Opinión

El vuelo del odio




septiembre 20, 2019

Otro escándalo en el mundo virtual de Twitter se movió al espacio real de la política mexicana. El discurso de odio de una exempleada de Interjet fue el pretexto para que los adversarios del presidente López Obrador descargaran su furia. Un falso debate donde lo único claro es que el país no está cerca de la reconciliación política

Alberto Najar
Twitter: @anajarnajar

Ciudad de México –El comentario incendió las redes sociales de internet. Una piloto de la aerolínea Interjet escribió en su cuenta de Facebook lo que parecía un deseo sincero.

“Debería de caer una bomba en el Zócalo… Nos haría un favor a todos” publicó, en referencia a la ceremonia por el Grito de Independencia que encabezó por primera vez el presidente Andrés Manuel López Obrador, y que reunió a más de 120 mil personas en la emblemática plaza.

La publicación fue viral en pocas horas. Muchos calificaron el comentario de Ximena García, como se llama la piloto, como un discurso de odio.

Otros lo vieron como una amenaza terrorista, y no fueron pocos quienes recordaron el riesgo de que una persona con esa mentalidad sea responsable de la seguridad de cientos de pasajeros… Y eventualmente del presidente López Obrador, quien viaja en vuelos comerciales.

Sin embargo, también en poco tiempo aparecieron cientos de mensajes de apoyo, algunos con el intento de justificar el deseo criminal de García quien por cierto fue separada de la aerolínea.

Quienes defendieron a la empleada de Interjet argumentaron su derecho a expresarse libremente, e inclusive afirmaron que la creciente tendencia por el tema en Twitter era un “linchamiento de los chairos”, como despectivamente llaman a los seguidores del presidente.

Un falso debate. Es cierto que la libertad de opinión es un derecho inalienable, pero también lo es que existen expresiones legalmente catalogadas como apología del delito.

También es claro que en otros países esta clase de mensajes, especialmente si los formulan quienes tripulan aeronaves, son considerados como un riesgo de seguridad.

En Estados Unidos, por ejemplo, existen serias consideraciones hacia la salud mental de los pilotos, sobre todo después de los ataques a Nueva York en 2001.

Diariamente Interjet envía decenas de vuelos a ese país. ¿Se permitiría el ingreso a su espacio aéreo a un avión tripulado por la polémica Ximena García?

Lo más lamentable es el entusiasmo con que los adversarios de López Obrador encontraron en la controversia tuitera otra oportunidad para descargar su furia.

Algunos como el impresentable Felipe Calderón llamaron “una mala broma” a lo que es un mensaje de odio. Hubo periodistas que se afanaron en encontrar una explicación al desafortunado comentario.

En el fondo este falso debate revela cuán difícil será, en algunos sectores del país, lograr una reconciliación.

Entre los adversarios de López Obrador persiste un profundo sentimiento de furia y clasismo, que en algunos casos les lleva a la irracionalidad en sus posiciones.

Y del otro lado también se cuecen habas. Muchos seguidores del presidente cometieron excesos a partir de comentarios misóginos o, del mismo modo que la polémica piloto, con llamados a la violencia.

Tal comportamiento es común en las cuentas robot, dedicadas al insulto y la agresión. Puede entenderse en los miles de usuarios que encuentran en el anonimato una puerta para desahogar traumas personales.

En otros momentos sería una sorpresa que políticos, artistas, empresarios o periodistas se unieran a la horda. Pero los tiempos del país son otros desde el 1 de julio de 2018.

Desde entonces los perdedores de la contienda tienen un serio problema para contener la furia, a veces transformada en odio ante la inutilidad de sus estrategias.

Sus reacciones ante la nueva polémica tuitera son predecibles. Una ventana a su propia realidad, escasos los argumentos para un debate serio.

En tal escenario tampoco ayuda mucho el presidente, quien una mañana ofrece amor y paz a los adversarios y a la siguiente les recuerda que están “moralmente derrotados”.

En este espacio editorial la siguiente frase puede acercarse al lugar común, pero nadie gana en terrenos así. Los adversarios del gobierno deben respirar 100 veces para sacudirse el odio. Y del otro lado hay que bajarle a la soberbia, intentar la urgente generosidad para salir del bache.

Porque allí se encuentra el sector conocido como “círculo rojo”, el de los opinólogos, empresarios y profesionales de la política.

Es cierto, México no es Twitter. Ni los grillos son todos los ciudadanos. Pero en ese pantano se toman decisiones de política pública.

Y más vale calmar las aguas, porque en juego hay mucho más que un concurso de memes.

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