Juan David Castilla
Voz Alterna
Veracruz – Cuatro conos sobre la carretera marcan la única entrada a Chavarrillo, un pueblo de unos 2 mil 800 habitantes en el municipio de Emiliano Zapata.
A un costado, desde la oscuridad, un grupo de vecinos apunta en una libreta las placas de circulación y las características generales de cada vehículo que ingresa.
Se trata de una bitácora con el registro de todos los que entran y salen del pueblo, ubicado a 22 kilómetros de Xalapa. Si notan algo sospechoso o los foráneos tardan más de 15 minutos en el pueblo, llaman a la Policía Municipal o Estatal y actúan.
Usan camionetas y motocicletas para trasladarse de la entrada a las zonas reportadas por los vecinos. No llevan armas, pero hay gente en el pueblo que se suma a la respuesta y tiene escopetas para defenderse.
SIN ESCAPATORIA
Todos apoyan. Mientras unos vigilan la entrada, otros recorren las calles principales o los lugares donde la falta de luminarias es mayor.
El retén ciudadano es montado con lonas y palos cada noche que hay baile; dos veces al mes.
Colocan cuerdas gruesas sobre la carretera como topes, para obligar a los conductores a disminuir la velocidad en la única entrada y salida del lugar.
Los patrullajes son siempre de noche o madrugada, pero nunca a la misma hora, para no dar margen a la delincuencia.
Tomás Martínez es uno de los voluntarios. Tiene porte vaquero. Lleva botas, pantalón de mezclilla, cinturón de piel, camisa blanca y un pronunciado bigote que lo hace único en el grupo.
Solo dos de ellos patrullan cada madrugada. Se rotan cada noche, todos están dispuestos a cooperar.
Tomás y su compañero se preparan para salir. Llevan radio, silbatos y lámparas que otorgan visibilidad en zonas que podrían utilizarse como escondite.
HALO DE VIGILANCIA
El halo de luz que expiden las lámparas se asoma en bodegas, viviendas, vehículos maceta y árboles.
Caminan entre ocho y diez kilómetros. Cuando el silbato suena varias veces en el mismo punto, la gente sabe que hay peligro; sin embargo, se arman de valor y atienden el llamado.
“La comunidad sale, salen los vecinos y nos apoyan. Afortunadamente no hemos tenido la necesidad de detener a alguien, todo ha sido sencillo”
narra Tomás.
Solo han activado los protocolos de seguridad por la presencia anormal de motociclistas y taxistas que provenían de Banderilla, Coatepec y Xico, según los rótulos de cada unidad, pues muchos son robados y utilizados para delinquir.
Los atracos cada vez eran más frecuentes, sobre todo cuando los jóvenes disfrutaban las noches de bailes o disco, donde también comenzaba a darse la venta de drogas.
Al salir de la fiesta, eran interceptados por sujetos desconocidos. Les quitaban sus celulares y las carteras.
BARRIOS ORGANIZADOS
La gente tiene granjas, donde también eran hurtados los lechones, casos que fueron anexados a las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), donde se contabilizaron 625 robos a transeúntes en vía pública y 156 robos de ganado en Veracruz, durante el primer cuatrimestre del año.
En los huertos, ocurría lo mismo. Hasta la producción de limón persa había sido saqueada. Existen empacadoras que distribuyen al día 18 toneladas en cada remolque de diez o 12 tráileres, producto que ha sido exportado a Estados Unidos y Europa.
Entre los valientes que conformaron un grupo de voluntarios para hacer frente a la delincuencia, estaban Josafat Ruiz, Josafat Rincón, Óscar Ruiz y Antonio Ruiz Conde.
Desde el 10 de noviembre de 2017, se integraron grupos en cada barrio para ayudar en la vigilancia a los 12 guardias, encargados de realizar rondines en el pueblo.
A juicio del subagente municipal Josafat Ruiz, dos o tres personas se encargan de chats en WhatsApp para informar a sus vecinos inmediatos sobre algún caso de emergencia.
“Así estamos pendientes. Se daba que entraban unos chavos en moto a robar a los chamacos, con armas y todo les quitaban sus pertenencias”
ADOPTAN MÉTODO EN OTRAS ZONAS
Al principio todo era voluntario y nadie recibía gratificaciones. Pero después de un tiempo y de varias reuniones con los pobladores, se acordó que cada ciudadano contribuyera con 50 pesos mensuales para apoyar económicamente a los guardias comunitarios.
No todos los habitantes aportan; sin embargo, el dinero recaudado ha servido para pagar 150 pesos diarios a los vigilantes.
“En cada barrio se pide una cooperación y todo se junta en la tesorería, tenemos una tesorera y ella se encarga de llevar el control del dinero”
añade Josafat Ruiz
También el agente municipal Josafat Rincón ha gestionado apoyos para reforzar la vigilancia vecinal.
Se han solicitado lámparas al alcalde de Emiliano Zapata, Jorge Alberto Mier, quien se comprometió a entregarlas, pero no ha cumplido.
Pese a las carencias, los guardias enseñaron su estrategia de seguridad a los pobladores de la Estación de Chavarrillo, Rancho Viejo y Palmarejo, lugares donde también ha sido necesaria la autoprotección, porque las autoridades también han sido rebasadas por la delincuencia.