Como la mayoría de las ciudades fronterizas del país, Juárez es un extenso y populoso ejemplo de que la riqueza capitalista genera pobreza y anomia: conducta, procesos y significados fuera de las normas sociales
Por Víctor M. Quintana S.
El optimismo por el nearshoring recorre nuestra frontera. Más que por las buenas gestiones gubernamentales, son el azar geoeconómico y el vuelco de la economía global que avizora una cascada de inversiones y empleos para nuestra ciudad, para alivio de los gobiernos que no discurren otra manera de promover el desarrollo.
Algunos sectores de Juárez están de plácemes: Según un estudio del Instituto Nacional de la Competitividad, esta ciudad se consolidó como la urbe mexicana con mejor productividad. Los datos en que se fundamenta la aseveración: el salario mensual de los trabajadores de tiempo completo se ubicó en 9 mil 661 pesos; la desigualdad salarial se ubicó en 0.30%; presenta también uno de los porcentajes más bajos en población no ocupada y de población que no genera ingresos. Además, es la ciudad con menor tasa de informalidad laboral. (https://bit.ly/3Xq3JJC)
Sin embargo, pareciera que la productividad y la posibilidad de atraer inversiones extranjeras de una ciudad son inversamente proporcionales a la calidad de vida que ésta ofrece a sus habitantes. Eso se desprende de los “otros datos” que se dan sobre Juárez. En su informe anual “Así estamos Juárez 2023”, la organización no gubernamental Plan Estratégico de Juárez. señala que las y los juarenses siguen identificando cuatro principales problemáticas que aquejan esta población y que están muy lejos de resolverse: sigue siendo una de las poblaciones más inseguras del país y la drogadicción afecta a un creciente número de personas, sobre todo jóvenes. A esto habría que agregar tres problemas ya añejos: la mala calidad de las calles, el mal servicio de transporte urbano y el mal servicio de recolección de basura. Esto hace que Juárez se clasifique en el décimo quinto puesto en calidad de vida de los 20 municipios más poblados del país. (https://bit.ly/432PCuI)
El tener casi pleno empleo no basta. En Juárez el 75.7% del personal asegurado en el IMSS gana más de 1 y hasta 2 salarios mínimos. 312 y 624 pesos. El 79% de las personas entrevistadas considera que su situación económica actual es igual o peor que la del año anterior y el 50% piensa que el ingreso familiar no les alcanza e incluso tienen dificultades para cubrir sus necesidades básicas. Por otra parte, la percepción de inseguridad pública persiste, pues el 57% de las personas piensa que vivir en esta frontera es algo o muy inseguro. Entre 2020 y 2022 la violación simple contra mujeres casi se dobló: de 342 a 652 casos durante el año. Y aunque hay una tendencia a la baja, todavía durante 2022 se contaron 950 homicidios dolosos.
Todo lo anterior, concluye el estudio “…repercute de forma determinante en la satisfacción de las personas con su entorno inmediato: el año pasado (2022) creció el número de personas que pensaron en irse de Juárez y cayó el de quienes dijeron sentirse orgullosos de ser juarenses.” Hay una clara disonancia entre lo que las personas trabajadoras piensan de su ciudad y los que celebran la competitividad para el capital.
Juárez, como la mayoría de las ciudades fronterizas del país, es un extenso y populoso ejemplo de que la riqueza capitalista genera pobreza y como diría el clásico Durkheim: anomia: conducta, procesos y significados fuera de las normas sociales. Los capitalistas y el Estado se preocupan sólo de las condiciones que favorezcan la producción material de bienes y de servicios, la generación de valor. La reproducción de la fuerza de trabajo, no sólo en los términos físicos, sino también social, cultural y moralmente se la dejan totalmente a las y los trabajadores.
Unas y otros se enfrentan día con día a largos trayectos en transporte deficiente, habitan en viviendas minúsculas, sin aislamiento térmico, calientes en los tórridos veranos y frías en los gélidos inviernos, en urbanizaciones precarias, donde no hay infraestructura social ni de cuidados, sin guarderías, ni escuelas de tiempo completo, muy escasas áreas verdes, culturales y deportivas, con miles de casas abandonadas, donde florecen el pandillerismo y las drogas. En estos espacios difíciles, polvosos, feos a la vista, las personas y las familias tienen que gestionar la reproducción de su vida, de su familia, de sus costumbres, de sus valores, todo por sus propios medios
Así, parafraseando a Marx, las maquiladoras operan como una especie de opio para los trabajadores y para empresarios y gobierno. Estos últimos porque la creación de empleos y atracción de inversiones funciona como un adormecedor para que se olviden de la responsabilidad de asegurar bienestar, cuidados y desarrollo social. Para las y los trabajadores porque laborar en las plantas donde hay aire acondicionado, música ambiental, jardines, edificios agradables y buena comida les alivia un poco de las malas condiciones de vida de su entorno. Pareciera que las y los obreros encuentran en la producción el refugio a los horrores cotidianos de la reproducción.
Entregarse sin más a los supuestos beneficios del nearshoring hará que las ciudades afectadas por él se conviertan como Juárez en ciudades del capital, del lucro, de la explotación, no espacios de vida digna para las y los trabajadores.
Los tres órdenes de gobierno deben tener esto bien en cuenta y actuar en consecuencia.