En El País

López Obrador camina entre masas y bautiza a su gobierno como “humanismo mexicano”




noviembre 28, 2022

Tras seis horas de marcha y casi dos de discurso, el presidente mostró el respaldo popular a su gobierno y delineó 110 acciones que habrá realizado al terminar su mandato. Ante la demanda popular, reiteró que no promoverá la reelección

Por Arturo Contreras, Kau Sirenio, Daniela Pastrana, Alejandro Ruiz / Pie de Página

Ciudad de México- Fueron seis horas de caminata y 90 minutos de discurso político. Suficientes para mostrar al país el fuerte respaldo popular que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Si hace dos semanas la “defensa del INE” unió a los opositores del presidente, este domingo, la defensa del proyecto político del presidente movilizó a un lopezobradorismo enraizado en las masas.

La Marcha del pueblo, convocada por el mandatario, sumó 1.2 millones de personas, según los datos oficiales del gobierno de la Ciudad (que hace dos semanas estimó en 12 mil la marcha de la oposición).

En realidad, es difícil estimarlo, porque la masa nunca estuvo estática. Ni siquiera en el Zócalo. Duró tanto y fue tan larga (tres horas después de iniciada seguían saliendo contingentes del Ángel de la Independencia) que la única certeza posible es que estaban desbordados.

La plancha del Zócalo durante el informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. El informe comenzó a las tres de la tarde. Foto: María Ruiz

A muchos nos recordó el desafuero , de abril de 2005, no solo por la cantidad de gente (en esa ocasión el gobierno de la ciudad también estimó 1.2 millones, aunque el gobierno federal calculó 120 mil) sino por el tono festivo. De carnaval.

Minutos antes de la hora citada para iniciar la marcha comienzan los gritos de “no empujen”. Son inútiles. A menos de 50 centímetros, a dos cuerpos de distancia, un migrante de Chicago (dice que pagó mil 500 mil dólares por un vuelo de último minuto) bromea sobre cómo va a llegar el presidente a la cita. Diez metros delante, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum; el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, saludan a las masas que se arremolinan entre ellos. “Tendría que llegar en helicóptero”, asegura el migrante. “O salir de la tierra”, dice la señora de junto. Ni el apio está tan apretado, dijera Mafalda.
De pronto, como si se hubiera materializado sobre el banquetón de Reforma, bajo el amparo de un águila real, el presidente López Obrador se acerca a las tres “corcholatas”, como les dicen a los tres aspirantes a sucederlo. 

Miles de personas marcharon junto al presidente Andrés Manuel López Obrador desde el Ángel de la Independencia hasta el zócalo de la ciudad de México para escuchar el 4to informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Por más de 5 horas caminaron por Av. Paseo de la Reforma decenas de miles de simpatizantes de la 4T. Foto Duilio Rodríguez

No hay quien no quiera verlo, por cariño o interés. Cada uno de sus pasos remueve las masas alrededor, como en efecto mariposa. Cuerpo a cuerpo, sin espacio para respirar, el calor se estanca. Pesa, húmedo de transpiraciones.
Seguir el paso del presidente es difícil. Hoy, difícil e histórico. Ninguno se había paseado así, sin guardias, ni vallas, ni seguridad, desde que Madero en 1913, saliera en su caballo durante la Marcha de la Lealtad. Obrador no trae caballo, y aún así, a su paso, los rostros, exhaustos, explotan de emoción. Aunque piensa llegar al Zócalo en una hora, surcar las masas le lleva seis. 

Bajo la luz de la mañana, el rostro de las multitudes gozosas brilla mientras esperan ver pasar al presidente. Sobre los parabuses, entre las ramas de los árboles, en los hombros de las esculturas, ni una marabunta parece tan densa. A unos metros del presidente un hombre encapuchado, con ropas doradas y tramas como de felino pide no empujar. En su espalda trae una espada de plástico verde refulgente y empuñadura de león. De la nada saca un tubo largo y brillante, le cuelga una mecha, en un suspiro, prende un encendedor y lo acerca. Esto es una trampa mortal. Explota y el confeti amarillo cae alrededor. Algunos se asustan.

“¡Cuiden al compañero presidente!”, gritan otros mientras se empujan para ver a su “cabecita de algodón”, quien pareciera no medir ningún riesgo ni aceptar ayuda más allá de la marcha, como los dos autos que se acercaron a aligerarle el paso, pero que rechazó.

Tal vez López Obrador, como le dijeron en una de sus conferencias, sí tenga la resistencia de un maratonista keniano. De quienes aspiran a seguir sus pasos, solo Sheinbaum logra aguantar la presión a su alrededor. El canciller Ebrard se adelanta antes de cruzar Insurgentes. Pasando el cruce con Bucareli, le sigue los pasos el secretario de Gobernación. Se volverán a juntar en el Zócalo.

Foto: María Ruiz

En donde el presidente lanza un mensaje de más de una hora y media. Dice que «La esencia de la 4T es el humanismo mexicano», jura de nuevo que no habrá reelección, se congratula de ver a jóvenes que haya relevo generacional y hace un «llamado» al pueblo a seguir luchando por la transformación».

El presidente enlista 110 acciones que ha hecho su gobierno o que terminará por hacer antes de que termine: dedica una buena parte a los logros en la economía, a pesar de la pandemia, y los programas sociales; habla de la buena gestión de la pandemia, destaca la baja en la delincuencia y habla de sus  proyectos de desarrollo, que incluyen carreteras, aeropuertos. 

“Primero los pobres”, repite su lema de 2006.  “La política es, entre otras cosas, pensamiento y acción, y aun cuando lo fundamental son los hechos, no deja de importar cómo definir en el terreno teórico el modelo de gobierno que estamos aplicando. Mi propuesta sería llamarle humanismo mexicano”, en el que los pobres y la figura del pueblo ocupan un lugar central.

“La auténtica política es profundamente humana en su fundamento, en su esencia, y sobre todo cuando se practica en bien de los demás y, en especial, de los pobres”.

Detrás del mandatario, en el escenario, estaban sentados varios funcionarios de su gobierno, y también tres aspirantes presidenciales. El gran ausente fue el senador Ricardo Monreal.

Foto Duilio Rodríguez

Las protestas

Foto: Alejandro Ruiz

La madre de Diego Maximiliano Rosas sostiene su foto en medio de Avenida Reforma. Diego desapareció en Ecatepec, Estado de México, en septiembre de 2015, y desde ese día su mamá lo está buscando. 

La gente pasa a un lado de la señora, apenas deteniéndose unos minutos para mirar la fotografía de Diego. Junto a ella, decenas de familiares de personas desaparecidas también cargan las fotos de sus seres queridos, lo hacen para protestar en medio de la marcha convocada por el presidente López Obrador. 

“En México estamos viviendo el fenómeno de la desaparición. Más de 106 mil personas están desaparecidas, y es lo que existe, aunque no queramos ver una realidad. Nos estamos acostumbrando a la violencia, a que desaparecer es normal, y eso es lo que no puede ser”.Madre de Diego. 

Las demandas de las familias son simples: que el gobierno federal las atienda y dé prioridad a sus casos, y que la exglorieta de la palma (tomada y rebautizada por los colectivos de búsqueda como la glorieta de las y los desaparecidos) sea reconocido como un espacio de memoria ante la desaparición forzada. 

“Queremos que el presidente reconozca esta glorieta como un memorial para las personas desaparecidas, pero también para recordarle que tiene una promesa incumplida, que era recibirnos cada tres meses y dar avances sobre lo que su gobierno estaba haciendo en materia de personas desaparecidas”, explica Jorge Verástegui, miembro de un colectivo de búsqueda y parte del grupo de personas que luchan por el reconocimiento de la glorieta de las personas desaparecidas. 

El presidente pasó a su lado; no hubo ningún acercamiento hacia las familias de los desaparecidos. Aunque en algunos videos se ve que el canciller Marcelo Ebrard se acerca. Jorge dice que no han tenido respuesta de nadie. 

La militancia obradorista pasa y mira asombrada la protesta de los colectivos de búsqueda. Cuando el ruido da tregua, hay quienes se detienen a escucharles y también gritar sus consignas: ¡Hasta encontrarte! Otros más, avanzando sonrientes sobre avenida Reforma, deciden ni siquiera mirarles. Inclusive, a veces pareciera que genera cierto disgusto su presencia en esta fiesta obradorista. 

Rigoberto García, de Hidalgo, reflexiona sobre esto. Él es obradorista, y ha venido a la ciudad para demostrar su apoyo al presidente. Mientras camina frente a la glorieta, mira detenidamente las fotos que los colectivos de búsqueda mandaron imprimir a gran escala para que el presidente pudiera verlas en su camino. 

–¿Consideras legítima la protesta de las familias? – se le pregunta a Rigoberto

–Sí, bastante. Bastante porque tienen todo el derecho, porque si yo fuera una persona de esas familias, imagínese, o equis persona– contesta, y después repone que aunque es urgente atender la desaparición forzada es un problema que no se resuelve en un par de días. 

Los obradoristas que marchan junto a él asienten con la cabeza. 

A la altura del caballito, otra protesta está rodeada de policías de la Ciudad de México que impiden a los manifestantes -unos cien- encontrarse con la del presidente. La protesta es convocada por uno de sus grupos opositores: Frena. Su principal dirigente, Gilberto Lozano, dice a la prensa: “y a todos los que contribuyen a minimizarnos, pero que sepan que no somos pocos, somos muchos”. 

Foto: Alejandro Ruiz


Otro orador, con el rostro enrojecido, termina su arenga gritando “¡Que viva Cristo Rey¡ ¡Que viva la Virgen de Guadalupe! ¡Que viva la libertad!”. 

Uno de los manifestantes asegura que la convocatoria presidencial derivó del temor a que Frena “inundara” las calles de nuevo con una protesta para derrocar a López Obrador.

“Yo vine desde Monterrey, pagué mi boleto de avión, nadie me trajo. Vine a protestar, a ponerle un fin a este loco socialista y ahora no nos dejan pasar para decirle que se vaya”.

Pero la protesta que sí se escucha fuerte es la de los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, que se encuentra con el presidente un poco antes de llegar a la glorieta de Las Mujeres que Luchan. 

“¡SME solución!”, le gritan. “Aquí se ve la fuerza del SME”. Son muchos y el jaloneo se vuelve muy peligroso.

Mientras el carnaval avanza en el Paseo de Reforma, en el zócalo de la Ciudad, los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de Educación Guerrero (CETEG) colocan carteles para visibilizar sus demandas que va desde de la reinstalación de la mesa nacional de diálogo, hasta la basificación de alrededor de 1500 maestros eventuales. 

Los acarreados 

Frente el Hemiciclo a Juárez, la base sindical del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) vitorean al presidente Andrés Manuel López Obrador: «Con Obrador, certeza laboral”. Es la primera vez que los maestros de base saludan abiertamente la marcha del presidente. El 13 de noviembre, la exlíder magisterial Elba Ester Gordillo marchó codo a codo con los empresarios de la alianza Va por México.

Con pancartas que decían; “Soy acarreado por mi conciencia y por un cambio en México” o “Vengo acarreado por que apoyo al mejor presidente de la historia” personas en la glorieta de Cuauhtémoc esperan el paso de AMLO. Foto Duilio Rodríguez

En las redes sociales circulan versiones de que gobiernos estatales obligaron a los funcionarios a participar. Acusan al gobernador de Puebla; y a la jefa de Gobierno de enviar a los de los Pilates. Otras versiones apuntan a que hay elementos de la Guardia Nacional.

Lo cierto es que en la marcha es difícil encontrar a alguien que no esté convencido de caminar con López Obrador.

No se ven listas, ni cosas que comúnmente se miran en marchas obligatorias. Lo único que se ve es gente que usa cualquier tipo de consignas:

Hay personas que incluso reclaman a la prensa que los cuente y que diga la verdad. “¡Venimos porque queremos!”, dicen dos mujeres de Ecatepec.

La fiesta del presidente

Entre consignas de apoyo a la 4T, música y monigotes gigantes con la figura de Amlo contingentes de toda la república mexicana desfilaron en el centro de la capital del país. Foto Duilio Rodríguez

«Hey, hey, hey” corean un grupo de mujeres vestidas de playeras guinda mientras contonean sus cuerpo al compás de la banda de música de viento. Cuando pueden se dan media vuelta, para gritar las consignas que armaron desde la casa para gritar en la principal arteria de Ciudad de México. El contingente de bailarines viene de Valle de Chalco, Estado de México.

Bajo los rascacielos del Paseo de Reforma, los tambores sinaloenses hace bailar a grande y chicos, mientras esperan que pase el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, haga su recorrido antes de llegar al zócalo para rendir ante el pueblo de México cuarto informe del estado que guarda la Nación. 

A un costado del antimonumento de los 43 normalistas desaparecidos por el Estado mexicano, en Iguala, Guerrero el 26 de septiembre, la banda de Tlayacapan, Morelos, hacen mover con la tradicional pieza morelense El Chinelo. Después del bailongo uno de los músicos platica: «venimos en apoyo a la reforma electoral del presidente Andrés Manuel López Obrador”. 

La ola humana se pinta de blanco y guinda cuando aumenta el movimiento del río desbordado por la transparencia y la esperanza sobre avenida Juárez, corean «México, Obrador”. Mientras que el grupo de simpatizantes proveniente de Guanajuato canta México Lindo y ondean sus banderas, la marcha del Cuarto informe es un carnaval. 

“Esta marcha es una fiesta convertida en carnaval”, dice Santiago, proveniente de Veracruz mientras gira su matraca con fuerza. Cuando pasan frente a las imágenes de Margarita Zavala y Denise Dresser y diputados del Partido de Acción Nacional (PAN) los acompañantes del presidente de México gritan: ”Estos son estos son los chingan a la nación”. 

«Lorenzo, entiende, el pueblo no te quiere», repite el contingente de la Montaña de Guerrero al pasar frente al caballito, en referencia al consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, Lorenzo Córdova. Los contingentes de Estados de México e Hidalgo gritan a todo pulmón a pesar de que falta buen tramo para arribar al zócalo. «A los lados, a la izquierda, a la derecha el pueblo está con Obrador”

El señor Ernesto Yáñez llegó apresurado a la plaza del zócalo para buscar el mejor ángulo para ver y escuchar el discurso del presidente: “Vine a la marcha para demostrarle al mundo el apoyo que tiene el presidente Andrés Manuel López Obrador y los cambios que está realizando en México”.

Otros que vienen de Veracruz son los amlovers totonacos, que traen máscaras de Felipe Calderón, Vicente Fox, Ernesto Zedillo, Carlos Salinas y Elba Ester Gordillo, Un tigre, un Super Lóez Obrador, la Justicia y la libertad.

Cerca de ellos están dos integrantes de la resistencia civil pacífica que estaban en el Hemiciclo a Juárez, pero la pandemia los quitó. Ellos han acompañado al presidente desde el desafuero y muestran su manta pintada.

Más adelante los brigadistas del 68, que vienen con toda la familia. Han participado en marchas desde hace 54 años y ahora ven por fin, que un presidente está haciendo lo que pelearon.

“AMLO está cumpliendo nuestro pliego petitorio”.

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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.

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