Opinión

La ciudad en un whatsapp: una disputa por la verdad




febrero 21, 2023

En el intercambio de opiniones y experiencias, cada argumento queda detrás de una razón inocultable: unos quieren defenderse del pasado; otros caen en un mea culpa colectivo con una memoria rebosante de lagunas de olvido

Por Leobardo Alvarado

La ciudad en un whatsapp y la búsqueda de la verdad, como un ejercicio para encontrar el horizonte de la dignidad ciudadana que se persigue permanentemente en Juárez, surge de participar en dos grupos de whatsapp. La gente que comparte allí, pertenece a los ámbitos de la poĺitica, lo empresarial y también al periodismo, cuyos vínculos están en el estado de Chihuahua. Por supuesto, destaca que la mayoría tiene relación tanto con la capital como con Juárez. Ambos whatsapp se basan en la retroalimentación: uno se dedica a recoger el sentido periodístico de lo que en el otro se conversa. Los criterios para conformar los dos grupos se desvelan en el perfil de quienes allí convivimos: experiencia, información, diversidad, confianza y grosor de piel. Obviamente, muchos creen tener la verdad en la mano.

Desde antes de estar en este grupo ya seguía varias experiencias sobre el uso de las redes sociales en la ciudad. En el caso del whatsapp, cuando para organizarse la gente abre un grupo, inmediatamente surge una especie de whatsofobia. Es el desánimo de pertenecer a espacios virtuales en el que implica atender a lo que allí se diga; porque por eso se acepta entrar a un grupo de whatsapp. Mucha gente no comprende lo que significa compartir con otras personas a través de una herramienta que sirve fundamentalmente para comunicar. Así que el propósito original de un grupo, rápidamente se puede desvirtuar porque se satura con contenido distinto al objetivo perseguido. También es un hecho que la gente termina por imponer reglas o exige que no se utilice el espacio para cosa distinta a la que se dijo sería. Es problemático, no es sencillo, pero finalmente la presión social hace que con el tiempo los grupos se moderen y se auto regulen.

Otra cosa que veía es que no se asume una práctica política en las redes sociales como whatsapp, si no es que específicamente se le da, por ejemplo, en tiempos electorales. Entre otros, parece que se debe a que quien entra un grupo de whatsapp tiene una cercanía con quienes lo integran y se sobreentiende que la política todo lo ensucia. Sobre todo domina la confusión donde la política se equipara con partidos políticos y políticos corruptos. Fuera de eso hay una gran fuerza en la dinámica que generan estos grupos en términos de humor, o para acciones urgentes de quienes pertenecen a esas comunidades virtuales en momentos de necesidad. No se diga cuando se trata del tema de los pequeños negocios a través de la compra y venta de artículos varios. Lo que pasa en las redes sociales de la ciudad, es una buena manera de darle lectura a cómo funciona Ciudad Juárez.

Cuando llegué me pareció evidente que el trasfondo del grupo, más allá de lo noticioso y compartir información pertinente, lo que allí pasa o se dice, de manera natural adquiere un carácter político. Es la manera que desde la comunicación y el periodismo se alimenta la discusión pública. En lo particular lo considero algo importante, es una estructura donde el ejercicio del diálogo y la discusión poco a poco ha madurado en su autorregulación al grado que los tópicos, cada vez más y aún en su carácter espinoso, son tratados con mayor facilidad. Hay temas como el rigor en el uso de la información o las fake news, así como el hablar de la ciudad, que causan sarpullido y salpica a todos lados.

Es interesante cómo la autorregulación llevó a una escisión que terminó en otros dos grupos. Esa separación se configuró en otros dos campos reflexivos. Uno desde la perspectiva del humor y la crítica política y el otro, potenció un carácter faccioso y conservador. La disputa cotidiana de tres de cuatro grupos se convierte en una bullanguera crítica o defensa de lo que hace el gobierno federal. El otro, al ser principalmente para periodistas, se mantiene un tanto en términos informativos. En los otros tres prevalece la crítica hacia lo externo. Desde el inicio había cierta negación a hablar de la ciudad, pero con el tiempo en dos de ellos, poco a poco, Juárez es un tema. La realidad es que cuando brotan las discusiones sobre lo que acontece en la ciudad, y sobresale la historia reciente, los reclamos son fuertes y profundos. Quizá por eso la mayoría de quienes están en ellos nada más observan: Asusta cuando la verdad aflora.

Siempre está presente el fantasma de que si jalas un hilo descobijas a los amigos. En cualquier momento se puede salir raspado. Es cierto y notorio que hay gran experiencia y conocimiento específico, pero también eso está ligado a toda una historia de convivencia entre la diversidad de gente que comparte el espacio. Aunque tengan diferencias, esa es la riqueza, o el problema, según se vea. Resaltan las posiciones políticas contrarias, y como un velo, a veces se trasluce una gran red en la que subyacen las complicidades. Se impone que muchos hayan sido parte de los gobiernos y la actividad política, empresarial o periodística en la ciudad y el estado de Chihuahua durante décadas. La gran mayoría se conocen entre sí de una u otra forma.

Pero lo que aquí se intenta es resaltar el fenómeno del diálogo en uno de esos grupos de whatsapp. Reconocer que cuando se trata de la ciudad, si bien surgen los desencuentros, la verdad es que también y sin descartar intereses y yerros, la linde es un equilibrio de cosas en común que comparten. Hace tiempo ese equilibrio acude a una suerte de redención o expiación de culpas forzada por la presión del fenómeno de utilizar el whatsapp para comunicarse.

Como instrumento el whatsapp posibilita la horizontalidad de la reflexión de lo político. Al provocar el encuentro de los diferentes, en tiempo y espacio común, cuando la conversación se torna para hablar de los temas que lastiman la ciudad donde vivimos una gran parte de la gente que compartimos, la respuesta ante el cúmulo de preguntas y hechos es el consenso de que la ciudad es un desastre frente a la persistencia de una ciudad deseada.

En este grupo de whatsapp se desvela el ímpetu y el consenso de ya no querer vivir más en una ciudad en condiciones deplorables. Se dice y hasta se exige que la cosa debe cambiar. Curiosamente aquí también suelen decir que en Juárez no se avanza porque en nada nos ponemos de acuerdo. El consenso es que hay muchas cosas que no funcionan y que están o se han hecho mal. En el intercambio de opiniones y experiencias cada argumento queda detrás de una razón inocultable: unos quieren defenderse del pasado; otros caen en un mea culpa colectivo con una memoria rebosante de lagunas de olvido.

Pocos son quienes esbozan e hilan en palabras ideas de cómo debería ser diferente. Pero de inmediato todo queda en la red del pasado. Lejos del derecho de una ciudadanía y la idea de una ciudad digna por la que pugnan nuevas generaciones. Así es como la ciudad en un whatsapp se convierte en una disputa por la verdad. Desde un falso orgullo identitario, cuando el derecho a la ciudad debe ser el horizonte.

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