El proceso electoral en ciernes nos dice una cosa: aún con áreas de oportunidad, el empoderamiento de la mujer pareciera estarse consolidando en la política mexicana
Por Hernán Ochoa Tovar
Este 30 de agosto, la coalición “Va por México” conformada por el grueso de la oposición aglutinada en México (PAN, PRI, PRD), con la aún notable excepción de Movimiento Ciudadano, determinó que su coordinadora nacional sería la senadora Xóchitl Gálvez, quien, de acuerdo a los estudios demoscópicos realizados, se impuso ante su colega Beatriz Paredes, quien alcanzó un número de preferencias mucho mejor, de acuerdo a las informaciones en mención. Aunque el eufemismo con el que fue revestida, es un hecho obligado debido a las restrictivas leyes electorales nacionales, se da por descontado que la senadora Gálvez será la candidata presidencial de oposición, y quien enfrente a la corcholata que resulte ungida en su próximo proceso.
Cabe destacar que aunque el oficialismo aún no determina quien será el “Coordinador de los Comités de Defensa de la 4T” -término para disfrazar al candidato presidencial morenista- las encuestas preveen que la probable abanderada sea la ex Jefa de Gobierno de la CDMX, la Dra. Claudia Sheinbaum. Si esto ocurre, pues la unción de Ebrard, aunque pertinente, comienza a sonar improbable, sería el primer paso para lo que denomino una carrera presidencial inédita, ya que dos mujeres tendrían grandes probabilidades de gobernar este país y, por primera vez en muchos años, México se alistaría para tener a su primera Presidente, luego de casi dos siglos de una hegemonía masculina en el ramo.
Esto es relevante porque entraña una ruptura paradigmática, pues, aunque ya ha habido candidatas presidenciales, ninguna había tenido una probabilidad real de llegar al ejecutivo federal. Y, precisamente, ese cartabón se estaría rompiendo en los venideros comicios del 2024. Recordemos que, en la década de 1980, doña Rosario Ibarra fue candidata por el desaparecido PRT en un par de ocasiones, en las cuales sólo logró cosechar un mínimo de diferencias ¡incluso aún en el espectro de la izquierda mexicana¡
Mismo panorama encontraron, en la década de 1990, destacadas féminas como Cecilia Soto y Marcela Lombardo. Mientras naciones como Nicaragua o Panamá tenían sus primeras Presidentas (destacadamente Violeta Chamorro y Mireya Moscoso), México parecía ir a la zaga, pues Soto y Lombardo quedaron en el cabús de las preferencias electorales.
El techo de cristal, que comenzaba a horadarse en América Latina, parecía estar más firme que nunca en la nación mexicana, y tomarían años para que la realidad se moviera un poco, pues, aún en 2006, Patricia Mercado se enfrentó a una situación semejante a la de sus colegas, encarando un escenario semejante. Su partido, el desaparecido PSD, estuvo a punto de perder el registro, debido a su raquítica votación, no obstante la pertinencia y el progresismo que encerraban algunas de sus posturas.
Fue hasta 2012 cuando una mujer estuvo en el top 3 de preferencias electorales, y tuvo posibilidades reales de aspirar a la primera magistratura nacional. La entonces diputada con licencia, además de ex titular de SEDESOL y la SEP, Josefina Vázquez Mota, tuvo mayores posibilidades que sus colegas del pasado. La copiosa votación que logró, ya la hubieran querido tener doña Rosario Ibarra, Marcela Lombardo o Cecilia Soto en su momento. Sin embargo, a la mera hora, no logró colarse dentro del selecto grupo de los punteros, pues los comicios terminaron siendo una carrera parejera entre el PRI de Enrique Peña Nieto y las fuerzas de izquierda aglutinadas en torno a la figura de Andrés Manuel López Obrador. Ahí, la estabilidad y los años dorados del nacionalismo revolucionario, llevaron a un triunfo contundente de Enrique Peña Nieto, quien pudo adosar el desgaste sufrido por el panismo luego de dos sexenios en la Presidencia.
AMLO, en cambio, no pudo blandir la figura del cambio, pues su disruptiva retórica, que le había sido funcional en 2006, padeció un desgaste habiendo pasado un sexenio. En tanto, Vázquez Mota se encontró en una compleja encrucijada que llevó a su figura a rezagarse, pues intentó vender una continuidad con cambio que, al no terminar de convencer, llevó a que los personeros del oficialismo, descontentos con su figura, endosaran la candidatura de Enrique Peña Nieto para así atajar una eventual victoria obradorista. La pretensión de tener a la primera mandataria de México se diluyó conforme transcurrían los meses de aquella compleja candidatura presidencial.
En cambio, a día de hoy, el escenario es diametralmente opuesto. El estado de las cosas que prevalecía hasta hace poco tiempo, parece haberse modificado. Y una eventual contienda entre Xóchitl Gálvez y la Dra. Sheinbaum, sin duda romperá las formas y nos brindará una nueva manera de contemplar la política.
No obstante, aún habrá interesantes retos por vislumbrar: así como ha sido una figura emergente in crescendo Gálvez puede dar la sorpresa, al tener una personalidad sugerente, misma que la ha ayudado a allegarse apoyos de diversos sectores descontentos con la lógica polarizadora. Pero la Dra. Sheinbaum tendrá que encarar retos colosales: aunque es una flamante académica de primer nivel, ha sido una buena administradora y ha tenido un desempeño medianamente bueno como Jefa de Gobierno, tiene un bemol: posee poco carisma y no es la más hábil en lo tocante a los menesteres políticos.
Si Andrés Manuel López Obrador es un buen político, con un carisma capaz de contagiar muchedumbres, Sheinbaum se encuentra en el flanco opuesto: no posee esa gracia del convencimiento discursivo, y, si ha podido tener este interesante crecimiento electoral, ha sido por el arropamiento que ha recibido del oficialismo (a contrapelo de AMLO, que se formó en la dificultad y en la brega de oportunidades).
En pocas palabras: creo que podría ser una muy buena mandataria, por sus credenciales académicas y administrativas; pero, definitivamente, la política no es lo suyo. E imitar a AMLO no es lo suyo; máxime, como han dicho algunas personas, que el carisma de los líderes no se transmite a los discípulos. He aquí una muestra fehaciente de ello.
Por lo anterior, creo que una eventual contienda Gálvez-Sheinbaum podría ser interesantísima, pues, si hasta ahora, a la Doctora le había ayudado su slogan “con m de mujer”, teniendo a su lado a Gálvez le resultará complejo. Además, siendo Gálvez un ejemplo del alcance de oportunidades y logro de metas; creo que Sheinbaum tendrá que enfilar bien sus baterías en un eventual debate. Las ideas, que parecían garantizar una victoria teniendo a otro adversario al lado, con Xóchitl quizá no operarán.
En suma, veremos lo que venga. Pero definitivamente no será más de lo mismo y lo celebro. El proceso electoral en ciernes nos dice una cosa: aún con áreas de oportunidad, el empoderamiento de la mujer pareciera estarse consolidando. Por el bien de todos y de todas, que así sea.