La orquesta Filarmónica de Chihuahua ejecutó la Novena sinfonía de Beethoven en una gala celebrada en el gimnasio del Colegio Everest, se trata de una propiedad privada de un grupo conservador de aristócratas chihuahuenses. ¿Acaso no hay un espacio público en toda la ciudad de Chihuahua?
Por Jaime García Chávez
En Chihuahua hay un gran malestar en la cultura, empleo términos de una frase consagrada. Hablo de cultura ligada, por necesidad o por cualquier otra causa, a la actividad gubernamental.
En estos días me he enterado que la orquesta Filarmónica de Chihuahua ejecutó el 20 y 21 de este mes, la Novena sinfonía de Beethoven, en una gala que celebra dos aniversarios: el bicentenario de la notable obra musical con el Himno a la alegría, que en todo el mundo se recuerda como una cima de la creación humana. El otro, es la conmemoración de los 30 años de existencia de la orquesta Filarmónica.
De entrada quiero afirmar que me siento orgulloso de la orquesta. Acudí a su nacimiento y reconozco su gran papel a lo largo de tres décadas y sobre todo a su director actual Iván del Prado y al conjunto de los músicos que están bajo su batuta. Lo extiendo al coro del Conservatorio de música y a los solistas Yamel Domort, Juan Carlos Heredia, Carlos Velázquez y Gabriela Flores. En conjunto un grupo de artistas con talento y con gran oficio y disciplina.
Del malestar que intento hablar, empieza con una pregunta: ¿Por qué este significativo evento se realiza en el gimnasio del Colegio Everest? Se trata de una propiedad privada de un grupo conservador de empresarios, y en el que destacadamente están los Legionarios de Cristo, una especie de logia fundada por Marcial Maciel, corrupto, abusador sexual y pederasta que fue perdonado por el Vaticano y no lo alcanzó nunca el brazo de la justicia.
¿Acaso no hay un espacio público en toda la ciudad de Chihuahua? Sí lo hay como el Paraninfo de la Universidad de Chihuahua, el Auditorio Municipal que ahora se negó por las envidias de una ruin clase política panista, el Gimnasio Universitario o, por último, el patio central del Palacio de Gobierno donde ya se ha presentado la orquesta con gran éxito y también gran público demandante de participar en audiciones de gran calidad.
Hay una especie de regusto de la gobernadora Maru Campos por mostrar el bando ideológico en el que se ubica. Por anteponer sus convicciones personales a la ética de responsabilidad. De alguna manera esto explica su fracaso electoral reciente, en conclusión: primero es la fe, el clericalismo y todas esas antiguallas que van quedando como remanentes de añejas historias.
Ahora resulta que para oír a Beethoven hay que erogar de nuestros bolsillos, hay que abonar a la “filantropía”, de los viejos aristócratas chihuahuenses que hacen caravana con sombrero ajeno y que además no quieren negar la cruz de su parroquia. Así es ya que se paga con dinero público la nómina completa de la orquesta, para que otros luzcan eso que acá llaman “cultura de coctel”.
Lo anterior sin siquiera hacerse cargo de que otras poblaciones, incluida la ciudad de Juárez simplemente no están en el carnet de este sector refinado de la cultura.
Seguro estoy que a Beethoven no le parecería que lo usen así, pero esto como es lógico es indemostrable, lo que sí sabemos es que existe este malestar.
***
Jaime García Chávez. Político y abogado chihuahuense. Por más de cuarenta años ha dirigido un despacho de abogados que defiende los derechos humanos y laborales. Impulsor del combate a la corrupción política. Fundador y actual presidente de Unión Ciudadana, A.C.