Durante una semana familias de distintas partes del país estuvieron en Guanajuato buscando a sus desaparecidos en semefos, penales y plazas públicas. En el estado hay más de 2300 personas desaparecidas
Texto: Daniela Rea / Fotografías: Zahara Gómez / Pie de Página
Guanajuato- Tres segundos. Ese es el tiempo que tuvieron mamás, papás, hermanas, hijas de personas desaparecidas para reconocer la fotografía de alguno de los ausentes en el registro de cuerpos no identificados que tiene la Fiscalía General de Justicia de Guanajuato.
Tres segundos para ver cada uno de los 470 perfiles de cuerpos no identificados encontrados en el estado entre los años 2019 y 2021.
Tres segundos para mirar su rostro de frente, de perfil izquierdo, de perfil derecho; sus ropas, sus pertenencias, el detalle de sus tatuajes, sus cicatrices, el lugar donde fue encontrado su cuerpo.
Una persona parpadea en promedio cada tres segundos. Frente a la pantalla de 1 metro por 1.5 metros, los ojos de las familias no parpadeaban, había que abrir bien los ojos y activar el cerebro para ver si se reconocía al hijo o al hermano o a la mamá o a la hija o a la hermana o a los hijos o hermanos de las compañeras del colectivo o de otros colectivos. Mirar con atención, sin parpadear, y al mismo tiempo traer a la memoria las decenas, centenas de rostros, de tatuajes, de ropa, de señas particulares de desaparecidos que se han mirado para reconocer, para descartar.
“No deberíamos estar aquí”, dijo Edith Lendechi, que busca a su hija Betzabé, desaparecida en noviembre del 2020. No deberían estar aquí mirando durante 3 horas una tras otra las fotografías en una sala donde el aire acondicionado aumenta el estremecimiento, donde un par de psicólogos, psicólogas de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas aguardaban algún desmayo, alguna crisis.
No deberían estar aquí, pero hay que hacerlo, hay que abrir los ojos y cerrar el corazón para soportar la tortura que significa mirar una tras otra, cientos de fotografías de cuerpos: cuerpos mutilados, cuerpos descompuestos, cuerpos heridos, cuerpos con rictus de dolor, cuerpos incompletos, cuerpos deteriorados, cuerpos calcinados. Mirar, temer que si bien ese cuerpo lastimado no es su hijo, entonces posiblemente algo así podría haberle pasado también a su hijo. Mirar, imaginar, porque si antes no se sabía cómo se le podría encontrar, estas fotografías desbordaron las posibilidades en que un cuerpo puede ser herido, matado.
“Cada que veía un tatuaje de un San Judas sentía cómo se me revolvía todo el cuerpo, sentía como un latigazo de pensar que ese podía ser mi tío”, recordó después Yadira, que llegó al Semefo acompañando a su abuela para no dejarla sola en la búsqueda de su desaparecido.
En Guanajuato del 2009 al 2020 han sido desaparecidas 2 mil 369 personas y, en ese mismo periodo, han sido encontradas al menos 215 fosas clandestinas. En los años 2019 y 2020 el problema se desbordó, pues en ese periodo desaparecieron la mitad de personas y se se localizó el 80 por ciento de las fosas (164).
Las distintas formas en que nos los matan
Las imágenes fueron proyectadas el pasado martes 11 de mayo como parte de las actividades de la VII Caravana Nacional de Búsqueda en Vida de Personas Desaparecidas, organizada por distintos colectivos del estado con el apoyo de familias de otros lugares del país.
Esta caravana de búsqueda en vida se realiza desde el año 2017 y tiene como objetivo buscar a personas desaparecidas, como lo señala su nombre, en vida: las familias acuden a plazas públicas a mostrar las fotografías para que alguien pueda reconocerles y acuden a centros penitenciarios, ya sea para reconocer a alguno de los internos o preguntar a ellos si reconocen a alguien de las fotografías.
Aunque la caravana busca en vida, tiene una peculiar parada en los semefos o fiscalías para revisar el archivo de los cuerpos NN y ver si ahí pudiera haber alguna persona desaparecida.
Así fue como 60 familiares de personas desaparecidas llegaron a las instalaciones de la Fiscalía en la ciudad de Guanajuato e ingresaron a una sala acondicionada para mirar las fotografías: en un salón una pantalla de 1 por 1.5 metros, en otra sala dos pantallas de 60 pulgadas. En un rincón de esta sala un funcionario operaba la computadora y daba click cada 3 segundos para cambiar de una ficha a otra.
¿Son tres segundos suficientes para identificar a un desaparecido? La señora Georgina Aranda dijo que si, que uno como madre conoce a sus hijos y en tres segundos se pueden identificar, “una como madre siente”.
“Yo creo que tres segundos es poco tiempo”, dijo por su parte Rosaura Patricia Magaña, de Jalisco, integrante de la caravana, “no nos da oportunidad de leer la información, de mirar los tatuajes, de pensar en nuestros hijos o en los hijos de nuestras compañeras que también buscamos a sus hijos”.
Cada ficha tenía la siguiente información e imágenes: lugar de almacenamiento del cuerpo, lugar de hallazgo del cuerpo, fecha del hallazgo, fotografías de suu rostro de frente, perfil izquierdo y derecho, fotografía de sus pertenencias, fotografía de su ropa y fotografía del lugar donde fue encontrado. Si el cuerpo lo ameritaba, se hacía un desplegado de fotografías de tatuajes y sus descripciones de manera escrita. Cuando esto pasaba, el funcionario que operaba la máquina hacía grande la imagen y daba otros segundos más para un posible reconocimiento.
Entre las fotografías que mostraron a las familias estaban las de cuerpos encontrados en las fosas clandestinas El Conejo, en septiembre del 2020; en el Sauz de Villaseñor, en marzo del 2021. Los primeros cuerpos estaban aún con tejido blando, hinchados, en fragmentos; los segundos cuerpos eran en su mayoría restos óseos y las ropas se encontraban deshilachadas.
También había cuerpos que podrían pertenecer a personas en situación de calle, por el lugar en el que fueron encontrados (vía pública), porque sus cuerpos no estaban heridos o ensangrentados, por la cantidad de ropas que traían puestas al momento de morir y que aparecían en la fotografía: tres pantalones, dos playeras, cuatro suéteres de una sola persona.
Había más hombres que mujeres y la mayoría en edades de 20 a 45 años; se encontró el cuerpo de un menor de edad de entre 14 y 17 años y entre sus pertenencias había un chaleco antibalas con las señales CJNG lo que generó molestia en las familias, pues consideraron que era una forma de criminalizarlo; se encontró el cuerpo de un hombre y entre sus pertenencias había un cubrebocas, lo que evidenció lo reciente de su muerte; se encontró el cuerpo de un joven y el lugar donde se encontró fue una portería de futbol llanero, colgado de ella, lo que dejó imaginar que se trató de un suicidio.
Se encontraron tarjetas bancarias en algunos de los cuerpos, el padre Carlos Aurelio Ramírez Moreno que acompañó a la caravana, preguntó si se les daba seguimiento y qué resultados había, la funcionaria enredó una respuesta que terminó evidenciando que no, que no daban seguimiento.
Las fotos que se miraban desde la pantalla de la Fiscalía contrastaban, dolían al mirarse frente a las fotografías de los desaparecidos que cargaban las mamás, hermanas, hijas, en su playera, en su manta: ahí se les miraba vivos, sonrientes, promesas de algo.
“No es la primera vez que visito un Semefo, pero aún siento tristeza, son cuerpos recientes, a mi hija Tania Sánchez la busco desde el 2012 en Torreón Coahuila, pero aquí estamos por si reconocemos a otros hijos de nuestras compañeras… las primeras veces que vas a un Semefo no se puede creer de lo que se mira, de las distintas formas en que nos los matan”, dijo al salir la señora Georgina Aranda.
Rosaura Patricia Magaña Rivera, mamá de Carlos Eduardo, desaparecido en Tlaquepaque en el año 2017, ha visitado Semefos en Jalisco, Michoacán y Coahuila como integrante de la caravana. “Aquí me llamó la atención que hay muchos cuerpos mutilados, tatuados, como en Jalisco, que es puro fragmento, la presentación estuvo bien, muy organizada”.
Las familias salieron del Semefo con cuatro posibles positivos, de identificar.
De búsqueda en penales
Los días 12 y 13 de mayo la Caravana buscó a sus desaparecidos en los penales de Irapuato y Valle de Santiago, en el primero hubo 11 posibles positivos, como le llaman a los posibles reconocimientos que internos hicieron de las fotografías que miraron; en el segundo hubo 4 posibles positivos.
En Irapauto 105 internos salieron a mirar las fotografías. “Hubo como tres personas que iban formadas pero al pasar frente a nuestras mantas no miraron las fotos, miraban para otro lado, eso me hace pensar que estas personas están inmiscuidas en eso, por eso están insensibles a lo que les decimos nosotros”, dijo el señor Óscar Sánchez, que busca a su hijo Óscar desaparecido en Pachuca.
Las familias ingresaron a los penales con unas 200 fotografías que extendían en el piso del patio central para que, posteriormente, en grupos de 15, 20 internos, pasaran frente a ellas para mirarlas.
La VII Caravana terminó después de una semana de recorrer semefos, penales y plazas públicas para buscar a sus desaparecidos. Terminó en San Luis de la Paz, lugar emblemático porque de aquí, hace 10 años, salieron 22 migrantes mexicanos rumbo a Estados Unidos y fueron desaparecidos en San Fernando, Tamaulipas.
Las familias de San Luis de la Paz fueron pioneras en la búsqueda de desaparecidos en Guanajuato. Una década después de que iniciaron su lucha, otros 13 colectivos de todo el estado se suman a su demanda: vivos se los llevaron, vivos lo queremos.
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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar la publicación original.