza de empleo en el que no responde a nadie y apenas da cuentas. El fraude de 2006 simplemente no existió y ya: ¿y quién puede contradecir a su majestad? Lorenzo vive. Carajo.

Caminar al siguiente momento de la vida política mexicana sin una Reforma Electoral constitucional resulta, desde hace rato, lo mejor para todos. Nadie lo dice porque no le conviene. La oposición salió a las calles para rechazarla, supuestamente, pero lo más impresionante es que al Presidente y a su partido les conviene más que a nadie mandarla al congelador o para más adelante. Esto lo saben los líderes de la oposición, por supuesto, pero como rechazo y odio (el rechazo a todo lo que venga desde la izquierda y el odio a López Obrador) los une como ninguna otra cosa, lo dejan caminar. La realidad es que a la 4T le conviene irse sin Reforma Electoral y ya. Y a la oposición también.

Lo que el oficialismo hará a continuación es no detenerse. Tomar aire y seguir a lo que sigue que es, inevitablemente, tomar el INE, con o sin reforma constitucional. Los votos de los ciudadanos le confirieron ese poder, quieran o no PAN, PRI, PRD y MC, todos unidos o por separado. Las leyes electorales fueron hechas en el pasado por PRI y PAN para garantizar que la fuerza en el poder (PRI y PAN) dominaran las instituciones electorales. Pero resulta que PRI y PAN ya no tienen ese poder. Resulta que ahora lo tiene Morena. Entonces, sin moverle a nada, sólo con dejar pasar los días, vendrá lo que vendrá: la izquierda quedará en condiciones para arrebatarle al PRI y al PAN el dominio que ejercen sobre esa y sobre otras instituciones electorales, como el Tribunal. Y será con sus mismas reglas.

Morena tiene tres consejeros fines dentro del Consejo General del INE. El 3 de abril de 2023 se van Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y otros dos. Es decir, se van cuatro. Tres y cuatro son siete consejeros en un cuerpo de 11 en total. El oficialismo tomará el cuerpo rector del INE en unos meses, con o sin Reforma Electoral constitucional. Pues la oposición prefiere eso, aunque usted no lo crea, a que haya una reforma que obligue a que consejeros y magistrados (del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación) sean electos por los ciudadanos.

Ayer, Jorge Zepeda Patterson explicaba en su columna que el único ejercicio conocido por él para estimar a quién beneficiaría la integración de las cámaras con una Reforma Electoral lo hizo el diario Reforma con datos de 2021. “Paradójicamente, Morena resulta perjudicado con la propuesta que ahora hace Morena. Pierde curules”, decía. 

¿Entonces qué defendían esos que gritaban “¡Lorenzo vive, la lucha sigue!” en las calles? Lamento advertir que no defendían a un Instituto manoseado por Felipe Calderón, Elba Esther Gordillo y todos políticos habidos y por haber, de Santiago Creel a Luis Videgaray y más. 

No defendían su derecho a protestar, porque, aunque nadie lo recuerde, todavía con Enrique Peña Nieto se pagaba con prisión tomar las calles (¿cuántos ejemplos quieren?). 

Lo que realmente hacían esos en las calles era seguir a sus líderes, que les contaron de una nueva oportunidad para salir a manifestar su odio a López. Y salieron a manifestarlo. Y se vale y está bien. Ojalá les sirva contar, porque si fueron cien mil o doscientos mil o trescientos mil o un millón les faltan muchos, muchos votos todavía para superar al movimiento social que tanto aborrecen.

***

–Presidente ¿ve oportunidad de negociar? Porque, así como están ahora las posiciones, parecería que esta Reforma no va a pasar. El PRI ya también dijo que están en contra.

–No. Porque no se trata de negociar. Los principios no se negocian.

–Bueno, [negociar] para sacar la Reforma –insistió la reportera.

–No, no, no. Cada quien debe de asumir su responsabilidad. Cada quien.

De esa manera, el Presidente adelantaba, como lo hizo con la Reforma Eléctrica, que no piensa insistir en la Reforma Electoral pero sí piensa pasarle la factura a quienes decidan no aprobarla.

–Y yo sostengo que hace falta la Reforma Electoral porque –dijo– se gasta mucho en la organización de las elecciones, 20 mil millones de pesos. ¿Cuánto tiene de presupuesto Yucatán al año?

–Cuarenta –respondió el Gobernador panista de Yucatán, sentado junto a él.

–Cuarenta –dijo AMLO–. [El INE se gasta] la mitad de lo que tiene de presupuesto Yucatán.

Luego explicó, otra vez, el sentido de su reforma:

• “Es el país en donde cuesta más hacer elecciones de todo el mundo, pero a eso hay que sumarle lo que se destina en cada estado, porque están hechos los organismos estatales igual que el organismo nacional. Hay 32 organismos estatales también con presupuesto, también con dinero para los partidos. Lo que estamos planteando es reducir el costo de las elecciones”.

• “El que no haya duplicidad, que un solo organismo nacional organice las elecciones en todo el país”.

• “Que no haya diputados ni senadores plurinominales. Son 300 distritos electorales federales, 300 diputados federales, no 500, no 200 más”.

• “Y que todos los representantes en el Congreso sean electos por el pueblo de manera directa, lo mismo en el caso de los senadores”.

• “Y que a los consejeros del INE y del Tribunal los elija el pueblo, no los partidos, porque se reparten en acuerdos cupulares a quienes van a ser consejeros, y está demostrado que los consejeros y los magistrados no garantizan imparcialidad, elecciones limpias, libres, forman parte del fraude electoral que hemos padecido históricamente en México. Es una vergüenza que México sea de los países con más fraudes electorales en la historia”.

A eso es a lo que la oposición le dice NO.

Aunque en abril, bajo las reglas que esa misma oposición dejó, la élite pierda el control del INE. Quiera o no. Con Reforma o sin ella.

***

Como digo, yo creo que la Reforma Electoral nos pasará porque ya no le conviene a nadie. La oposición no puede desdecirse y ya vio que inventarse lo de la “destrucción del INE” tuvo poder de convocatoria. Morena y sus aliados saben que sin Reforma Electoral tomarán el INE, así, con las leyes diseñadas por el PRIAN. Entonces a todos les resulta más cómodo jugar con la idea de una reforma aunque no tenga mayores posibilidades.

Curioso, porque aunque muchos ganan sin la Reforma Electoral los que pierden son los que deberían importar más: los ciudadanos. Seguirán manteniendo a políticos y partidos con sus impuestos; seguirán manteniendo estructuras carísimas y caprichos de los Córdovas multiplicados. Seguirán a expensas de un Instituto que pueden tomar las Gordillos y los Calderones, y que pueden pasarse por el arco del triunfo los Romeros Deschampses, los Foxes o los Peñas.

Pero, bueno, como dijo aquél: “¡Lorenzo vive, la lucha sigue!”. Ja. Ja, ja.

***

Alejandro Páez Varela. Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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