El caso de Cecilia, de 12 años, es uno de los miles de infantes migrantes separados de sus familias por el gobierno de Estados Unidos; ‘mi niña solo quiere regresar’ dice su mamá, la adolescente juarense fue detenida al acudir con su tía a pedir informes sobre asilo humanitario
Verónica Martínez / La Verdad
María Janeth Montes Rivas solo puede ver la desesperación de su hija, Cecilia Munguía Montes, por la pantalla del celular cuando la mañana de lunes recibió una videollamada por parte de una trabajadora social. La madre que permanece en Ciudad Juárez no sabe cómo consolar a la adolescente de 12 años que esta en Nueva York, a miles de kilómetros de su casa en esta frontera.
“Ya me quiero ir. Yo no quiero estar aquí”, dice entre sollozos la adolescente, quien al secarse las lágrimas de los ojos con su mano mostraba que aún trae puesto un brazalete azul de identificación que le asignaron en el centro de detención para migrantes.
En la llamada, Cecilia le contó a su madre que ya no estaba en el Centro de Refugiados de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) como le habían informado hace menos de una semana. A la adolescente ya la habían trasladado a un hogar de cuidado temporal.
Una semana antes, la hermana de Montes acudió al puente internacional Paso del Norte acompañada por la adolescente para solicitar información sobre el proceso de asilo, explica la mujer. Al ser llevadas a las oficina de CBP, separaron a las dos familiares y Cecilia empezó a llorar. Ante esto, la hermana de Montes declaró ya no querer solicitar la información de asilo y pidió que la regresaran a Ciudad Juárez con la menor pero los oficiales no le hicieron caso.
La hermana de Montes permaneció por unos días en el albergue para migrantes Casa Anunciación en El Paso, Texas, y después fue retornada a México. La adolescente no regresó y fue hasta el pasado martes que su madre se enteró que autoridades de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) la habían mandado a un centro de la ORR en Nueva York, tras haber sido clasificada como una menor migrante no acompañada.
Montes asegura que su hermana y su hija no estaban pidiendo asilo al gobierno de Estados Unidos. El pasado 10 de noviembre, Montes junto con amigos y familiares bloquearon el acceso al puente internacional Paso del Norte para exigir el regreso de su hija.
“Ella esta asustada. Se supone que ahí en el centro de refugiados tenía todos los cuidados. No sé por cual motivo la cambiaron a otro apartamento”, dijo Montes que a pesar de haber acudido al Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, a la oficina de Relaciones Exteriores y a la Fiscalía de la Mujer, no ha recibido un apoyo u orientación ante el proceso de su hija.
Tras una petición de información que La Verdad hizo sobre el caso, oficiales de la oficina del CBP del sector de El Paso se negaron a comentar sobre las declaraciones públicas de Montes en contra de las autoridades estadounidenses.
“CBP no hace comentarios sobre encuentros individuales con personas que cruzan la frontera por razones de privacidad. Esto sería especialmente cierto en el caso de menores y solicitantes de asilo”, declaró un vocero en una respuesta por correo electrónico.
El tema de la separación familiar, como es el caso de Cecilia, se hizo notorio en el 2017 y 2018 cuando bajo la política de cero tolerancia impuesta por la administración de Donald Trump, en ese entonces se reportó que 2 mil 816 menores fueron separados de sus padres y tutores legales.
En general, la separación de familias en la frontera es un fenómeno que ha estado presente por mucho tiempo y se continua presentando a hasta hoy en día, explica Melissa López, directora de la organización de Servicios para Migrantes y Refugiados de la Diócesis de El Paso (DMRS por sus siglas en inglés).
“Es una gran parte de lo que pasa cuando los menores llegan a los puertos de entrada con alguien que no es su madre o padre biológico o un tutor legal. Casi siempre serán separados”, dice López.
La directora menciona que en parte el sistema que DHS usa para clasificar a menores como no acompañados, a pesar de llegar a la frontera con un adulto, esta diseñado para proteger los derechos de los menores y mantenerlos seguros, pero tiene también en consecuencia efectos negativos en los niños y niñas al ser separados.
Un sistema saturado con múltiples actores
La última vez que María Janeth Montes habló por videollamada con su hija fue este pasado lunes, pero mantiene una comunicación constante con la trabajadora social que lleva el caso de su hija. La madre se mantiene vigilante a las llamadas que puedan a llegar a su celular ya que ahora también espera llamadas de la abogada que asignaron al caso de Cecilia.
La trabajadora social de la ORR le explicó a la madre que la adolescente podría permanecer hasta tres meses en los Estados Unidos en espera a que un abogado presente la documentación apropiada ante la corte de migración.
“Ellos dicen que hay que esperar, que es un proceso de dos a tres meses. No entiendo porque hay que esperar si la niña solo quiere regresar a México”, expone Montes. “Mi hija es mexicana ella nació aquí en México y no pueden quitarle su derecho de que si ella quiere regresar aquí a México porque se lo niegan?
Sin embargo, para que un menor migrante bajo el cuidado de la ORR pueda ser retornado a su país de origen debe presentarse una aplicación de retorno voluntario ante la corte de migración, explica Anthony Enriquez, director del Programa de Menores no Acompañados de la organización Catholic Charities de la Archidiócesis de Nueva York.
La organización ubicada en el estado del este de Estados Unidos ofrece diversos servicios a la comunidad y entre ellos orientación y servicios legales para niños y niñas migrantes que de otra forma tendrían que navegar el sistema migratorio y asistir a sus citas de corte solos.
El tiempo de espera del proceso depende de los tiempos de procesamiento de cada corte de migración local, comenta Enriquez agregando que el Departamento de Justicia tiene un sistema que trata de expeditar las aplicaciones de retorno voluntario.
“Por ejemplo, cada semana las organizaciones sin fines de lucro que trabajan con menores, mandan una lista a la corte con los casos de menores que buscan retornos voluntarios para que de esta forma puedan ser asignados lo más pronto posible y sus casos sean resueltos”, dice Enriquez.
El director menciona que los casos de retorno voluntario son en general más simples y reciben una audiencia en cuestión de semanas a partir de que el menor haya presentado la aplicación.
La administración y los cuidados de menores migrantes no acompañados que llegan a los Estados Unidos es un proceso que implica la participación de varias agencias y departamentos federales.
Son varias organizaciones del Departamento de Seguridad Nacional que manejan la detención, procesamiento y repatriación de los menores, la Oficina Ejecutiva para la Revisión Migratoria y el Departamento de Justicia se encarga del procedimiento de expulsión migratoria y la ORR maneja el cuidado y custodia de los menores no acompañados. Este es un sistema que ya lleva casi dos décadas siendo aplicado y fue diseñado para disminuir la cantidad de tiempo que los menores permanecen en custodia de DHS, explica Enriquez.
“Los niños deben ser tratados como niños, o sea que la ayuda humanitaria debe de venir antes en vez de ser tratados como blancos de las normas migratorias”, afirma.
En general no hay muchos casos de niños, niñas y adolescentes de México que llegan al cuidado de la ORR, agrega, ya que por acuerdos internacionales estos pueden ser entregados a autoridades mexicanas de bienestar de menores.
“Si un menor mexicano se encuentra en la custodia de ORR puede que sea porque hay una denuncia de tráfico infantil o pueden haber algunas inquietudes al regresar al menor a la situación de la que estaban huyendo”, dice Enriquez.
Desde el 2015, Guatemala ha sido el país con más menores no acompañados que llegan a ser referidos a la ORR, seguido por Honduras y El Salvador, según datos de la agencia. La cantidad de menores no acompañados provenientes de México ha permanecido por debajo del seis por ciento del total de referencias.
La mayoría de los niños, niñas y adolescentes no acompañados llegan al cuidado de la ORR al ser referidos por autoridades de migración al tratar de entrar a los Estados Unidos sin autorización legal, informa la ORR en su guía normativa. La oficina se basa en la información proveída por la agencia que remitió al menor al cuidado de la ORR y “determina la asignación apropiada para estar en el entorno menos restrictivo”.
Los infantes son asignados a permanecer en entornos seguros con “patrocinadores” que usualmente son familiares viviendo en Estados Unidos. En el caso de menores sin un patrocinador viable, pueden ser transferido al Programa de Menores Refugiados no Acompañados y permanecer bajo custodia de la ORR hasta que cumplan los 18 años o acepten salir del país de forma voluntaria o sean expulsados del país a través del proceso migratorio, señaló el Instituto de Política Migratoria en un reporte publicado este año.
Mientras aún permanezcan en la custodia de la ORR, los menores pueden ser transferidos a programas de acogimiento de largo plazo, permanecer con una familia de acogida o en un programa de acompañamiento grupal donde un trabajador social continua dandole seguimiento a sus casos.
La cantidad de menores que han sido asignados con patrocinadores por la ORR ha mostrado una tendencia que va en alta. Solo en Texas, en el año fiscal 2019, 9 mil 900 menores fueron dados de alta a otros entornos de cuidado según datos de la ORR. Esta cantidad bajo en el año fiscal 2020 con 2 mil 336, pero ha vuelto a escalar con 15 mil 338 en del año fiscal 2021. Los cuatro estados con mayor cantidad de menores transferidos al cuidado de patrocinadores por la ORR son Texas, Florida, California y Nueva York.
Menores transferidos al cuidado de patrocinadores por la ORR
Año fiscal 2019 | Año fiscal 2020 | Año fiscal 2021 | |
Texas | 9,900 | 2,336 | 15,338 |
Florida | 7,408 | 1,523 | 11,143 |
California | 8,447 | 2,225 | 10,770 |
Nueva York | 6,367 | 1,663 | 8,532 |
Fuente: CBP
Desde el 2011, la cantidad de menores no acompañados detenidos por CBP ha fluctuado rompiendo cantidades récord en el 2014 y 2019, según datos de la agencia aduanal. El año fiscal 2020 vio una baja significativa en comparación con el año 2019. El Instituto de Política Migratoria señala que la baja se debió a que a partir de marzo, DHS empezó a expulsar a menores bajo el Título 42, una medida que con argumentos de “seguridad nacional” relacionados a la pandemia se envía a México a las personas que solicitan entrar a Estados Unidos.
Las expulsiones de menores cesaron en el 2020 gracias a una decisión de la corte del Distrito de Columbia y de nuevo bajo ordenes de la administración de Joe Biden. En consecuencia, el año fiscal 2021 ha visto un rebote en aprehensiones de menores no acompañados en toda la frontera sur con un récord de 146 mil 925 encuentros con CBP en comparación a 80 mil 634 en el 2019.
“Empezamos a ver números más altos de menores no acompañados porque ahora si se les permite la entrada al país en vez de ser expulsados inmediatamente”, dice Enriquez.
Políticas migratorias como MPP y Título 42 han agravado la situación de separación familiar en la frontera y aumentado los encuentros con menores no acompañados, menciona López.
Antes de que se implementaran políticas que niegan la entrada a Estados Unidos a solicitantes de asilo, los familiares que habían sido separados de los menores por autoridades de DHS podían pasar por el proceso de reunificación una vez que ya eran liberados en territorio estadounidense. La mayor diferencia con el Título 42 es que mientras los menores pueden entrar a los Estados Unidos, los familiares que los acompañaban terminan siendo expulsados a México.
“Por eso estamos viendo números tan altos, todos estos niños que habrían entrado clasificados como unidad familiar y no como menores no acompañados”, comenta López.
La directora de la organización que ofrece servicios legales de migración en El Paso no espera que los casos de separación familiar cesen en la frontera.
“Continuamos viendo a muchas familias siendo separadas y es algo terrible, pero entre más veamos casos así, podremos desarrollar mejores sistemas para reaccionar y tratar de ayudar”.
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