Opinión

Identidad, cultura y nación mexicana en los procesos históricos




octubre 28, 2020

Ser juarense, ser mexicano, es sin duda resultado de la experiencia colonial española, del mestizaje, de los procesos imperialistas europeos y norteamericanos, de los combates con apaches y comanches, de guerras y luchas, de aplicaciones doctrinales y religiosas, así como los avances tecnológicos y los diversos intereses económicos y políticos que nos han forjado tal como somos

Por José Mario Sánchez Soledad

La idea de la nacionalidad mexicana se puede definir como un proceso histórico, social, educativo, cultural, religioso, político. La definición de la nación mexicana no se puede entender sin sus sucesos históricos, sin su pasado. Sin embargo, esa nacionalidad representada por la narrativa histórica aprendida en la escuela oficial, la Virgen de Guadalupe, los colores patrios, la bandera, o la camiseta verde de la selección de futbol, la grandeza Azteca, los héroes de las estampitas de las tareas escolares, no termina de cuajar en una identidad nacional.

La narrativa oficial está limitada ya que no incluye todo lo sucedido, no se toca la realidad particular y regional, se privilegia una idea central y se ignoran las realidades particulares, regionales y hasta sucesos étnicos o globales que han impactado a la nación mexicana.  

Van Alphen (2015) nos dice que “simultáneamente se defiende que la construcción de identidades se puede entender de una manera más dinámica e inclusiva y que, en este sentido, la comparación de memorias colectivas puede contribuir a una comprensión histórica más inclusiva, más allá de una narrativa nacional uniforme.”  

México es un país muy grande y extremadamente diverso, la identidad nacional no cuajará hasta que se puedan armonizar los componentes históricos particulares, locales, regionales, nacionales y globales de todos los integrantes de esta nación.

La historia se usa para referirse al pasado y el contexto histórico se refiere a las circunstancias que rodean a un suceso, lo que ha influido en el hecho cuando este sucedió.

Un hecho del pasado para poder entenderlo es necesario también adentrarse al contexto histórico de su época para poder así comprenderlo y evitar una interpretación fuera de contexto, al aplicarle una visión actual y no la de cuando sucedió. Además, se debe de evitar el aplicar la visión ideológica personal, se debe aplicar la ética y respetar con honestidad lo ocurrido para su relato.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define la palabra circunstancia como: “accidente de tiempo, lugar, modo, etc., que está unido a la sustancia de algún hecho o dicho”. Una circunstancia es una condición o característica no esencial que rodea a una persona o cosa y que influye en ellas o en hechos relacionados con ellas.

La historia está llena de circunstancias pasadas y ha sido común que filósofos y pensadores consideren que somos una suma de lo que hemos sido, de lo que ha sucedido. En si este pensamiento de consideración del pasado sigue vigente. Sin embargo, también existen otras visiones de aproximación como la de Ortega y Gasset que explica en su frase “La vida es una serie de colisiones con el futuro: no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser”.

El filósofo español propone regir nuestra vida no por lo que fuimos en el pasado, sino en base a lo que queremos lograr y cómo queremos llegar a ser. En si en su libro Meditaciones del Quijote de1914, acuño una frase que generó un largo debate filosófico: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, reconociendo en ella su circunstancia, pero enfocándose más bien en la acción futura, en salir a transformar la realidad actual y no detenerse en el pasado.

A pesar de lo interesante del pensamiento orteguista, las confusiones que surgen de la identidad nacional mexicana (¿conservadores, liberales, católicos, ateos, indígenas, españoles?) nos exige ver el pasado y tratar de encontrar en eventos de antaño por qué somos como somos, que permanece o es diferente entre la sociedad pasado y la de hoy. Es necesario recurrir a los procesos históricos, a nuestra cultura nacional (de manera integral) para entender nuestra circunstancia y fortalecer nuestra identidad.

El adentrarse al estudio de la identidad, la cultura y el concepto nación en los procesos históricos, nos llevan a entender como los eventos de la historia nos explican nuestra manera de ser y actuar.

En este trabajo se meditará sobre como sucesos externos han forjado la cultura, la nacionalidad y la identidad de los residentes de la frontera entre los Estados Unidos de América y los Estados Unidos Mexicanos, específicamente la identidad del juarense, los residentes de Ciudad Juárez, Chihuahua México.

Tradicionalmente cuando se relata la historia del Colonialismo Español en México, solo se relata la parte de los excesos hacia los indígenas y la explotación de los recursos naturales. Sin embargo, al estudiar la historia de los territorios septentrionales de la Nueva España se palpa lo que Villena (2012) comenta:

“La colonización española en América, no buscó solo acrecentar el poder imperial, sino que estaba inspirada por una necesidad espiritual de convertir a las almas. Es decir, la política de la fe marcó toda la presencia española en América durante tres siglos. El factor religioso resultó determinante desde el comienzo y el propio Colón hablaba tanto del oro como de Dios. Esa necesidad de convertir a la fe católica a los indígenas hizo que el colonialismo español fuera menos racista que otros. Que los anglosajones, por poner un ejemplo”.

La Colonia Española ha dejado huellas que conforman la realidad actual de Ciudad Juárez.

La colonización de esta zona fue tardía en relación con los esfuerzos realizados en el centro y sur del país durante la primera mitad del Siglo XVII, don Juan de Oñate toma posesión de estos territorios bautizándolos como el Nuevo México (1598), porque en ellos habitaban chichimecas, nuevos mexicas descubiertos e identificados por los tlaxcaltecas que acompañaban a Oñate, se les llamó nuevo mexiquenses porque compartían la visión solar de los mexicas del centro de México, de la cultura náhuatl donde la máxima deidad es el sol (identificado por los aztecas como Huitzilopochtli).

En Nuevo México, no se puede hablar solo de conquista armada. Sin negar los combates con los indios nómadas (apaches y comanches) y excesos cometidos contra indígenas, en el caso de la Misión de los Indios Mansos de Paso del Norte (Cd. Juárez), la colonización fue por petición específica de los indígenas que solicitaron bajaran los franciscanos desde Santa Fe a “aquietarles”, según narra el acta de fundación de la misión.

Los franciscanos nunca pensaron en construir una ciudad, en Paso del Norte se desarrolló un proyecto agrícola, que en menos de seis años había constituido una serie de rancherías separadas que proveía sustento, vestido y propiedad a más de 1000 indígenas. Dos franciscanos evangelizaron a doce indígenas y estos a mil de ellos.  Esta acción imprimió una característica inicial a la zona, el querer vivir en terrenos dispersos, separados uno de otros, lo que en la actualidad nos hace una ciudad extremadamente dispersa y poco densa, con su problemática de altos costos para su mantenimiento.

Los españoles en la zona avanzaron en esta no tanto por la imposición militar, lo distante de los centros de abastos de la Nueva España hacía muy difícil mantener el avance de la colonización por el medio de las armas. Los verdaderos avances se lograron por la evangelización y el trabajo conjunto con las autoridades de los indígenas, sus gobernadores, quienes fueron respetados.

Los franciscanos en varias ocasiones quisieron darse por vencidos al enfrentar el extremoso clima de la zona y las enfermedades que conlleva el entorno, sin embargo, su fe los mantuvo al pie del cañón y no se dieron por vencidos.

El clima y la falta de recursos naturales en la mayor parte del Nuevo México derrumba la tesis de que las principales motivaciones era el enriquecimiento y el poder. No se entiende el sufrimiento resistido por los franciscanos, sin tener como propósito principal sus creencias y doctrinas católicas que desarrollaron inmensos proyectos agrícolas abriendo acequias en el desierto, fundando ciudades, estableciendo el derecho, el culto a la ley, y un idioma unificador.

La reciedumbre para enfrentar entornos complicados y su transformación a entornos más amigables, la resiliencia, son características de la identidad juarense heredadas de la época colonial española franciscana.

El expansionismo colonial de España, que llegó a su culmen en el siglo XVIII, generó grandes complicaciones para la buena administración de todos los territorios comprendidos.

En el caso de los territorios septentrionales de la Nueva España, el descuido fue grave y casi se abandonó el territorio totalmente. Un breve periodo de mejora se vivió después de que su majestad Carlos III instituyó la Comandancia General de las Provincias Internas, pero los esfuerzos de mejoría cesaron por el movimiento de Independencia y el descuido se agravó.

Jumnquera (2016) nos comenta que “los marinos rusos avistaron Alaska por primera vez, de acuerdo con el diario de navegación, “A las 12:30 (p.m. el 17 de julio de 1741) avistamos montañas cubiertas de nieve y entre ellas un alto volcán”. Este hallazgo aconteció el día de san Elías y así bautizaron la montaña.”  Lo anterior como consecuencias de los esfuerzos iniciados por el zar Pedro I el Grande, quien gobernó Rusia entre 1689 y 1725. Sus dominios, se extendieron desde el Mar Báltico en el oeste, hasta el Océano Pacífico en el este. De norte a sur, su imperio se extendía desde el Océano Ártico hasta las fronteras con China e India. El zar Pedro I inició la ampliación del conocimiento geográfico de su imperio y del resto del mundo.

Simultáneamente a los esfuerzos rusos, de 1682 a 1763 se estableció la Luisiana Francesa en lo que actualmente es el territorio del Medio Oeste de los Estados Unidos. No tenía fronteras formales.

Los movimientos de los rusos, franceses y británicos fueron los que motivaron a Carlos III de España a establecer la Comandancia General de las Provincias Internas para atender los territorios septentrionales, pero finalmente se fracasó y así se abrió la oportunidad al expansionismo norteamericano.

Las originales trece colonias de los Estados Unidos de América inician el esfuerzo para controlar todo el territorio, teniendo como propósito la expansión económica y política. Similar a lo que se hacían otras potencias europeas de construcción de imperios, los norteamericanos van a llegar a implantar su Doctrina Monroe y su Destino Manifiesto.

Los norteamericanos aprovecharon la debilidad de la Nueva España y de la nueva nación mexicana para expandir sus dominios, iniciaron con la compra de la Luisiana Francesa. Ariztizabal (2010) nos relata cómo “el 2 de diciembre de 1823, James Monroe presenta en su discurso (ante su Congreso), algunos puntos importantes sobre las relaciones internacionales que dejarán clara la posición de los Estados Unidos en cuanto a su política exterior.

Tomando las propias palabras de la doctrina podemos aclarar ideas:

“Los continentes americanos (…) no podrán considerarse ya como campo de futura colonización por ninguna potencia europea”.

“El sistema político de las potencias aliadas es esencialmente distinto (…) del de los Estados Unidos de América. Considerando todo intento de su parte por extender su sistema a cualquier porción de este hemisferio como peligroso para nuestra paz y seguridad”.

“No nos hemos entrometido ni hemos de entrometernos con las actuales colonias o dependencias de ninguna potencia europea”.

“Nunca hemos intervenido en las guerras de las potencias europeas sobre cuestiones concernientes a ellas, ni se aviene a nuestra política hacerlo”.

Con la doctrina Monroe, Estados Unidos se autonombraba señor y protector del continente americano. Ariztizabal también comenta que: “es así como los Estados Unidos se convierte en una especie de poder absolutista dentro de América, dando la espalda al viejo continente y otorgándose la autoridad moral para expandirse a la fuerza y convertirse en una potencia mundial, primero al conquistar el Oeste y la guerra contra los indios, luego contra México y Texas”.

La doctrina Monroe se complementaría con la filosofía del “destino manifiesto (iniciado en la década de 1840) del cual derivó el Corolario a la Doctrina Monroe que sirve de pretexto al para expandirse en toda América Latina y el Caribe «en virtud de nuestra superioridad de raza»,” August (2011).

La pérdida de las colonias norteamericanas llevó a Inglaterra a tratar de compensar con otros territorios libres y durante todo el siglo XIX las potencias europeas estaría sometidas en una competencia imperialista, mucho de esto con el objeto de desarrollar nuevos mercados y fuentes de insumos necesarios para sostener el crecimiento capitalista detonado por la revolución industrial y las nuevas tecnologías, los norteamericanos satisfacían sus necesidades imperialistas con México y América Latina y los europeos con territorios en África, Asía y Medio Oriente.

La filosofía imperialista norteamericana también generó un fuerte impacto en el desarrollo de la cultura y de la identidad del juarense. Con la separación de Texas, los territorios perdidos después de la guerra con los Estados Unidos de 1848, y la venta de La Mesilla, El Paso del Norte se convertiría de un sencillo paso terrestre a inicio y fin del suelo mexicano. Desde entonces sus residentes han tenido que desarrollar la capacidad de adaptación a un territorio cambiante y con una infinidad de normativa y legislaciones, dos naciones (Estados Unidos y México), tres Estados (Chihuahua, Texas y Nuevo México y tres ciudades (Cd. Juárez, El Paso, las Cruces).

El Juarense ha tenido que hacerse versátil y adaptable para poder administrar los continuos impactos causados por autoridades diversas, globales y binacionales. A la vez mantiene su lealtad a su nación mexicana y aunque americanizado en algunos aspectos, es orgullosamente mexicano.

Los juarenses han sido siempre leales, lo fueron durante la defensa del territorio ante la invasión norteamericana, se mantuvieron leales a la Republica durante la primera y la segunda invasión francesa (los dos últimos esfuerzos imperialistas europeos en México), apoyaron la estabilidad republicana de Diaz y también fueron actores relevantes en la Revolución Maderista.

Las grandes potencias europeas se convirtieron en los principales socios comerciales de México a finales del Siglo XIX durante el mandato de Diaz, México era un importante mercado de los excedentes de la producción industrial europea. La competencia entre los poderes imperialistas europeos detonó la Primera Guerra Mundial, los Estados Unidos aprovecharía este tiempo para cambiar esta situación e iniciar el proceso de cambio para ellos convertirse en el principal socio comercial de México y así poder invertir sus excedentes de capital y comercializar sus excedentes de producción, lo cuál lo lograron durante el Siglo XX y hasta la actualidad.

En sí Estados Unidos, desde el siglo XIX, implementó acciones para que a través de sus poderío militar y económico se estableciera en México su sistema capitalista comercial y un nuevo orden político, a pesar de los gobiernos de izquierda mexicanos y disminuyendo considerablemente la participación europea en México.

En la actualidad México es el segundo socio comercial con los Estados Unidos de América.

La identidad se define como la circunstancia de ser una persona o cosa en concreto y no otra, y es determinada por un conjunto de rasgos o características que la diferencian de otras. Estas características se manifiestan en nuestra cultura, el conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo, por las experiencias y las vivencias.

Además, la cultura es el conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etc.  La identidad y la cultura es parte de la nacionalidad. Siendo la nación un conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos, etc., tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio.

Los procesos históricos son circunstancias que han sucedido y estas experiencias vividas han sido causa del desarrollo de la identidad, la cultura y el concepto de nación mexicana. Ser juarense, ser mexicano, es sin duda resultado de la experiencia colonial española, del mestizaje, de los procesos imperialistas europeos y norteamericanos, de los combates con apaches y comanches, de guerras y luchas, de aplicaciones doctrinales y religiosas, así como los avances tecnológicos y los diversos intereses económicos y políticos que nos han forjado tal como somos. Descubrir el valor de la disciplina histórica es descubrir nuestra circunstancia, es trascendental conocer nuestra circunstancia y trascendental es ir a cambiarla.

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Bibliografía

Ariztizabal, S. (2010). La doctrina Monroe y el intervencionismo estadounidense. En creación y Producción en Diseño y Comunicación (Trabajos de estudiantes y egresados) (29) (pp. 65-67). Argentina: universidad de Palermo.

August, A. (2011). El destino manifiesto de los EE. UU. y su continuidad hasta la segunda Guerra mundial. En cuba y sus vecinos (pp. 1-6). Recuperado de http://www.democracyintheus.com/

Junquera Rubio, C. (2016) Descubrimiento y colonización rusa de Alaska. Universidad Complutense de Madrid. Recuperado de: https://revistas.ucm.es/index.php/MARE/article/download/53157/48813

Van Alphen, F. (2015) Comprensión histórica y construcción de la identidad nacional en la representación de las narrativas maestras. Tesis leída en la Universidad Autónoma de Madrid, España. https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=48656

Villena, M. A. (2012) “El colonialismo español fue menos racista que otros”. El País. Recuperado de: https://elpais.com/sociedad/2012/04/09/actualidad/1333957441_739893.html

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