Opinión

8M, la conmemoración y el paro nacional desde Ciudad Juárez




marzo 8, 2020

Necesitamos experiencias práctica para articularnos, dejar atrás las narrativas que quieren dividir a las feministas para limitar nuestro avance y mantener en el centro de nuestras demandas la erradicación de la violencia feminicida

Imelda Marrufo
Abogada y activista

Ciudad Juárez –La puesta histórica del 8 de marzo es una demanda que plantea la igualdad de derechos para las mujeres a la par que los hombres, el reconocimiento de la discriminación contra las niñas y mujeres, un contexto actual que da cuenta que la violencia contra las mujeres es producto de la discriminación en muchos espacios permitida y normalizada.

Los avances en las políticas públicas de derecho de las mujeres que han generado acceso a la justicia para algunas mujeres, pero no para la gran mayoría, con lo que la impunidad permanece.

El principio de igualdad se estableció en 1948 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, ese principio quedó en letra muerta en la gran mayoría de los países del mundo. Por ello, en 1979 se crea la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) por las Naciones Unidas.

La CEDAW, como la Carta Magna de los derechos de las mujeres, es un instrumento valioso que fortalece el principio de igualdad de derechos para mujeres.

El cumplimiento de Convención CEDAW es obligatorio. Fue firmada por México el 17 de julio de 1980 y ratificada el 3 de septiembre de 1981, con lo cual nuestro país debe rendir cuenta de su cumplimiento cada cuatro años.

Para dar seguimiento a las recomendaciones emitidas por el Comité CEDAW para Juárez en materia de discriminación y violencia, he trabajado en los informes durante el 2012 y 2018. En los documentos enviados a la ONU se reconocen los avances, se aborda el contexto de discriminación y violencia contra las mujeres. Los informes también precisan las formas de simulación del cumplimiento de la CEDAW por las instituciones de gobierno.

Alda Facio, jurista y experta internacional nos ha enseñado en sus diversos cursos que “el derecho humano a la igualdad es indispensable para gozar de otros derechos”.

La discriminación impide a toda costa la igualdad de derechos y la autonomía de las mujeres, la cual constituye una gran fuente de las violencias estructurales.

La autonomía económica, la educación, acceso a las tecnologías de educación, la igualdad laboral, el trabajo de cuidados remunerados, el derecho a la propiedad constituye derechos que deben ser garantizados.

La autonomía en la toma de decisiones, a la participación política, a los derechos de ciudadanía que se han vulnerado mediante el ejercicio de la violencia política, la desigualdad laboral aunada con el acoso, son una parte de los contenidos que se discuten en torno al Paro del próximo 9 de marzo.

La discusión es esa, no sé trata de si falta a trabajar o a las clases nomás porque sí, el Paro Nacional lo conforma una discusión en torno a los derechos a los que aún no tenemos acceso.

Como refieren diversos documentos históricos, un antecedente relevante a la conmemoración es el inolvidable 25 de marzo de 1911, fecha en la que un incendio en la fábrica Shirtwaist Triangle causó la muerte de 146 mujeres en sólo 20 minutos. Las atrapadas con puertas cerradas bajo llave, mujeres murieron quemadas o al saltar por las ventanas del noveno piso de la fábrica intentando escapar de las llamas. La única escalera de emergencia se desplomó bajo el peso de las mujeres que, aterrorizadas, trataban de huir.

Han pasado 163 años de la manifestación pública de aquel 8 de marzo en New York y tan solo 45 años de que Naciones Unidas formalizara el Día internacional de la Mujer.

A dos décadas del 2000, las pasadas semanas, ha cobrado fuerza colocar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia como eje central.

Los recientes femicidios de Ingrid y el de la niña Fátima ampliamente conocidos atizaron leña al fuego de una gran inconformidad, esa generada por la violencia feminicida en el país, que se conjugan con otras violencias. Un nuevo desplome, como aquel que aterrorizó a las mujeres del fatal incendio neoyorquino.

El Observatorio Especializado en Justicia con perspectiva de género de la Red Mesa de Mujeres A.C registró 180 asesinatos dolosos cometidos en contra de mujeres durante el 2019, lo que representa un aumento del 71.4% en la incidencia del delito a comparación con el año anterior, 2018, en donde se registraron 105 feminicidios. En lo que va del año 2020, el Observatorio tiene registradas 23 mujeres víctimas de homicidio doloso*.

Este 8 de marzo del 2020 feministas y defensoras de derechos humanos de esta ciudad, integrantes del Movimiento Estatal de Mujeres, que acompañamos a víctimas de violencia desde hace años –mediante servicios de atención, hasta la defensa de sus derechos ante los tribunales– pusimos como centro de nuestras demandas para erradicar la violencia feminicida las establecidas en la Declaratoria de Campo Algodonero que fue leída el pasado 7 de noviembre en el memorial de Ciudad Juárez.

La Declaratoria de Campo es una postura de exigencia dirigida a los tres poderes de la unión y a los tres niveles de gobierno, en ese documento se desglosa una ruta clara y concreta a favor de nuestros derechos. Esperamos que las recomendaciones de la Alerta de Género de Chihuahua que se emitan ayuden como palanca de empuje a avanzar en su cumplimiento.

No podemos perder de vista que, para fortalecer nuestra exigencia, se requiere conocer nuestros derechos y sobre todo contar con herramientas para saber cómo ejercerlos, encuentro aún debilidades en este ámbito.

Se requiere generar mayores experiencias práctica para articularnos, continuar dejando atrás las narrativas que nos quieren dividir pues solo le ayudan a la cultura patriarcal misógina a mantenerse presente, ya sabemos que cuerpo de mujer no garantizar perspectiva de género. Tener claridad de posturas que tiene como discursos la división entre las feministas, sin diálogo ni mayor aporte que la descalificación, eso no deben limitar nuestro avance, Marina Castañeda habla de un machismo invisible, y yo agrego que, existe una misoginia invisible expresada en gestos de mujeres que “disfrazados de feminismo” quieren ganar terreno. Lo mismo ocurre con los discursos del humanismo que no se cuestionan las asimetrías de poder, ni los privilegios detentados.

Quienes en Chihuahua salimos a los espacios públicos hace más de 20 años diversificando nuestro aporte, permanecemos con una postura clara que no ha renunciado a la exigencia de derechos para todas.

En mi caso, estoy consciente de que los avances que tenemos como mujeres no han sido regalados, han sido conquistados en buena medida gracias a muchas mujeres que iniciaron desde generaciones atrás a defenderlos, sé que en ello les ha ido la vida. Solo contribuyo honrando su memoria, caminando de la mano con otras. Este 8 de marzo, a todas ellas les estoy enormemente agradecida.

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