Él es víctima de una justicia selectiva porque se miden con diversas varas sucesos de la misma índole de los que se dieron en la cuenca del Conchos
Jaime García Chávez
Andrés Valles Valles es un hombre ordinario en su comunidad, con raíces que rebasan un siglo en Corraleño de Juárez, una ranchería a la ribera del río Conchos. Estoy seguro que jamás aspiró a la fama ni mucho menos a ocupar las ocho columnas de los medios de comunicación de Chihuahua. Sin embargo por su participación en el movimiento social por la defensa del agua y su vinculación a un procedimiento penal federal hoy está en boca de todos.
Andrés Valles cuenta 64 años de vida, es ingeniero agrónomo fitotecnista egresado de la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar de Ciudad Juárez. Algún tiempo ingresó a la función pública en el gobierno del antaño Distrito Federal. Su posgrado realizado en Turín, Italia lo cataloga como experto en cooperativismo rural de gran raigambre comunitario, con intereses sociales más que privados o que primen la ganancia personal.
Está casado con la señora Martha Holguín desde 1989, contadora pública por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Tienen su hogar en la ciudad de Delicias, Chihuahua, y ahí procrearon un par de hijos: Paola, actualmente profesional en nutrición, comunicación humana, atención de niños con capacidades especiales y formación profesional en Canadá; y Luis, quien es contador público con licenciatura en administración financiera y participa en un despacho que brinda consultorías de carácter internacional.
Forman una familia de clase media. La de Andrés Valles Valles está dedicada a la agricultura y a la producción lechera, donde ha sido testigo de la crisis de esta vital rama de la producción alimentaria. Actualmente su familia tiene un pequeño establo y también una franja de tierra donde produce forrajes. Está ubicado, por vocación y decisión propia, en el sector social y sabe que producir leche es un negocio difícil porque los insumos siempre van hacia arriba en sus costos y sufren la burocracia de Liconsa. Él ha visto las asimetrías en esta rama de la producción. Con 60 o 70 vacas tiene una producción que linda entre los 1 mil 500 litros diarios, nada que ver con las proporciones, por ejemplo, de los que son proveedores y socios de la empresa Alpura, que manejan millones de litros diarios.
Valles es propietario de bienes inmobiliarios del tipo del pequeño espacio forrajero mencionado, se acoge al patrimonio familiar, tiene su casa donde además le brinda solidaridad a su señora madre que cuenta con 94 años de edad. No tiene pozos privados ni clandestinos, ni huerta nogalera y mucho menos plantada con olivos. Insisto, su retrato es similar al de muchos agricultores comunes de la región, y está en la membresía y con los estándares de una clase media que batalla cotidianamente por tener un espacio más holgado en las actividades económicas para proveer a su familia de los recursos para salir adelante y progresar. Para decirlo con palabras estigmatizantes de la Cuatroté: tiene aspiraciones y además son legítimas.
Por su vocación solidaria, su espíritu cooperativista y su sensibilidad social los agricultores lo hicieron, en etapa reciente y a la vista de la crisis hídrica en la cuenca del Conchos, presidente del Módulo 4 SRL del Conchos. No es la única sociedad, pero es la que él ha presidido.
Si intentáramos hacer un perfil más completo de Andrés Valles Valles, tendríamos que precisar que no ha tenido ni tiene militancia partidaria de ninguna índole. Su entrega de vida ha sido al trabajo productivo, por el que se suda y se gana poco. Lleva una vida personal pública y privada ordenada y nació en el seno del catolicismo sin ser asiduo practicante. Está distante a toda intransigencia y es buscador de alternativas para los productores sociales, abierto a las mejores alternativas que se generan en la agricultura avanzada de primer mundo. Suele ser un estudioso de los avances que se van dando en la producción agropecuaria
Si algo caracteriza la tarea de Andrés Valles Valles al frente de sus representados es el entendimiento de la situación económica de la región, su agricultura y en especial su profundo y ágil conocimiento del Tratado de Aguas con Estados Unidos de 1947 y el papel que en esto juega el CILA (Comisión Internacional de Límites y Aguas); no es de ninguna manera un improvisado, un recién llegado a esta agenda. Sus frecuentes viajes a Estados Unidos para valorar ese tratado se le reconocen en la región.
Por eso sus compañeros lo eligieron como cabeza, como líder. Y él, escuchando la voz de nuestro tiempo, se puso al frente de su gente, no se le podrá comprobar técnicamente la comisión de delito alguno. En su detención hubo abuso de poder, pues el cateo se excedió de los límites de su casa o domicilio para allanar el de su madre, donde realmente se le detuvo, y si bien no recibió malos tratos, sí hubo prepotencia policíaca y militar, sobre todo allanamiento de un lugar no especificado en la orden de cateo.
Andrés Valles Valles nunca pensó estar recluido en un centro penitenciario como el de Aquiles Serdán en Chihuahua, sufriendo la estrechez de unos metros cuadrados de una celda que comparte con otros reclusos y en medio de las inclemencias del tiempo, propias de un desierto. Previamente había sufrido el acoso y asedio de los agentes del estado que lo buscaban para privarlo de su libertad con mucha antelación al momento de su aprehensión.
La libertad de Andrés Valles Valles la dicta un elemental sentido de humanidad. Él es víctima de una justicia selectiva porque se miden con diversas varas sucesos de la misma índole de los que se dieron en la cuenca del Conchos. Andrés Manuel López Obrador sabe por su propia biografía que hay una lección universal en esto: las guerras, las revoluciones, los movimientos sociales de profunda reforma no se hacen ni por gusto ni placer de nadie sino por eso que se llama necesidad y que la legislación penal contempla en sus más avanzados enfoques. Puestos a escoger, todos optaríamos por el confort de nuestras casas, el grato calor del hogar y no las asperezas de la lucha y la confrontación.
Dos o tres cosas más digo: la responsabilidad de la agudización del conflicto de 2020 en la cuenca del Conchos es atribuible al equipo de Blanca Jiménez en CONAGUA, nombrado y removido posteriormente por el presidente de la república. Nada cansa más que los diálogos prejuiciosos con gente que no comprende los problemas públicos, el sentido de la administración y la gravedad de lo que sucede y puede suceder.
Andrés Valles Valles, al menos un día, encaró a este equipo, en particular con la presencia de Juan Carlos Loera, para demostrarles la justeza del movimiento y la ignorancia y falta de voluntad política y destreza del equipo gubernamental para resolverlo.
Por último, se ha dicho que hay latifundistas, pozos clandestinos, “huachicoleo” del agua, conspiraciones de una élite regional dominante en Delicias. Pero no hemos visto ninguna acción eficaz y legal que le haga frente a esa circunstancia. En cambio desde MORENA se estigmatiza a Andrés Valles Valles como “fascista”, “esbirro” y “golpista”, lo que es profundamente falso e inadmisible.
Tengo para mí que Andrés Valles Valles es un perseguido y preso político de Andrés Manuel López Obrador. Por eso lucho por su libertad incondicional y agrego: no lo conozco personalmente, las noticias que doy aquí son producto de entrevistas con personas que han vivido el conflicto. Si lo hago es porque no padezco la esquizofrenia de los que ayer gritaban desde la bandería de la izquierda: “¡Represión!” Y ahora claman y reclaman que a este ciudadano, familiar en su región, se le impongan todas las penas que dicta la legislación penal federal. En qué quedamos: ¿no iba a ser primero la justicia?
06 agosto 2021
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.