Este es un proceso electoral que apenas comienza. Veremos si al pasar los meses, las campañas nos proporcionan sorpresas. Pronostico que sí. Si algo es volátil e inasible es, justamente, el quehacer político. Máxime en una nación surrealista como lo es la mexicana
Por Hernán Ochoa Tovar
The long and winding road. Luego de un larguísimo preámbulo en el cual los precandidatos predicaban en una especie de tierra de nadie –pues ya hubo hasta selección de precandidatos y hasta designaciones– finalmente, con una especie de retraso legal, comienzan las precampañas, mismas que no dejan de tener un componente surrealista, pues, habiéndose dado las eliminatorias, ahora los precandidatos serán únicos, pero oficialmente se dirigirán a los miembros de su partido ¡para Ripley¡
Aun así, los primeros spots publicados me han producido diversas impresiones, mismas que a continuación desglosaré en la presente colaboración.
De entrada, creo que los precandidatos han comenzado a romper cartabones y han brindado ideas incipientes de lo que serán sus propuestas. Sin embargo, algunos de ellos también han dejado ver sus eventuales áreas de oportunidad a través de los ejercicios audiovisuales.
Así, yendo de mayor a menor, creo que Samuel García ha dado una buena sorpresa, y, como dijera alguna vez el finado Arturo Castro, una primera gran impresión. Luego de armar tremendo zafarrancho cuando dijo que pediría licencia a su cargo de gobernador de Nuevo León para buscar la candidatura (de Movimiento Ciudadano) a la Presidencia de la República, García parece haberse recompuesto. O, por lo menos, esa impresión da. Con una imagen fresca e ideas novedosas, el gobernante con licencia parece que desea tomarse en serio la carrera presidencial, y su spot lo demuestra con creces. Prueba de ello es que pone sus áreas de oportunidad y las contrasta con acciones que, según él, fueron logros de su gestión neoleonesa. Habrá que ver si con el paso de los meses se quita la imagen de influencer y de mozalbete (aún cuando ya es padre de familia). Sin embargo, su primer anuncio da cuenta de que, aunque el humor sigue rodeando su figura, busca lograr un spin con propuestas de la equidad de género y las energías limpias (con lo cual pareciera dar una especie de raspón al presidente López Obrador, pues sus alusiones a lo eólico y a la vieja política, parecieran un sutil desmarque del que había sido visto como una especie de “Plan B” del oficialismo).
Por otro lado, Xóchitl Gálvez logra convencer. Si ya había tenido punch cuando logró ser la candidata opositora sin que se le considerase previamente –brindándose una narrativa ganadora y carente de dificultad para el oficialismo– con su primer spot repite el ejercicio. Su microbiografía, resumiendo desde su dificultad infantil hasta su llegada a la Ciudad de México, pasando por la UNAM, además de su consolidación empresarial y política, resulta verosímil. Su discurso, de que quiere buscar la unidad nacional luego de un sexenio de polarización y aspavientos, también resulta convincente. Parece tener el carisma necesario para encarar veleidades y para brindar sus propuestas, aunque nade a contracorriente. Primera buena impresión también.
Sin embargo, la doctora Claudia Sheinbaum queda a deber. Aunque se supone que un candidato oficialista debe propugnar por la continuidad y no por la ruptura –como alguna vez lo realizó Josefina Vázquez Mota, en las elecciones presidenciales del 2012, y su campaña terminó haciendo aguas por las fuertes contradicciones resultantes–, se esperaría una actitud donde prime la autocrítica y la originalidad, cosa que no se visualiza de todo en el concierto oficialista. A pesar de que es cierto que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha tenido aciertos –sobre todo en el manejo económico, así como en los programas sociales brindados–, se presentan claroscuros en diversos renglones, fundamentalmente en el ámbito educativo, sanitario y de seguridad.
Y, hasta ahora, la doctora Sheinbaum no propone corregir los yerros y continuar los aciertos –como sería una acción sensata– sino una continuación lisa y llana del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, aduciendo que la consolidación de la 4T puede darse en el sexenio venidero. No obstante, para buscar este fin tampoco recurre a sus recursos, pues sigue utilizando el lenguaje y la narrativa obradorista de manera preponderante. Si bien es cierto que en el primer spot trató de abonarle un poco de ello y se vio más una perspectiva propia, se visualiza con una candidata con poco carisma y convencimiento. Muy probablemente la narrativa imperante vaya a coadyuvar en una eventual victoria suya. Empero, aún quedan cabos sin atar y no termina de mostrarse como la mujer brillante (empoderada) que busca la Presidencia de la República –cuando tiene las tablas y el currículo–, sino como la prolongación de la retórica del presidente López Obrador, quien parece seguir presente en el aire, no obstante su cargo no esté en juego y haya deslizado un eventual retiro de la arena política.
En fin, este es un proceso que apenas comienza. Veremos si al pasar los meses, las campañas nos proporcionan sorpresas. Pronostico que sí. Si algo es volátil e inasible es, justamente, el quehacer político. Máxime en una nación surrealista como lo es la mexicana. Para muestra, lo anteriormente descrito.