Gero Fong
Socialista/luchador
Hace unas semanas fue distinguido con el premio William J. Perry 2018 en Washington el secretario de la Defensa Nacional de México, general Salvador Cienfuegos Zepeda. Varios analistas se escandalizaron por que se le dio este premio a un militar que ha estado “garantizando” la seguridad en un país bajo un estado de guerra irregular y donde hay miles de desapariciones, ejecuciones, violaciones a Derechos Humanos, fosas clandestinas y asesinatos de periodistas y luchadores sociales, señalados por varios organismos nacionales e internacionales. No insistiremos en lo sabido, pero nos preguntamos, ¿por qué la sorpresa y por qué no apura la situación más allá del escándalo?
Apenas le rascamos un poco a este enigma y la cosa es clara y paradójicamente oscura para la nación, pues tiene el tufo del imperialismo. El premio al general Cienfuegos fue otorgado por la Universidad de la Defensa Nacional de Estados Unidos en el Centro de Estudios Hemisféricos de la Defensa William J. Perry, institución que pertenece al departamento de defensa de los Estados Unidos de América y se especializa en estudios de defensa y seguridad en el hemisferio occidental. Ya desde aquí es claro que la distinción al general proviene de los militares de una potencia extranjera:
“Por su compromiso para contribuir significativamente en la promoción de la educación, la investigación y el intercambio de conocimientos en materia de seguridad y defensa en el hemisferio occidental, fortaleciéndose de esta forma la relación bilateral militar con los Estados Unidos de América (lo subrayado es mío).
Debemos apuntar que la relación militar bilateral entre México y Estados Unidos señalada es obviamente una en la que nuestro país aparece subordinado a la potencia extranjera y apunta claramente a la militarización de la sociedad mexicana. Es preciso volver a recordar las palabras del senador Manuel Bartlett durante la discusión para la aprobación de la Ley de Seguridad Interior (LSI) en diciembre pasado, donde señala que la militarización consiste en la pretensión de que el ejército actúe en labores policiacas y la señala como “claramente una voluntad de los Estados Unidos de utilizar los ejércitos nuestros, para defender a sus corporaciones y sus intereses en México y en América Latina en su conjunto”.
En ese sentido Bartlett criticó directamente al general Cienfuegos a quien acusó de dedicarse a “amenazar a las Cámaras para que le aprueben la Ley que les garantice a ellos ser un ejército policiaco”.
Efectivamente el general Cienfuegos ha sido desde los militares quien más ha presionado para que se aprueba la LSI que como ya hemos explicado en otros artículos legaliza la militarización en México. También se ha opuesto empecinadamente a que el ejército sea investigado por su participación en el Crimen de Iguala del 26 de septiembre del 2014 en donde fueron desaparecidos 43 estudiantes y asesinados tres más de la Normal Rural de Ayotzinapa en el estado de Guerrero.
Es necesario detenernos un poco en este episodio de Ayotzinapa, porque es una muestra clara de lo que significa tener al ejército en labores policiacas, de cómo se desenvuelve concretamente en el terreno, apoyando policías y paramilitares para deshacerse de los opositores a los proyectos político-económicos y de paso hacer negocios con los carteles del crimen que mientras hacen la comparsa de ser los enemigos del Estado en realidad son los nuevos acumuladores de capital. A todo esto, debemos agregar las cobardes –no se pueden calificar de otra manera– declaraciones de Alejandro Encinas futuro subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, cuando a pregunta expresa de los reporteros, dice que no hay una línea de investigación hacia el ejército por el caso Ayotzinapa y se queja de que le quieran amarrar navajas con los militares.
A Cienfuegos le bastó una reunión con Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México y su equipo en temas de Seguridad, para convencerlos de que la militarización sigue siendo su mejor opción y que los militares deben seguir en las calles realizando labores policiacas.
Una idea que ahora AMLO y su equipo ven tan natural, como lo expresan las palabras de Alfonso Durazo futuro titular de la Secretaría de Seguridad Pública que al referirse a la reforma del ejército, dijo que, somos un país que tiene problemas de inseguridad, pero no conflictos internacionales, es decir de guerras, y eso favorece la posibilidad de plantear que el Ejército apoye en tareas de seguridad”.
No hay más ciego que el que no quiere ver y vistas las cosas en este contexto las señales son bastante oscuras para México y la razón por la cual le dan el premio a Cienfuegos aparece diáfana como el agua clara, un premio que entre otros prominentes personajes también han ganado Felipe Calderón y Álvaro Uribe. La lógica del imperialismo sigue imponiéndose en México, esto es la lógica sangrienta de las corporaciones, una estrategia donde la Cuarta Transformación se ve implicada, hasta ahorita no hemos visto lo contrario.
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