Que el alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla, se placee y goce del turismo político es una cosa que ya se nos vende como ordinaria; el problema de fondo se debe atender, porque con su reciente viaje a Nueva York, permitirá al imperio ir penetrando lenta, pero contundentemente, en los asuntos que sólo corresponden a México como Estado soberano
Por Jaime García Chávez
La historia de los imperios nos habla muy claramente de su crecimiento, apoyándose en la capilaridad, entiéndase flujo aparentemente imperceptible de intervención o penetración, que ofrecen las zonas que domina o sus colonias. El mejor aliado de un imperio es precisamente el que esté en el lugar preciso, el que forme parte de la comunidad dominada, el que se entiende con el enemigo en base a los intereses mezquinos.
Contra ese fenómeno se levantó la propuesta de la soberanía nacional, y de ahí a catalogar ciertas áreas de relaciones internacionales que se han de procesar con extremo cuidado y sin atomizarse indebidamente; precisamente para que la capilaridad no se convierta en el instrumento que puede ir destruyéndolo todo lentamente.
Sirva esa idea para comentar el reciente viaje que hizo el alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla Mendoza, con todo y esposa, por supuesto, al cuartel general de la policía de Nueva York. ¿Realmente un alcalde tiene esa atribución o facultad?
En estricto rigor puedo pensar que no está prohibido por ley alguna, pero eso no es obstáculo para concluir que se trata de una colaboración que puede perjudicar a nuestro país, en particular todo lo que tiene que ver con el tratamiento del narcotráfico, trasiego de armas, lavado de dinero, que son materia que, con toda formalidad y reserva, deben estar únicamente en manos del gobierno central. De otra manera, se da pábulo a todo tipo de relaciones bilaterales con estados y municipios importantes en los que con mayor razón la asimetría de poderes se hace notorio y, por tanto, quien saca raja es el propio imperio antes que nuestro país, en este caso.
Entiendo que a un gobernante como Marco Bonilla, en sus ansias de novillero para reelegirse en la alcaldía y luego pretender la candidatura para gobernador del estado, le abone este tipo de placeo internacional, más cuando se trata de tomar como escenario la gran ciudad de Nueva York, seguramente con una policía con enorme importancia, pero no dispuesta a una colaboración plena, porque precisamente ellos sí saben salvaguardar su know how (su saber cómo) y no lo andan malbaratando, salvo que la parte del león se quede con ellos.
Veamos la agenda precisa que divulgó el municipio en materia de la pretendida capacitación: contraterrorismo, investigación criminal, escenas del crimen, seguridad y reconocimiento por su nivel o capacidad de investigación. Como puede verse, todo esto debe ser de la competencia estatal o federal, pero nunca municipal, por la seguridad del país, porque de lo contrario si se sigue dando esta tendencia de encuentros bilaterales con autoridades menores en la nación, muy poco valor tendrá en el futuro la política de la república en la materia, puesto que la policía extranjera ha trabado relaciones directas, pactado protocolos, mecanismos de colaboración que, a querer y no, lo más deseable y legal es que esté en manos de las autoridades federales en este ámbito.
Cuando no sea así, la capilaridad que abre, en este caso Marco Bonilla, permitirá al imperio ir penetrando lenta, pero contundentemente, en los asuntos que sólo corresponden a México como Estado soberano.
Que Marco Bonilla se placee y goce del turismo político, que le aprendió muy bien a la actual gobernadora, es una cosa que ya se nos vende como ordinaria; pero el problema de fondo se debe atender y quedar bajo una sola dirección y sin las interferencias de esto que puede parecer una ocurrencia, pero que bien se aprovecha del otro lado del Río Bravo.
He podido observar que las autoridades norteamericanas, cuando se les visita, suelen marcar toda la agenda y trabajar en su estricto beneficio. Pero esto no se entiende aquí como debiera ser.
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Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.