Opinión

Niñas, no madres




mayo 2, 2024

Las altas tasas de matrimonio infantil y fecundidad entre adolescentes están relacionadas con la mala calidad o poca disponibilidad de información que arroje luz a la problemática. México, por ejemplo, se encuentra dentro de los países con datos “incompletos” respecto a la tasa de nacimientos en niñas y adolescentes de entre 15 y 19 años

Por Celia Guerrero
X: @celiawarrior

En estos días que todo es ji ji ji, ja ja ja, feliz día del niño, la niña, les niñes y luego de las madrecitas, un evento reciente nos lleva a reflexionar, ¿qué tanto hemos avanzado en las últimas décadas en relación a los derechos sexuales y reproductivos de mujeres, niñas y adolescentes? Pero no solo en apariencia, sino en los hechos.

Hace días, el 20 de abril de 2024, la Red por los derechos sexuales y reproductivos en Jalisco dio a conocer que estaban acompañando a una niña de 12 años con un embarazo producto de una violación, a la que personal de la Secretaría de Salud dilató su solicitud de interrupción de embarazo. La situación se extendió por más de ocho días y solo se resolvió cuando recibió atención mediática porque varias activistas y organizaciones sociales se movilizaron.

Esta historia recordó a la de Paulina del Carmen Ramírez Jacinto, de Mexicali, Baja California, quien a sus 13 años fue víctima de una violación sexual y como resultado quedó embarazada. Con la salvedad de que esto último sucedió en 1999. ¡Estamos hablando de una diferencia de 25 años! En el caso ¿del pasado? la menor tenía derecho a interrumpir su embarazo. Sin embargo, también entonces, los servicios de salud se encargaron de dilatarlo y no sucedió.

El caso Paulina, como se le conoció, se volvió uno paradigmático —llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos— e impulso una aparente serie de avances para los derechos sexuales y reproductivos, no solo en México, sino en la región. Se dijo que era la primera vez que un gobierno latinoamericano reconocía el acceso al aborto legal como un derecho humano.

En los últimos 30 años, los datos recopilados por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) han registrado algunos avances en el desarrollo de la salud y derechos sexuales y reproductivos de mujeres y niñas. Sin embargo, en un último informe, recién publicado, destaca lo que los gobiernos “han pasado por alto” en esa materia: las comunidades marginadas. El organismo internacional señala “los focos de desigualdad”, el freno de esos aparentes adelantos que se ven determinados por factores como la identidad y la ubicación de las mujeres y niñas.

“Las mejoras en lo referente al acceso a la atención de la salud han beneficiado sobre todo a las mujeres más ricas y a las que proceden de grupos étnicos que ya disfrutaban de un acceso más amplio a dichos servicios”, apunta UNFPA. Mientras, las que pertenecen a minorías étnicas o grupos socioeconómicos empobrecidos; que son refugiadas, migrantes o viven con alguna discapacidad o VIH, entre otras vulnerabilidades; continúan enfrentándose al acceso desigual a servicios de salud y los riesgos de hace tres décadas.

Esto agregado a que las niñas y mujeres que ese ubican en zonas con crisis humanitarias y migraciones masivas, resultado del cambio climático o conflictos armados, continúan con mayor probabilidad de complicaciones durante el embarazo o parto, de muerte materna y desigualdad en el acceso a atención sanitaria.

En América Latina y el Caribe, destacan el embarazo adolescente es una de las problemáticas más graves de la región: la tasa de fecundidad adolescente es la segunda más alta del mundo después de la del África subsahariana. Además, la práctica del matrimonio infantil y la unión informal se mantiene en los mismos niveles desde hace 25 años, a diferencia de otras regiones en las que ha disminuido: una de cada cinco mujeres jóvenes (de 20 a 25 años) se casó antes de los 18 años.

Por si eso no fuera lo suficientemente grave, las altas tasas de matrimonio infantil y fecundidad entre adolescentes están relacionadas con la mala calidad o poca disponibilidad de información que arroje luz a la problemática. México, por ejemplo, se encuentra dentro de los países con datos “incompletos” respecto a la tasa de nacimientos en niñas y adolescentes de entre 15 y 19 años.

“Para demasiadas mujeres y niñas, el acceso a anticonceptivos, servicios de asistencia al parto, atención materna basada en el respeto y otros servicios vitales de salud sexual y reproductiva queda fuera de su alcance”, señala UNFPA. Y parece que algo se detuvo en el tiempo porque ese rezago pesa y opaca los pocos o muchos avances —lo que consideran “progreso”— en 30 años.

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