Los mexicanos ya hicieron su chamba: ¿se atreverán los estadounidenses a imponer a una mujer con las credenciales de Kamala en la Presidencia, y hacer a un lado al vividor que hizo fortuna por sus conexiones gubernamentales (como Xóchitl Gálvez) y utilizando sus puestos públicos para hacerla crecer (como Xóchitl Gálvez)?
Por Alejandro Páez Varela
La renuncia de Joe Biden a la candidatura presidencial confirma los tiempos que vivimos. Y no hay lugar para los tibios. Hay dos polos: derecha e izquierda; conservadurismo y progresismo. Es un mundo parado frente a dos destinos: uno que se radicaliza en el pensamiento más oscurantista, y otro que ve hacia el progreso y la integración armónica. Si Kamala Harris fuera la abanderada demócrata, sería una joven mujer progresista, hija de una científica de origen indio y de un profesor de economía negro y jamaiquino, contra un viejo blanco y rancio, racista y clasista, probado violador y consumidor de pornografía, evasor de impuestos y adorador del dinero: Donald Trump.
¿Se le va a complicar al expresidente? Vamos a ver. ¿Qué se atraviesa entre él y la Casa Blanca? Muy simple –y aquí empieza el reparto de lecciones–: su propia indisciplina. La indisciplina es uno de los más grandes impedimentos entre un individuo cualquiera y sus objetivos; entre un pueblo y las grandes promesas que tiene por delante. Todos hemos pagado, algunos con la vida, por la indisciplina. Trump ha sido un individuo sucio la mayor parte de su vida; ha abusado de las mujeres y de su poder; del dinero y de su posición social. Ha sido un playboy blanco; una versión del personaje Patrick Bateman en la novela de Bret Easton Ellis y de la película Psicópata Americano (American Psycho). ¿La recuerda? Trata de un yuppie de la década de 1980 cuyos excesos lo llevan a cometer asesinatos en serie. Trump es ese personaje pero, al menos hasta donde sabemos, sin los asesinatos. Y son sus excesos los que se le atraviesan en el camino a la Presidencia de Estados Unidos.
La indisciplina. El actual movimiento de izquierda en México no se habría consolidado si se rinde ante la indisciplina. René Bejarano es la indisciplina tanto como lo es Rosario Robles y otros. Y vean el daño que provocaron: décadas, literal, de reclamos; dos décadas convertidos en el rostro de la izquierda corrupta. Bejarano habrá pagado con la cárcel sus actos mañosos, pero sigue causando destrucción.
Y no son los únicos rostros de la indisciplina. Creo, por ejemplo, que Ricardo Monreal es un indisciplinado que retó al Presidente de México; que hizo lo que quiso cuando estuvo en el Senado; que para lograr sus objetivos personales ha violentado las reglas del colectivo. Y sigue adentro del movimiento, con posiciones encumbradas, con enormes porciones de poder que son un manto para cubrir decenas –literal– de miembros de su clan familiar. Empujado siempre a la indisciplina, tiene un puño cerrado centro del jarro y sin poderlo sacar porque no quiere soltar las monedas. Así lo veo.
Los momentos en los que la ruptura ha amenazado al nuevo movimiento mexicano de izquierda han sido provocados por la falta de disciplina. Apenas en las elecciones internas de 2023 lo vimos. Lo de Marcelo Ebrard se resolvió bien pero hubo momentos de enorme fragilidad por falta de disciplina, que llevó a la deshonestidad. Así llamo al instante en el que Malú Mícher se presta para reclamar una supuesta violencia física en contra ella y de los marcelistas en general. Insisto: se resolvió bien y fue porque Claudia operó y el mismo Marcelo entró en razón. Entró en disciplina. Lección: todo movimiento exitoso tendrá un sentido claro de la disciplina.
¿Cuál es la diferencia entre el PRI y el PAN y el PRD? ¿Por qué el perredismo se hundió de manera catastrófica en tiempo récord y qué le dio algo de tiempo al priismo y todavía más al panismo? Hay muchos factores, por supuesto; entre ellos, el vacío que creó Andrés Manuel López Obrador al salirse y generar una alternativa espejo. Pero un factor clave fue la disciplina. AMLO creó un movimiento basado en la disciplina. No mentir, no robar y no traicionar son ideas que se vuelven polvo con indisciplinas personales. En cambio, “Los Chuchos” son una tribu salvaje de depredadores sin disciplina; el PRD cayó en la anarquía. Arrastraron al vacío a una institución fundada por una izquierda histórica; corrieron al caos y luego a la antropofagia, es decir, al canibalismo. Y todo por la indisciplina. Los últimos perredistas sueltos se abrazaron de Claudio X. González y le ayudaron a alimentar la mentira de la “marea rosa”. Vergonzoso. Abrazados de un heredero sin oficio. Ahora andan desperdigados, dando lástima; reuniendo fuerza para ver si junto con otros (desprendimientos “rosas” del PAN, del PRI y de los claudiosequis) arman un partido para pagarse el vicio; para financiar su adicción: el dinero, sobre todo el público.
La indisciplina mató al PRD como la indisciplina matará al PRI y luego al PAN. Lo único que mantuvo más o menos operativo al priismo fue su institucionalidad, es decir, la disciplina. Pero eso se ha terminado por la ambición personal de dos individuos: Alejandro Moreno y Rubén Moreira.
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De acuerdo con The New York Times, ningún Presidente estadounidense en ejercicio había abandonado una carrera tan tarde en el ciclo electoral. El tiempo se los come, pues. La Convención Nacional Demócrata inicia el 19 de agosto en Chicago y queda “menos de un mes para que los demócratas decidan quién debe reemplazar a Biden en la candidatura y poco menos de cuatro meses para que esa persona monte una campaña contra Trump”, escribe ayer Michael D. Shear.
¿Qué destaca Biden en su carta de adiós? Vea: que deja una economía fuerte; sus proyectos de infraestructura; atención al mercado de medicinas para adultos mayores y atención médica para veteranos del ejército y para la población en general; una ley de seguridad de armas; una mujer afroamericana en la Suprema Corte; atención a la crisis climática. Textualmente agrega: “Juntos, superamos una pandemia única y la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Hemos protegido y preservado nuestra democracia. Y hemos revitalizado y fortalecido nuestras alianzas en todo el mundo”.
Bueno, ahora image usted que esa misma carta ha sido escrita por López Obrador en su retirada. La agenda de los dos países está completamente compaginada. Dos agendas progresistas en una sola. Claro, Estados Unidos es un imperio abusivo con una agenda que a veces se vuelve a favor de la gente, pero que, de hecho, da vueltas repentinas al lado opuesto si así conviene a sus intereses. De hecho, podría darle la vuelta completa a la agenda si Trump llega a la Presidencia. Pero al menos allí están, en la carta, algunos objetivos que podrían compartirse con el imperio del norte si es que se presta.
Aquí es donde aparece Claudia Sheinbaum. Imagínese si Kamala Harris es candidata e imagínese si gana. Piense en la agenda que dos mujeres traerían para el norte del continente; dos mujeres progresistas, jóvenes, retomando agendas sociales poderosas. Atrévase a pensar en lo que significaría que las dos se cayeran bien, porque la química importa; que asumieran como un reto la mayor integración de la región; metas de progreso compartido. Imagínese. Dos mujeres poderosas y sensibles en el poder. Piense en el rumbo que tomaría no sólo Norteamérica, sino el mundo. Claudia sería el vínculo con el progresismo continental (Lula, Petro, etc.) e incluso con España y Francia, y Kamala con el resto de Europa, con Asia, con África.
Imagine, porque nadie cobra por imaginar, que Claudia Sheinbaum y Kamala Harris son presidentas en un mismo tiempo. Las primeras mujeres en ser jefas del Ejecutivo federal en sus respectivos países. Las primeras progresistas, jóvenes, hijas de la migración, de madres científicas y padres profesores. Dos mujeres que nacieron para ver con sus ojos los años del capitalismo salvaje, del neoliberalismo empobrecedor, del odio racial (las dos lo han padecido) y de las guerras sin sentido. Dos mujeres que se han destacado en un mundo de machos; dos mujeres que han roto paradigmas y han jugado el lugar que les toca con dignidad y arrojo. Imagine, porque nadie cobra por imaginar.
Los mexicanos ya hicieron su chamba: ¿se atreverán los estadounidenses a imponer a una mujer con las credenciales de Kamala en la Presidencia, y hacer a un lado al vividor que hizo fortuna por sus conexiones gubernamentales (como Xóchitl Gálvez) y utilizando sus puestos públicos para hacerla crecer (como Xóchitl Gálvez)? ¿Se atreverá Estados Unidos a darle una lección al conservadurismo que es, nadie lo dude, igual en todo el mundo: blanco y rancio, racista y clasista, y adorador del dinero?
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Una última reflexión. ¿Qué hacen a Kamala y a Claudia lo que son? Su inteligencia y su talento, por supuesto. Pero también la disciplina. Immanuel Kant enfatizaba en que la indisciplina lleva al individuo hacia impulsos animales y al revés: la disciplina es la que impide que un individuo aparte de su destino hacia su propia humanidad.
López Obrador tomó un camión, muchos camiones, mientras Felipe Calderón asumía el control del país, en 2007. AMLO se fue a los pueblos a hablar con los de a pie sobre la necesidad de un cambio de rumbo, mientras el otro escupía sobre la Constitución e instalaba una cantina en Los Pinos. Esa disciplina de López Obrador es la que hizo de Morena el movimiento político más exitoso de tiempos modernos no sólo en México, sino en el mundo. En diez años, dos presidencias ganadas, imagínense.
Yo confío en que ahora el pensamiento científico en Claudia le permita mantener la disciplina y el foco. No tiene derecho a fallarle a las mujeres, a los de abajo, a todos los que luchan por un México menos desigual, con democracia política y democracia social, y democracia económica y democracia plena. Y confío en la suerte, un poco de suerte, y en imaginar, que nadie cobra por imaginar: Claudia y Kamala presidentas en un mismo tiempo; las primeras jefas del Ejecutivo federal, primeras progresistas, jóvenes, hijas de la migración, de madres científicas y padres profesores. Dos mujeres que vieron a los ojos el neoliberalismo empobrecedor, el odio racial, un mundo de machos; dos mujeres que han roto paradigmas y han jugado el papel que les toca con dignidad y arrojo.
Imagine, porque nadie cobra por imaginar.
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Alejandro Páez Varela. Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx