Opinión

Jimmy, AMLO y el Teletón: historia de un desacierto




diciembre 6, 2019

Andrés Manuel López Obrador pretende contratar las instalaciones del Teletón, una decisión que rebasa el debate político. El proyecto padece serios problemas, y el respaldo de dinero oficial implicaría un enorme respiro financiero. ¿Cuál es el costo para AMLO de rescatar al Teletón, acusado de promover estereotipos y lavar la cara impositiva de políticos y empresarios?

Alberto Najar
Twitter: @anajarnajar

Ciudad de México –Se llamaba Jimmy y cantaba con picardía y entusiasmo la que era su composición favorita: Yo no fui, famosa por la interpretación de Pedro Infante en la película A toda máquina.

Jimmy padecía el síndrome de Fanconi, una enfermedad que impide a los riñones absorber sustancias como fosfatos, glucosa y algunos aminoácidos, lo cual afecta el desarrollo físico de las víctimas.

Era el caso del niño quien a los 13 años de edad tenía la complexión de un chico cuatro o cinco. Así se presentó en la edición del Teletón de Televisa en 2001.

Jimmy Alfredo Guitrón Mercado, el nombre completo del menor, fue la estrella. Mientras cantaba emocionado, las manos y el cuerpo en el movimiento que le permitían sus problemas físicos, las cámaras enfocaron a los conductores del show.

La cantante Lucero apareció con lágrimas en las mejillas mientras el locutor Pedro Ferriz se tocaba los ojos, como si no pudiera contener la emoción.

Estos buenos actores -hay que reconocerlo- conversaron con el niño, quien confesó su admiración por el cantante Pedro Fernández, en ese entonces el intérprete más popular de Yo no fui, que apareció de pronto en el escenario.

Televisa cumplió un sueño. Jimmy, feliz, abrazó a su ídolo. Las cámaras pasaban de los locutores “emocionados” al público que aplaudía de pie, algunos en plena lágrima.

El espectáculo funcionó. La edición 2001 del Teletón recaudó la cifra más alta en los cuatro años que llevaba de transmisión: más de 207 millones de pesos.

Lo que sigue después es complicado. Jimmy apareció en teatros, palenques, funciones de circo y hasta en propaganda del Partido del Trabajo, siempre con la canción que le hizo popular.

Al principio la Fundación Teletón ignoró las críticas de los medios, pero luego no tuvo más remedio que expulsar al paciente de su programa y centros de apoyo.

Eso no interrumpió la emergente carrera del menor, porque sus padres aprendieron bien la lección de Televisa: comerciar con el dolor, dramatizar las historias de discapacidad de los niños genera muy buenas ganancias.

Jimmy Alfredo Guitrón Mercado murió en 2014. Ese año el show Teletón alcanzó la mayor recaudación de su historia, casi 480 millones de pesos. Desde entonces no obtiene tanto dinero.

Paradójicamente en 2014 el Comité sobre los derechos de las personas con discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó al gobierno mexicano no entregar fondos públicos a campañas privadas de recaudación como el Teletón.

El contexto fue un informe del consejo de expertos que examinó la política de atención oficial a las personas con discapacidad.

Las recomendaciones fueron explícitas: el organismo de la ONU estaba preocupado porque una buena parte de los recursos fiscales para la rehabilitación de ese sector de la población eran administrados por un organismo privado como la Fundación Teletón.

La campaña que cada año emprende el consorcio, añadió el informe, “promueve estereotipos de las personas con discapacidad como sujetos de caridad”.

Televisa y sus jilgueros respondieron que nadie en México cumple una tarea como los centros del Teletón. Argumentaron inclusive que suplían una carencia del sistema oficial de salud.

Al final las críticas sobre el supuesto lucro de la miseria no fueron respondidas.

Como tampoco hay claridad sobre el histórico señalamiento de que el Teletón es parte de la operación de propaganda política para gobiernos y empresarios, o peor aún, la acusación de que en el fondo el show de cada diciembre es parte una presunta operación para evadir impuestos.

Ahora Televisa y el Teletón son los nuevos aliados del Gobierno de México.

El presidente Andrés Manuel López Obrador dice que analiza un acuerdo para utilizar los centros de rehabilitación del consorcio.

Obviamente hay un cálculo político tras la decisión, que tiene sus dosis de pragmatismo. Por décadas se redujo la inversión fiscal en los servicios públicos de salud para debilitarlos y abrir la puerta a un sistema privado de atención médica que los supliera.

Algo así como el sistema de salud en Estados Unidos. Los seguros de gastos médicos para funcionarios, la concesión de servicios de guardería y laboratorios a consorcios particulares son un ejemplo.

De hecho uno de los llamados Amigos de Fox (los empresarios que financiaron al expresidente) pretendía quedarse con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

El susodicho apenas logró extender su cadena privada de hospitales, obtener una concesión de televisión abierta y construir nuevas instalaciones para su periódico.

La escasa atención a las personas con discapacidades es una de las realidades del sistema nacional de salud pública. Pero un personaje como López Obrador no es políticamente ingenuo.

La decisión de respaldar un controvertido proyecto como el Teletón implica, según los adversarios del presidente, una estrategia populista de apoyar a los pobres con objetivos electorales.

Algunos recuerdan las críticas en el pasado de AMLO a la frívola campaña de recaudación. En el fondo, ondear la bandera de honestidad implica usar aires nuevos.

Antes de seguir adelante sería bueno, por ejemplo, clarificar por completo las cuentas fiscales de la Fundación Teletón, las aportaciones de Televisa con la renta de sus instalaciones y el beneficio en impuestos que obtuvo.

También los tiempos oficiales que Televisa y sus medios aliados han destinado desde 1997 en la recaudación de este proyecto, y que debieron utilizarse para otros fines, según las leyes.

Además deben identificarse las entidades gubernamentales que entregaron dinero al show televisivo; las partidas presupuestales de donde salieron los recursos, los programas afectados y una evaluación sobre el impacto en la población, obras y servicios afectados por esos desvíos.

Son algunos pasos que deberían quedar claros antes del 14 de diciembre, cuando inicia el show del Teletón y su cadena de historias de lágrimas, tragedia y “victorias” sobre las adversidades.

Porque no es un tema de ideologías o pragmatismos políticos. La recaudación del Teletón se encuentra a la baja. El año pasado el show reunió 107 millones de pesos menos que en su esplendoroso 2014.

Televisa parece resentir la cruda realidad: tal vez muchos extrañan actrices, locutores, cantantes o histriones de las noticias. Quizá cada vez hay menos incautos.

En todo caso no estaría de más que el gobierno de López Obrador explique las razones de su eventual alianza con la televisora, porque eso implicaría una inversión importante de recursos públicos.

No estaría de más saber por qué respaldar al polémico Teletón. Y el riesgo de convertir a la 4T en el Jimmy de 2020.

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