En Estados Unidos se intensifica la contienda electoral por la presidencia y como en cada período similar, México será el centro de las críticas. Esta vez participarán también los adversarios de la 4T, urgidos de sumarse a las campañas extranjeras de odio y racismo.
Por Alberto Nájar
1.
Los fiscales de 21 estados gobernados por el Partido Republicano envían una carta al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para exigir que declare a los carteles de narcotráfico de México como organizaciones terroristas.
2.
El diario The Washington Post informa de una negociación secreta entre la Casa Blanca y Palacio Nacional para acelerar la deportación masiva de personas migrantes detenidas en suelo estadunidense (de todas las nacionalidades) y que serían enviadas nuestro país.
3.
En su discurso sobre el estado de la nación el presidente Biden advierte que reforzará la seguridad en la frontera con México, como parte de la estrategia para frenar el tráfico de fentanilo en suelo estadunidense.
Tres estampas de la relación actual binacional México-Estados Unidos, y representan un adelanto de lo que viene en los próximos meses.
Como sucede en nuestro país, la clase política estadounidense se concentra cada vez más en la elección presidencial de 2024.
Un proceso que desde ahora se anuncia como intenso y muy disputado.
Joe Biden pretende reelegirse, a pesar del consejo de varios asesores de pensarlo cinco veces antes de embarcarse en una cruzada riesgosa por la baja popularidad del mandatario… Y sus problemas de salud.
Del otro lado, en el Partido Republicano, tampoco la tienen sencilla. Hay por lo menos cuatro personajes que abiertamente disputan la candidatura presidencial, y entre ellos el único matiz es el nivel de fascismo que muestran en público.
Los precandidatos son Ron DeSantis, gobernador de Florida; Mike Pence, exvicepresidente en el gobierno anterior, Gregg Abbott, gobernador de Texas, el senador Ted Cruz y por supuesto, Donald Trump.
En todos los casos la ruta hacia 2024 es cuesta arriba, y para ganarla aplicarán todas las mañas de la política estadounidense.
México será un actor relevante en tal escenario. Como en casi todas las contiendas electorales en la historia reciente de ese país, la migración irregular y el tráfico de drogas formarán parte del debate político.
La temporada de piñatas está abierta, pero a diferencia de fiestas anteriores ahora entre los apuntados para soltar garrotazos no hay solamente políticos y medios estadounidenses.
En la fila esperan turno los adversarios políticos del presidente Andrés Manuel López Obrador, ansiosos por sumarse y alimentar la campaña de odio y racismo que viene del norte.
Ya hubo una muestra en 2020, cuando Joe Biden ganó la elección presidencial.
El candidato perdedor, Donald Trump, impugnó el proceso y eso provocó que retrasara el reconocimiento de su derrota.
López Obrador decidió esperar al resultado oficial antes de felicitar al ganador, lo que desató una campaña de críticas y advertencias de una mala relación con el próximo presidente de Estados Unidos.
Eso no ocurrió. La relación binacional se mantiene en los cauces normales. El trato entre Biden y López Obrador es cordial y respetuoso, como ha sido en la mayoría de los gobiernos mexicanos.
Las excepciones fueron Miguel de la Madrid Hurtado, en cuya administración fue asesinado el agente de la DEA Enrique Camarena Salazar, El Kiki.
Otra ocurrió en el período del impresentable Calderón Hinojosa, a quien colaboradores del presidente Barack Obama definían como altanero e irrespetuoso.
En las próximas semanas es previsible que, en Estados Unidos, se presenten nuevas campañas de odio y racismo hacia los mexicanos.
A los precandidatos republicanos les urge aumentar sus bonos ante los estadounidenses conservadores, y para eso la fórmula más eficiente -para ellos- es arremeter contra México.
De este lado de la frontera también habrá mensajes de odio y manipulación informativa, especialmente de los mismos personajes que han pronosticados varios desastres en la relación con Estados Unidos.
Como en otros momentos es muy probable que todo quede en escándalo de medios y redes sociodigitales.
Pero mientras el debate se concentra en los turnos para zarandear la piñata, se perderán de vista temas relevantes y de riesgo en la relación binacional:
La aceptación, en los hechos, de convertir a México en un tercer país seguro como advirtió The Washington Post.
El incremento de la migración irregular por nuestro país ante la nueva política migratoria de Biden de recibir a un promedio de 30 mil venezolanos, nicaragüenses y cubanos cada mes.
Un aumento que se podría intensificar en mayo, si es que finalmente termina en esa fecha el programa de deportación exprés bajo el decreto Título 42.
Y un elemento adicional serán las presiones de la Casa Blanca al gobierno de López Obrador para intensificar el combate a las bandas productoras de fentanilo.
Es una medida previsible ante la estrategia especial anunciada por Biden en su discurso en el Capitolio para reducir el ingreso de opioides a su territorio, e intentar que se frene la epidemia de muertes por sobredosis en ese país.
Temas donde es necesaria una mirada crítica e imparcial, pero se ve difícil de conseguir porque no importan a los conservadores de ambos países, interesados en conquistar el poder y los enormes beneficios que representa.
Para conseguirlo es útil promover odio y terror, inclusive si cuesta la vida de muchas personas.
En ese tema los conservadores de México y Estados Unidos son iguales.
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Alberto Najar. Productor para México y Centroamérica de la cadena británica BBC World Service. Periodista especializado en cobertura de temas sociales como narcotráfico, migración y trata de personas. Editor de En el Camino y presidente de la Red de Periodistas de a Pie.