Dejar de vivir con miedo es quizá una de las promesas más potentes que el feminismo ha dado a niñas y mujeres. Pero, detengámonos un poco en el asunto y diseccionemos la idea: si la pretensión es abandonar una circunstancia emocional, en principio, ¿cómo llegamos a ella, por qué tenemos miedo? Y otra cuestión que va ligada, ¿cómo lo definimos e identificamos?
Por Celia Guerrero
X: @Celiawarrior
Una frase motivacional en una libreta infantil llamó mi atención: “Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo”. Yo estaba buscando un regalo adecuado para una quinceañera y me pareció un mensaje que una niña en esa etapa de la vida podría valorar. Si soy sincera, una mujer como yo, de 33 años, aún necesita recordárselo a sí misma de vez en cuando. Porque vivimos con miedo, esa es la verdad. Niñas, adolescentes, mujeres jóvenes o adultas enfrentamos esa emoción como una constante, tan persistente que a veces la silenciamos, aunque no desaparezca. Por eso escribo “vivimos”, porque no solo padecemos el miedo, la mayoría lo sobrellevamos. Hemos aprendido a enfrentarlo y algunas veces puede resultarnos hasta positivo, es nuestro acompañante para bien y para mal. O al menos eso he comenzado a descifrar a partir de algunas lecturas que coincidentemente llegaron a mí después de la frase cursi.
Dejar de vivir con miedo es quizá una de las promesas más potentes que el feminismo ha dado a niñas y mujeres. Pero, detengámonos un poco en el asunto y diseccionemos la idea: si la pretensión es abandonar una circunstancia emocional, en principio, ¿cómo llegamos a ella, por qué tenemos miedo? Y otra cuestión que va ligada, ¿cómo lo definimos e identificamos?
Una definición básica nos indica que el miedo o temor es una emoción desagradable: angustia por un riesgo o daño real o imaginario, dice el diccionario. Desde el ámbito biológico, es también un mecanismo fisiológico de supervivencia y de defensa frente a situaciones adversas. Mientras desde la perspectiva psicológica y social, el miedo es aprendido y “es un sentimiento que por su complejidad y profundidad ha sido utilizado históricamente para el control”, plantean en la recopilación de reflexiones ¿Cómo enfrentamos el miedo en el contexto actual las defensoras? las organizaciones Aluna Acompañamiento Psicosocial y JASS Mesoamérica.
El terror y el miedo como forma de opresión y control han sido teorizados desde las ciencias sociales y por feministas que los identifican como parte de la cultura patriarcal. Está el miedo a lo conocido y a lo desconocido, que aunque no se comparta por experiencia propia está en el ambiente social. Puede ser positivo porque activa mecanismos de supervivencia y/o negativo porque nos paraliza o detiene. Además, es bien sabido que las mujeres experimentamos miedos diferentes a los hombres, y nos afectan diferente.
“El miedo es un sentimiento doloroso, una emoción que surge ante un peligro imaginario o real desde un ejercicio de “poder sobre nosotras” que condiciona nuestras actitudes ante la vida”, coincidiera Malena de Montis, socióloga feminista. Sin embargo, ahonda, dado que es aprendido, puede ser des-aprendido. Y puede inmovilizarnos, pero también crea resistencias y transgresiones. “Y las transgresiones que realizamos las feministas ejercitan nuestro des-aprender el miedo. El miedo podría considerarse una “joya” (como diría el budismo) que facilita el aprendizaje, comprendiéndolo para superarlo”.
Si hablamos de la promesa feminista de abandonar del miedo, no podemos dejar de nombrar la referencia contemporánea más popular: Quemar el miedo: Un manifiesto del Colectivo LASTESIS, las chilenas que idearon el performance “Un violador en tu camino” que se volvió un himno feminista a nivel mundial.
En su manifiesto, LASTESIS consideran la rabia y el miedo impulsos, combustibles, potencias: “Tenemos rabia… Rabia y miedo de ser agredidas, asesinadas, olvidadas”, escriben. Esos sentimientos son la “joya” de la que hablaba Malena. Un reconocimiento de vulnerabilidad que podemos transformar, como lo plantean las defensoras en el diálogo sobre el afrontamiento del miedo.
Una de esas defensoras, a quien en la publicación de Aluna y JASS solo dan el crédito como Lucía, traduce de manera precisa y preciosa lo que puede significar afrontar el miedo para ella y creo que para muchas:
“Cada vez que rompo un miedo
el mundo conocido
se me expande
Dejo de ser yo
En alguna parte
me parezco más
a la mujer
que he soñado”.