A partir del lunes 3 de junio empieza la recta final en el proceso judicial contra Velia H.G., del albergue Aposento Alto en Ciudad Juárez, al retomarse ese día el proceso que este lunes entró en receso; el Ministerio Público pide una sentencia de 180 años de cárcel, mientras los abogados defensores solicitan que sea absuelta
Para Blanca Carmona / La Verdad Juárez
El juicio oral seguido en contra de la pastora del albergue Aposento Alto, Velia H.G., acusada de haber cometido el delito de trata en perjuicio de seis migrantes, entró a la recta final luego de que sus abogados defensores presentaron una testigo y desistieron del resto de las pruebas.
Este lunes 27 de mayo se decretó un receso para reiniciar el próximo 3 de junio, cuando el Ministerio Público y los abogados defensores deberán presentar los alegatos de clausura y enseguida el juez Jorge Gutiérrez Ortiz podrá deliberar en privado y luego debe emitir un fallo condenatorio o absolutorio.
El Ministerio Público (MP) pide que Velia sea sentenciada a 180 años de cárcel y al pago de 91 mil 600 pesos y los abogados defensores solicitan que sea absuelta al asegurar que es inocente.
De acuerdo con el auto de apertura a juicio oral, la religiosa presuntamente obligó a realizar trabajos de construcción a tres connacionales mexicanos desplazados por la violencia que se registra en el estado de Michoacán; a dos hombres de Honduras, y uno de El Salvador, quienes permanecían en la ciudad a la espera de cruzar a Estados Unidos.
Presuntamente la pastora amenazaba a los migrantes con correrlos del albergue, con sacarlos de una lista elaborada en ese entonces para esperar turno en el trámite de asilo político en Estados Unidos, y hasta con interferir en sus procesos migratorios, si no trabajaban.
Todos los denunciantes estaban alojados en el albergue que presidía la pastora, ubicado en la calle Tomate número 10942, de la colonia Lomas de Poleo, al norponiente de la ciudad.
El juicio oral inició el pasado 11 de abril.
El 22 de mayo la defensa comenzó a presentar las pruebas. Declaró la hija de la pastora, Grissel Ramírez Hernández, quien afirmó que el albergue Aposento Alto era administrado por su hermano Néstor Gabriel R.H., no por su madre.
En otra parte de su declaración la testigo expresó que la función de la pastora en el albergue era dar “su apoyo era moral y espiritual, eso era una sierva de Dios”.
Grissel Ramírez también señaló que su mamá estaba dedicada a cuidar a su padrastro quién tiene insuficiencia renal y la describió como una persona que se desvivía por las personas y “se quitaba el taco de la boca” para apoyar a otros.
La hija de la pastora aseguró que no existía ningún consejo directivo de Aposento Alto, ante el señalamiento de que la pastora era la presidenta y su hermano el secretario, porque el albergue no estaba dado de alta. Dijo que el registro existe es del Comedor Aposento Alto.
Este lunes, los abogados defensores, César Octavio Rivas Ávila y Adriana Ruvalcaba, se desistieron de unos 11 testigos, entre ellos de la declaración de la pastora que había sido ofrecida para que hablara en relación a 11 fotografías tomadas a las víctimas dentro del plazo en que presuntamente fueron objeto de trabajos forzados así como del contenido de dos discos uno relacionado con el edificio donde estuvo funcionando el albergue Aposento Alto y otro enfocado a seis videos donde presuntamente se observaba a las víctimas en el periodo que se dice sucedieron los hechos.
Se había aceptado también como prueba la declaración del hijo de la pastora, Néstor Gabriel R.H., quien durante el juicio fue mencionado por varias de las víctimas como la persona que los obligó a firmar un acuerdo de confidencialidad y que los amenazaba.
Otra prueba no presentada por la defensa y que había sido admitida es un supuesto recibo de pago a uno de las víctimas de iniciales D.E.L.A., por un o varios trabajos de construcción. Datos no oficiales, indican que el ese recibo ampara la entrega de aproximadamente 6 mil pesos.
Sin embargo, en el juicio las dos víctimas que declararon a través de videoconferencia fueron enfáticas en afirmar que nunca recibieron un pago, que en el albergue Aposento Alto los trataron como esclavos.
La víctima de iniciales D.E.L.A., narró que repararon las paredes, cambiaron las puertas y ventanas, quitaron un lavamanos y pusieron otro nuevo, y repararon un baño, para esto último debieron encontrar que estaba fallando y localizaron un tubo tapado, un “barril lleno (de excremento)” y tuvieron que hacer un hoyo séptico.
La víctima también recordó que le ordenaron reparar el cuarto que habitaba el hijo de la pastora, Néstor Gabriel R.H. Ahí repararon y pintaron las paredes, pusieron molduras en una puerta e instalaron una chapa que funcionaba con un código y un lector de huella.
A los migrantes se les obligaba a trabajar de noche en la habitación del hijo de la pastora, pues a él le gustaba ese horario y los forzaba a laborar toda la noche, dijo el testigo D.E.L.A., oriundo de Honduras.
El juicio en contra la pastora inició con las pruebas presentadas por el MP, que fueron unos 14 testigos, entre ellos tres víctimas.
El MP también desistió de presentar al Tribunal de Enjuiciamiento, a 20 testigos y cinco documentos.