La franquicia Morena
domingo, febrero 18, 2024
Morena es una franquicia y como tal se vende a los más diversos intereses en juego. La elección de candidatos a las diputaciones federales que aporta Chihuahua a la Cámara de Diputados es aleccionadora al respecto. Ninguno de esta novena es de izquierda, ni lo ha sido, ni lo es, y probablemente nunca lo será, así de claro
Por Jaime García Chávez
Las encuestas de Morena son el eslabón perdido de la democracia, de la democracia franquicitaria. Sirven para simular, para aparentar que se consulta a un pueblo etéreo que decide.
En realidad, son el instrumento de una oligarquía partidaria que tiene en la cúspide de su jerarquía a un solo hombre que dispone de su poder autocrático para decidirlo todo y, de paso, restarle a su amorfo partido la calidad de entidad de interés público que establece la Constitución, para promover una auténtica participación de los ciudadanos en la integración periódica de la representación política.
En una visión esquemática, el partido es una convención en la que sus adherentes pactan, al menos, tres cosas. En primer lugar el derecho a deliberar y decidir un programa y una línea política; en segundo, elegir de manera directa a todos sus candidatos y, por último, designar a sus dirigentes de entre sus miembros.
En Morena ninguna de estas premisas se solventa. Es más un aparato en el que la obediencia vertical y la resignación son cualidades olvidadas para la militancia y en el que la disciplina obliga, como en una orden monacal. Ahí hay una especie de logia secreta que decide por todos y lo que resta es balar como lo hacen los borregos. Los moruecos pequeños dicen “¡por ahí!”, y el rebaño avanza, así sea al abismo. Se trata, pues, de un vasallaje.
Morena, en esa caracterización, podrá ser un formidable aparato de Estado, pero de izquierda democrática no tiene ni un pelo. Aún así engaña y se presenta de manera falaz como la izquierda de México. Pero no lo es, y eso cada vez más va quedando claro.
En 2024 no habrá una izquierda en la papeleta electoral, y como en los viejos tiempos del PRI, la gente ordinaria da por realizadas las elecciones una vez consumado el dedazo en favor de Claudia Sheinbaum, quien hoy baila al son que le toca López Obrador, el real mandamás de todo esto.
Morena es una franquicia y como tal se vende a los más diversos intereses en juego, incluido el crimen organizado en grandes regiones del país, como en Guerrero, en donde la inseguridad reina y atemoriza a quienes quieren jugar un papel al margen del script dictado en Palacio Nacional.
Si los rasgos que definen a un partido son inexistentes, también lo son las encuestas que nadie conoce, entre otras razones porque no existen o jamás se transparentan. Estas encuestas son una simple invención de López Obrador para aborregar a la gente de la manera más vil a la que acostumbró el viejo PRI.
El problema es grave porque no sólo se trata del poder inmenso de unos cuantos, sino de que los de abajo vitorean esos procedimientos que hacen nugatoria la democracia, partidaria en el caso que me ocupa. Hay unos que mandan y una inmensa cantidad de adherentes que aplauden.
La elección de candidatos en Chihuahua es aleccionadora al respecto. Como el conejo que saca el mago de su chistera, así aparecieron la semana pasada los nueve candidatos a las diputaciones federales que aporta la entidad a la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión con sus distritos. Morena dice que es de izquierda, pero ninguno de esta novena lo ha sido, ni lo es, y probablemente nunca lo será, así de claro. Para empezar, tres de ellos ya se enquistaron y van por la reelección, ambición muy propia de las capas oligárquicas superiores de los partidos.
De un análisis inicial, se pueden destacar algunos rasgos. Empecemos por los orígenes histórico-políticos de esos candidatos: la mayoría ha hecho antes escoleta en el PRI, el PAN, o alguno de los partidos satélites como el PT y el PVEM. Se trata de políticos que no tendrían lo que ostentan ahora si no fuera por la protección que han recibido de las hegemonías que hemos visto pasar por Chihuahua.
En esa condición están, destacadamente, Daniel Murguía, Marco Quezada, Miguel Rubio, “Nono” Corral y Lilia Aguilar Gil.
En el caso de Alejandro Pérez Cuéllar, panista de antaño, ya se perfila el nepotismo y caciquismo de su hermano Cruz, alcalde morenista de Ciudad Juárez, al más puro estilo monrealista de Zacatecas.
Por su parte, Mayté Vargas un día jugó a la lotería, ganó una diputación y ya no la quiere soltar. De Magdalena Valle poco se sabe, salvo su parentesco con el hombre de negocios Otto Valle, detractor de Javier Corral y ahora colegas de partido. Consulté este nombre en la región y nadie la ubica en eso que se llama izquierda.
En el caso de Adriana Beltrán Murillo, ahora está en búsqueda de una diputación con el apoyo de la secretaria del Bienestar, Ariadna Montiel, y su credencial es haber coordinado en Chihuahua un programa clientelar educativo con muchos millones y con resultados desconocidos. Va a una plaza difícil.
Esa es la baraja morenista para los distritos federales de Chihuahua. No dudo que algunos ganarán porque se treparon utilitariamente a la ola Cuatroté; pero la campaña no será, ni remotamente, un día de campo.
Ya entre el morenismo local hay inconformidad, pero la acallarán. A ello contribuye que la vorágine de los procesos electorales quema etapas casi de inmediato.
Un partido como MORENA no es un ente de interés público, si por tal entendemos la participación en favor de los intereses de la gente y la sociedad, y la planilla que comento es una muestra muy clara. En realidad no representa nada, más allá de una estamental y carcomida clase política. Nos dicen que van a construir el segundo piso de una transformación, y ni quién lo crea con estas personas al frente.
Pero una cosa es cierta: de entre ellos, los que lleguen, serán levantadedos y seguirán medrando de dietas y canonjías. El poder es el pasto de estos rumiantes, o mejor dicho, lo que mandaron de la capital del país en calidad de caballos para los bueyes del jaral morenista.
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.