La pugna entre sus principales liderazgos del partido Movimiento Ciudadano pone el futuro del movimiento naranja en vilo. Si hasta hace poco parecía el partido renovador en un escenario de política anquilosada, a día de hoy su porvenir se antoja incierto
Por Hernán Ochoa Tovar
Durante esta semana, se acentuó un diferendo que había existido entre el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, y el presidente nacional del partido Movimiento Ciudadano (MC), Dante Delgado. Aunque ambos habían discrepado últimamente en cuanto a estrategias electorales y políticas, al parecer ayer terminaron de romper, pues Alfaro dijo que no compartía algunas estrategias seguidas por la coordinación nacional de MC; mientras Delgado refirió entender las motivaciones que pudiera tener su compañero, mas deslizó que no las compartía y respetaba las decisiones que quisiera seguir.
El asunto no quedó ahí: el grueso de quienes conforman el partido MC en Jalisco sacó un desplegado respaldando las ideas de Alfaro. Mientras, sus ideólogos de Nuevo León, Samuel García (gobernador de dicha entidad) y Luis Donaldo Colosio (alcalde de Monterrey) respaldaron la perspectiva de Dante Delgado y se deslindaron de las posturas alfaristas ¿Hacia dónde irá a parar esto? ¿Hacia una eventual balcanización del otrora célebre movimiento naranja?
Cabe recordar, que uno de los fenómenos que cimbró las estructuras, apenas un par de meses atrás, fue la emergencia de la candidatura de Xóchitl Gálvez, como algo totalmente inesperado. Si, hasta hace un semestre, se vislumbraba un panorama sumamente claro, en el cual el oficialismo (vía Morena) era el claro ganador, y la oposición se conformaba con un decoroso segundo lugar, el arribo de Xóchitl Gálvez cambió las coordenadas.
Hasta hace poco tiempo, incluso el más encumbrado opositor se veía derrotado ante cualquiera de las corcholatas. Mientras hoy, aunque el panorama sigue siendo alentador en las filas de Morena, la candidatura de Xóchitl Gálvez ha presentado un crecimiento importante del mes de junio para acá, que fue cuando comenzó a ser mencionada en el círculo rojo con una insistencia mayor, visualizándola como una eventual candidata que pudiese poner en jaque las pretensiones continuistas del oficialismo.
Aunque Gálvez está alineada con el panismo, se dice que no está alineada con la nomenklatura de ese partido, hecho que ha llevado a que un espectro amplio de personas de la oposición (PRI, PAN, PRD) lleguen a apoyarla, más allá de estructuras partidarias. Y, justamente su popularidad creciente llevó a que el senador jalisciense -otrora coordinador nacional de MC-, Clemente Castañeda a sugerir un eventual apoyo del partido naranja a la precandidata en ciernes. Sin embargo, este comentario no gustó a la dirigencia nacional, pues precisamente Dante Delgado señaló que no irían con los partidos del Titanic y que, por lo tanto, MC iría solo en esta contienda.
Hasta ahora, la definición del eventual abanderado de MC es una incógnita difícil de develar. En un momento se dijo que el ungido sería Enrique Alfaro. Luego se hablaba de una de las corcholatas, particularmente Marcelo Ebrard; y una de las propuestas que cobró fuerza hace tiempo fue la de Luis Donaldo Colosio, actual alcalde de Monterrey, quien, aunque no tendría los votos para vencer a alguno de los abanderados del oficialismo, era el mejor posicionado de MC y, hasta antes de la emergencia de Xóchitl Gálvez, un precandidato con futuro, pero más por su simbolismo que por sus resultados tangibles.
Hasta ahora, la estrategia de MC de ir solos en una coyuntura de bloques (oficialismo vs. Oposición) ha funcionado. En un tiempo de polarización extrema, se han comportado como los fieles de la balanza en diversas ocasiones, llegando a tornarse en ese partido bisagra que requiere tanto la coalición gobernante como sus adversarios. Esto les ha sido útil, pues, en comicios pasados, mientras los partidos tradicionales perdieron votos, MC los aumentó. Y su perfil dialogante crítico les ha dado resultados. Tanto, que ya gobiernan dos de las ciudades más relevantes del país (Guadalajara y Monterrey) y se han tornado una fuerza relevante en estos territorios. Sin embargo, fuera de los mismos no han podido tener un crecimiento real, salvo en Campeche, donde disputaron la gubernatura con fuertes posibilidades.
Sin embargo, la pugna entre sus principales liderazgos pone el futuro del movimiento naranja en vilo. Si hasta hace poco, sorprendía a propios y ajenos y parecía el partido renovador en un escenario de política anquilosada, a día de hoy el porvenir se antoja incierto. Resulta difícil adivinar el escenario venidero. No obstante, es tan probable una reconciliación interna -la política suele moverse por el pragmatismo- como una balcanización. Veremos si terminan apoyando a Xóchitl Gálvez o si se lanzan al ruedo con un candidato propio que tenga grandes posibilidades de perder. Veremos. Todo es posible en este contexto surrealista, donde los amigos del hoy serán los enemigos del mañana y viceversa.