Solastalgia es una forma de nostalgia que uno siente cuando aún está en ‘casa’. Es un término que describe con claridad lo que han sufrido pueblos indígenas de todo el mundo que vieron sus territorios devastados por las plantaciones de caucho, de azúcar, de henequén, en todas las latitudes y que ha ganado en universalidad conforme el planeta se recalienta
Por Eugenio Fernández Vázquez
X: @eugeniofv
Es algo cada vez más común. Los lugares que habitamos se han transformado y lo que aprendimos a disfrutar de ellos, o lo que hizo que a ellos nos acercáramos, es cada vez menos común, ya sea por el aumento de las temperaturas globales, por la destrucción del entorno, por su propia degradación. Este tipo tan particular de nostalgia, de dolor por lo que no volverá, se llama solastalgia. La solución a ella, sin embargo, no está en mirar al pasado: más bien hay que imaginar un futuro mejor y luchar por él, de forma que, si no se puede recuperar lo perdido, por lo menos se gane un mundo habitable. Este esfuerzo de organización y lucha desde abajo se hace tanto más importante por cuanto las opciones desde arriba nomás no registran el tamaño de la crisis ambiental que padecemos.
El término solastalgia lo acuñó el filósofo ambiental Glenn Albrecht. En 2007, como explica Maia F. Miret en un texto sobre el tema que vale mucho la pena, la definió como “el dolor que se experimenta al reconocer que el lugar en el que se vive y que uno ama está bajo ataque”, y añadió que, “en resumen, la solastalgia es una forma de nostalgia que uno siente cuando aún está en ‘casa’”. Es un término que describe con claridad lo que han sufrido pueblos indígenas de todo el mundo que vieron sus territorios devastados por las plantaciones de caucho, de azúcar, de henequén, en todas las latitudes y desde hace ya cinco siglos, y que ha ganado en universalidad conforme el planeta se recalienta.
Para quienes vivimos en la Ciudad de México es muy difícil no sentir solastalgia al recordar aquel tiempo en que el clima era permanentemente fresco, cuando las temperaturas no superaban nunca los 30 grados centígrados y las madrugadas rozaban el punto de hielo en el momento más frío del invierno. Hoy nos vemos con temperaturas récord año tras año, y la cosa no hará sino empeorar.
Lo mismo ocurre en otros lugares: en Tulancingo, Hidalgo, me han contado de la nostalgia del río, como los habitantes de la zona de lagunas de Jalisco me hablaron del dolor al ver secos y opacos los cuerpos de agua que antes reflejaban cielos y montañas. Los habitantes y los visitantes de la península de Yucatán sentirán lo mismo cuando vuelvan a visitar esos cenotes hoy llenos de concreto y de pilotes por la obra del Tren Maya.
Lo peor del caso es que, aún si las emisiones de gases de efecto invernadero se redujeran hoy drásticamente, quienes ya somos adultos difícilmente llegaríamos a ver sus resultados: las acciones climáticas tardan décadas en surtir efecto. Así las cosas, no podemos hacernos ilusión de que los lugares que amamos volverán a ser lo que eran. Luchar por volver al pasado no tiene sentido. Más bien, hay que imaginar un futuro a construir desde el presente como es, restaurando ecosistemas, claro, pero también asumiendo que mucho de lo perdido no volverá ya nunca, aunque eso no quiere decir que no pueda ser bello y distinto a lo que vemos hoy.
Este trabajo de imaginación de un futuro mejor, de organización para construir una relación más sana con la naturaleza y de lucha para conseguir políticas públicas que permitan hacerla realidad, debe darse desde abajo y, por lo que se ve, irá necesariamente a contrapelo de lo impuesto desde arriba, desde gobiernos y empresas. Ninguno de los partidos políticos ha presentado propuestas serias en materia ambiental, así que contra ellos habrá que bregar.
La solastalgia no se curará si no damos sentido y posibilidad a la ilusión de que, si no volverán los tiempos en que la Ciudad de México era una cuenca lacustre, al menos podremos tener una ciudad más verde, donde todos respiremos aire limpio y donde no falte el agua.
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Eugenio Fernández Vázquez. Consultor ambiental en el Centro de Especialistas y Gestión Ambiental.