El progreso científico puede mejorar la calidad de vida si actuamos con empatía, prudencia y visión de largo plazo. Los debates éticos bien llevados nos ayudarán a transitar los cambios manteniendo lo que más importa: el respeto a la dignidad humana
Por Miguel Ángel Sosa
X: @Mik3_Sosa
En el mundo actual, nos enfrentamos a debates éticos complejos que merecen ser discutidos con prudencia y perspectiva de futuro. Los casos frontera de la medicina como la eutanasia, el suicidio asistido o el uso de células madre embrionarias generan posturas encontradas que merecen reflexión empática e informada.
Uno de los debates más relevantes se da en torno a la inteligencia artificial, en donde los avances son prometedores, pero se plantean interrogantes vitales, tales como, la de asegurar que las máquinas actúen siempre en beneficio de las personas.
Otra nube gira en torno a la manipulación genética, donde existen muchos logros en la prevención de enfermedades, pero donde, también, se abre la puerta hacia posibles usos eugenésicos o de selección de características en seres humanos, lo cual podría atentar contra la dignidad de las personas.
También preocupan temas como la intromisión en la privacidad que se posibilita a través del Internet y la trasmisión de datos personales. Si bien la tecnología facilita los servicios, el uso indebido de la información puede conducir al control social o la discriminación.
La prolongación de la vida mediante tratamientos avanzados origina debate sobre la ética de la longevidad. Otro asunto es el acceso a tecnologías que mejoran la salud. Si bien benefician a quienes pueden pagarlas, también es justo esforzarse para que lleguen a todos, especialmente a los más vulnerables.
En el futuro, se esperan mayores logros científicos que cambiarán la forma en cómo envejecemos o tratamos problemas que hoy son irreversibles. Esto causará reflexiones sobre lo que es “natural” y cuándo se deberá intervenir.
Para encarar estos escenarios, debemos cultivar el pensamiento crítico, estar informados sobre los problemas éticos emergentes y participar en discusiones responsables. Solo así podremos aprovechar los avances de manera equitativa y pacífica.
Es crucial que gobierno y sociedad se preparen considerando diversos puntos de vista. Se requiere regular sin obstruir la innovación y fomentar valores como la solidaridad para que nadie se sienta excluido de los beneficios del futuro.
Aun con riesgos, el progreso científico puede mejorar la calidad de vida si actuamos con empatía, prudencia y visión de largo plazo. Los debates éticos bien llevados nos ayudarán a transitar los cambios manteniendo lo que más importa: el respeto a la dignidad humana.