No bastan los logros cuantitativos, hay que enfocarse ahora a examinar si esto influye en el mejoramiento de la calidad de vida en Chihuahua
Por Víctor M. Quintana S.
Los datos pueden mirarse de manera tan autocomplaciente que nos hagan bajar la guardia. Porque hay que reconocer que la pobreza se ha reducido significativamente en el estado de Chihuahua. Como también hay que reconocer que tenemos grandes tareas pendientes en el ámbito social.
Un primer análisis del documento del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL), dado a conocer el pasado 10 de agosto, nos aporta datos importantes: Figuramos entre los cinco estados de la República con menor porcentaje de población en situación de pobreza, con un 17.6% de la población total, sólo detrás de Baja California Sur, Baja California y Nuevo León. Entre 2016 y 2022 el número de chihuahuenses en pobreza se redujo en 434 mil 900 personas, del 30.7 al 17.6% de la población, casi por mitad.
En cuanto a pobreza extrema, figuramos en el lugar número once de menos a más en cuanto a porcentaje, con un 2.1% de la población total. De 118 mil 900 a 79 mil 800 personas: unas 39 mil personas menos, del 3.3 al 2.1% de la población.
Otra buena noticia es que la población no pobre y no vulnerable del estado se incrementó también en más de 420 mil personas: del 31.8 al 44.3% de la población. También disminuyeron en números absolutos y relativos la población con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema por ingresos: se redujo casi a la mitad: del 10 al 5.3% de la población y el de población con ingreso inferior a la línea de pobreza por ingresos, de 43.5 a 25.5 %. Además, el ritmo de reducción de pobreza y de aumento de la población no pobre es mucho mejor que a nivel nacional. Las malas noticias o retos que persisten tienen relación con las carencias y rezagos sociales.
La población con al menos tres carencias sociales se incrementó en números absolutos entre 2016 y 2022: de 364 mil 200 personas a 388 mil 200, manteniéndose prácticamente estacionaria en cuanto a porcentaje de la población. En cuanto a carencias sociales, es preocupante que el número de chihuahuenses que carece de servicios de salud casi se dobló entre 2016 y 2022: de 440 mil a 818 mil personas.
En contraparte, el número de personas que carece de una alimentación nutritiva y de calidad se redujo muy significativamente: de 670 mil 600 a 370 mil 600 personas. A nivel nacional de las seis carencias sociales hubo un aumento del porcentaje de la población en tres de ellas: rezago educativo, acceso a los servicios de salud y acceso a una alimentación nutritiva y de calidad. En tanto, hubo una disminución en el porcentaje de población que no tiene acceso a seguridad social, a una vivienda y a los servicios básicos en la vivienda. En Chihuahua sólo se incrementó el porcentaje de población que carece de servicios de salud.
Los factores del avance de Chihuahua en cuanto a disminución de la pobreza y de las carencias sociales son múltiples: se mantiene, e incluso se ha acelerado la dinámica de creación de empleos; la disposición del gobierno de López Obrador de incrementar los salarios mínimos generales más allá de la inflación y aún más en la zona fronteriza, nos beneficia muy claramente pues somos de los estados con mayor porcentaje de la población ocupada en la economía formal. Además, hay que agregar el aporte de las transferencias monetarias directas de los programas sociales del gobierno federal a amplios sectores de la población.
Sin embargo, hay tendencias que no se han podido revertir, por más que nuestro estado progrese: seguimos teniendo varios de los municipios en mayor extrema pobreza del país: Morelos, Batopilas, Guachochi, Guadalupe y Calvo, Urique, Maguarichi. Ahí se concentran los mayores rezagos y carencias sociales, donde sigue haciendo de la suyas la desnutrición infantil. Por otro lado, está disminuyendo el porcentaje de población que con su salario le basta para comprar la canasta básica, del segundo lugar nacional hemos pasado al quinto. Por otra parte, la pobreza sigue afectando mucho mas a las mujeres, a las niñas y niños, a las y los jóvenes, a las personas indígenas. Todas ellas padecen rezagos que hay que atender .
Otra asignatura es que, no bastan los logros cuantitativos, hay que enfocarse ahora a examinar si esto influye en el mejoramiento de la calidad de vida en Chihuahua.
Aquí sí que no aplica la máxima atribuida al Quijote de que los ladridos son señal que avanzamos; las críticas apuntan lo que como sociedad y como gobierno debemos atender y no dormirnos en nuestros laureles. Si no nos enfocamos en las tareas pendientes tal vez tengamos mas crecimiento económico pero sin calidad de vida y se ahondarán las desigualdades sociales.