Miguel Ángel Sosa
Twitter: @Mik3_Sosa
La violencia sigue siendo el mayor mal que aqueja a los mexicanos. Y ante el malabareo de cifras que hacen y han hecho las autoridades, el reto de contrarrestar un creciente escenario de inseguridad pinta para ser una tarea titánica.
A menos que la Guardia Nacional tenga como uno de sus súper poderes la ubicuidad de los Avengers, no se ve que en el corto plazo este fenómeno pudiera ir a la baja. A diario, la ciudadanía descubre horrorizada noticias que consignan actos violentos que suceden a plena luz del día en cualquier colonia, de cualquier ciudad, de cualquier estado.
En muchos de estos sucesos, las víctimas están muy lejos de parecer integrantes del crimen organizado. Por el contrario, sorprende la saña con la que los delincuentes privan de la vida a mujeres, niños y hombres por igual. Es un México salvaje que no gusta a nadie, que duele y sangra porque la víctima puede ser cualquiera.
Así, en la etapa de nuevos modos de hacer política, el mismo mal lastima a la gente. Hoy en un país que ondea -desde el gobierno- la bandera de la lucha contra la corrupción, los temores que invaden a la gente parecen ser otros, pues la exigencia de paz y justicia redobla y ensaya una vez más sus estrofas.
El tiempo dirá si la militarización con un supuesto mando civil es la respuesta al problema tan añejo de los bad hombres tan socorridos por Donald Trump. Habrá que ver si en un futuro no se paga caro por relegar a la Marina, después de ser la institución que probó tener los mayores controles de confianza para evitar la infiltración del crimen organizado.
Vienen tiempos de reacomodo y adaptación. Será -otra vez- un ejercicio de prueba y error. Situación por demás alarmante por tratarse de un México con crecientes focos de violencia, y además polarizado por la irresponsabilidad política que busca -unas veces sí y otras también- sacar raja de la tragedia.
Sin haber sido un tema superado, por encargo de la administración de Enrique Peña Nieto se dejó de hablar de lo que sí había: secuestros, robos, asesinatos, trata de personas, etc. Desgraciadamente hoy no sólo siguen existiendo estos delitos, sino que también los acompaña un miedo latente generado por la escalada de ilícitos cometidos en los primeros meses del sexenio.
Y es que más allá de las refinerías, los aeropuertos y los perdones de España, la gente quiere caminar con tranquilidad por las calles. Para saber esto, no se necesita una consulta popular, basta con que aquellos en posiciones de decisión revisen la prensa y vean que hay más color rojo donde antes no lo había.
ENTRE TELONES. Las alarmas en el gobierno de México están encendidas, pues nadie puede negar que hay una bomba de tiempo en la frontera sur. La crisis migrante se acentúa con la llegada cada vez mayor de indocumentados y las crecientes fricciones con los uniformados del Instituto Nacional de Migración.