“Quiero pensar que Salazar más lanzó un piropo para herir la vanidad del Presidente que trazar un real paralelismo histórico, sobre todo si tenemos en cuenta que programas como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro están bajo el ojo crítico en este momento”.
Jaime García Chávez
El embajador norteamericano Ken Salazar ni la burla perdona: equiparó programas sociales del Gobierno federal con lo que en su tiempo hizo Franklin D. Roosevelt. Ya sabemos que los embajadores norteamericanos, desde Poinsett hasta ahora, se han caracterizado por practicar la intriga y el doblez, siempre en defensa de los intereses de los Estados Unidos, ya que ese es su cometido y la práctica de una diplomacia fundamentalmente pragmática.
Esto no significa que no haya el registro de experiencias de política exterior mexicana que tengan brillo por sí mismas del lado mexicano y que se abonen a diversos momentos de nuestra historia.
Pero de ahí a comparar a Andrés Manuel López Obrador con el líder del New Deal hay buena distancia, y quiero pensar que Salazar más lanzó un piropo para herir la vanidad del Presidente que trazar un real paralelismo histórico, sobre todo si tenemos en cuenta que programas como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro están bajo el ojo crítico en este momento, amén de ser políticas clientelares que se ensamblan a los propósitos de acrecentar la hegemonía que pretende López Obrador hacia 2024, pasando por el proceso de consulta revocatoria del año entrante.
Expreso lo anterior porque no son vidas paralelas ni remotamente, ni creo, en honor a la verdad, que sea el propósito que inspiró al embajador norteamericano. Sin embargo, hay que poner algunos acentos que permitan entender de mejor manera lo que se ha expresado.
Cuando Roosevelt asumió la Presidencia estadounidense el 4 de marzo de 1933, el sistema capitalista mundial pasaba por los devastadores efectos de la Gran Depresión de 1929, que supo vertebrar alternativas reales para salir de la misma, en un ambiente adverso mundialmente por el ascenso del nazifascismo europeo y el amenazante militarismo japonés.
Sin salirse de los linderos del sistema capitalista, Roosevelt dijo con fuerza que las clases dominantes norteamericanas hasta ese momento sólo habían conocido “las reglas de una generación de egoístas” y trazó una política de ajuste contra la crisis que implicó encarar con fuerza a la banca usurera, reactivar la actividad industrial, siempre a la vista de un futuro conflicto bélico que más temprano que tarde iba a llegar, como en efecto llegó, dando paso a la Segunda Guerra Mundial.
Fueron épocas en los Estados Unidos inimaginables para las generaciones actuales en las que se padecía hambre y miseria en las grandes urbes, de grandes colas para la obtención de un modestísimo trabajo, y de cambistas que ante el crack de la Bolsa de Valores se lanzaban al vacío por los ventanales.
Si bien Roosevelt tenía sus detalles, como defender a Anastasio Somoza al afirmar “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, no dedicó sus esfuerzos a polarizar a la sociedad norteamericana, para lo cual había más que grandes condiciones, como lo hace López Obrador aquí en muchos casos, tomando como blanco favorito de sus ataques a “la mafia del poder”, a la que hoy no toca ni con el pétalo de una rosa, ni en los grandes ni en los pequeños casos.
Cuando el conflicto bélico llegó y todo el poderío industrial norteamericano se involucró en la derrota del Eje Berlín-Roma-Tokio, hubo toda una transformación de las fuerzas armadas de Norteamérica que jamás puso en riesgo el carácter civil de la democracia y el Estado. Cierto que Eisenhower llegó a la Presidencia ya en medio de una Guerra Fría desatada en toda su dimensión, pero per se ni el ejército ni la armada pasaron a jugar el papel protagónico que AMLO le está entregando a nuestras fuerzas castrenses, que nos permite afirmar que de no corregirse este proceso muy pronto vamos a tener los efectos de un militarismo político devastador y una Secretaría de la Defensa Nacional a la que se le agregarán cuatro siglas: SA de CV.
Por eso pienso que Ken Salazar, al recurrir al símil, ni la burla, implícita, perdonó. ¿O ya se hizo “chairo”?
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.