Al margen del ecocidio que representaría la intención del gobierno de Maru Campos para construir un plantel de la Universidad Anáhuac en el Cerro del Caballo, otra de las aristas preocupantes se trata de la red de corrupción que el gobierno de Chihuahua viene tejiendo con la jerarquía católica y en especial, con ciertas órdenes como los legionarios de Cristo
Por Mariela Castro Flores
X / IG: @marielousalomé
Chihuahua es un particular sitio en el que los despropósitos, las violaciones al estado laico y el sorteo de la ley tejiendo redes de corrupción han sido una constante de la que pareciera ya nada puede sorprender; sin embargo, siempre existe un espacio para llegar más lejos.
Resulta que en la semana que recién concluye se hizo viral la denuncia que el grupo ambientalista “Salvemos los Cerros Chihuahua” informó la intención del gobierno estatal encabezado por Maru Campos de construir un plantel de la Universidad Anáhuac en las inmediaciones del conocido Cerro del Caballo, sitio de excursión habitual para grupos y personas senderistas por tratarse de una de las ultimas reservas de la ciudad que ha permanecido sin tocarse a pesar de haberse sostenido por un buen tiempo bajo la mira del cartel inmobiliario que opera en la ciudad, siendo esta tan solo una de las múltiples vertientes que deberían preocupar del asunto.
Al margen del inminente ecocidio que representaría para la ciudad intervenir la zona, otra de las aristas preocupantes se trata de la red de corrupción que el gobierno estatal viene tejiendo desde el inicio de la presente administración estatal con la jerarquía católica y en especial, con ciertas órdenes como los legionarios de Cristo. Infames desde su creación por haber construido un imperio a partir de convertir la violencia sexual en un mecanismo protección a las élites que les ponderaron, al punto de convertirse en una de las favoritas del papa Juan Pablo II que estuvo a casi nada de erigir a Marcial Maciel en santo, ese multidenunciado pederasta que incluso le ganó la carrera de la canonización a Josemaria Escrivá de Balaguer.
Siendo el estado de Chihuahua uno en el que cada vez más se deteriora la educación pública universitaria por sus altos costos, pésimo nivel académico y su muy reciente operación de modelo empresarial, cabría preguntarse la pertinencia de incrementar la oferta educativa y a quién está dirigida. La Universidad Anáhuac se encuentra rankeada como la segunda más cara del país, quedando solo por debajo del Tecnológico de Monterrey con una matrícula de 154,695 a 200,078 por semestre dependiendo de la carrera que se curse, con lo que no es complejo deducir que su instalación en el estado no se encuentra previsto para ofrecer alternativas académicas a la universidad pública o a la población en general.
La investigación global Paradise Papers, en su capítulo Sacerdocio Inc, narra la forma en que se construyó la estructura financiera offshore de los Legionarios de Cristo residida en paraísos fiscales de Bermuda, isla de Jersey, Suiza, Luxemburgo, Holanda, Liechtenstein e Islas Vírgenes a través de la cual les fluían recursos. Los ingresos anuales de la red de universidades y sistema educativo Anáhuac (desde prescolar hasta posgrados) supera actualmente los 600 millones de dólares por concepto de colegiaturas, cobro de servicios y donativos, cantidad similar al presupuesto que asigna el Vaticano a México, lo que la convierte en la orden más acaudalada del mundo con un capital económico que esta cerca de superar al de la misma Santa Sede. Aun después del fallecimiento de Maciel, este esquema que les permite evadir impuestos, persiste.[1]
De las aulas de esta institución han egresado Miguel Alemán Magnani (vicepresidente ejecutivo de Interjet, acusado de defraudación fiscal), Alonso Ancira Elizondo (presidente del Consejo de Administración de Altos Hornos de México involucrado en la trama de corrupción del caso de Odebrecht) y German Larrea Mota Velasco (empresario minero señalado por el mayor desastre ambiental en nuestro país), Mikel Andoni Arriola Peñalosa (exfuncionario de Peña Nieto acusado de ceder ante los monopolios del tabaco, refrescos y alimentos chatarra)[2].
Integrantes de Salvemos los Cerros denuncian además la insistencia de urbanizar la zona a pesar del rechazo ciudadano, lo que consideran un retroceso en materia de participación ciudadana puesto que, de modo previo los resultados de una consulta pública arrojaron como resultado la negativa a los proyectos inmobiliarios en la zona lo que obligó al gobierno municipal a declarar que no se aprobaría ningún proyecto de esta naturaleza.
Así que entre la nula aceptación ciudadana a seguir depredando los recursos naturales y el medio ambiente amenazando los pocos espacios de esparcimiento libres que existen en el municipio, alterando el equilibrio del ecosistema y asociar la presente administración municipal y estatal con la corrupción de los Legionarios de Cristo, queda claro que la intención es seguir enriqueciendo a las élites que tienen su principal espacio de formación en el sistema educativo Anáhuac, en el que si algo enseña es a privilegiar la ganancia a costa de la vida de cientos de miles.
[1] Datos de investigación realizada por Mathiue Tourliere, Alejandra Xanic y Peniley Ramírez.
[2] Con información de Obed Rosas para Sin Embargo.mx