Opinión

El silencio que me hace cómplice




marzo 11, 2020

Denuncias de acoso ha habido muchas. El silencio nos hace cómplices, pero también es cierto que solo gritar no siempre clarifica las cosas

Por Hernán Ortiz
Académico

¿Mi conciencia está tranquila? A veces creo que sí, pero casi siempre uno aprende a vivir con sus demonios.

Siempre he señalado muchas cosas, pero no puedo señalarlo todo. A veces porque no me doy cuenta, otras porque estoy cansado y en ocasiones por cobarde.

He dicho muchas veces que el silencio nos hace cómplices. Muchas veces he callado. Sí, he sido cómplice.

Tal vez porque también tengo mis pecados que quisiera fueran comidos por Tlazeoltotl. Pero no, siguen ahí. He sido acusado un par de veces por violencia intrafamiliar, una vez retiraron la denuncia y otra vez el ministerio público que recibió la denuncia no creyó que yo fuera capaz de lo que se me acusaba y no le dio el seguimiento ¿adecuado?

En mi versión soy inocente, pero no en la de ellas. No he tenido la capacidad de conservar una familia, lo intenté, pero no supe cómo. Ahora soy un papá luchón con tres hijos de distintos apellidos. Hablo mucho del acoso, pero mis dos hijos varones fueron concebidos con exalumnas. En mi defensa diré que la relación afectiva empezó después de haber terminado la relación profesional… ¿Es eso una defensa?

Cuando estaba en primaria, me acercaba a mis compañeritas para tocarles las pompis. Estaba tan malinformado de todo. En ese entonces, pensar que violaban a alguien parecía algo natural. Recuerdo que escuchábamos historias de la yumbina como un afrodisíaco muy potente, e incluso tenía un amigo que me decía que existían unos tubos que guardaban el esperma y que se lo metías a la chica y así no sabía quién la había embarazado. Sí, suena absurdo, pero eran los cuentos que nos formaron.

No tengo porque demostrar nada a nadie. Pero tuve que platicar con mi hijo Renetukis, una charla que me hizo decirle que siempre le he dicho que sea valiente, que no sea indiferente a la violencia, que el silencio lo hace cómplice y que yo soy un ser imperfecto que no siempre cumple lo que pregona.

He guardado silencio ante acosadores. ¿Por qué? Por qué no tengo evidencias concretas… claro, el acoso no es a la vista de toda la gente, son esas situaciones sutiles. ¿Pudo ser malinterpretada la situación? Claro, pero también a mi edad ya llevamos décadas de conocernos y sabemos de lo que somos capaces. ¿Me consta? No… Lo peor es que no sé si por eso me callo o porque me resisto a pensar que… que soy un cobarde.

¿Silencios? Muchos.

Recuerdo el caso de ese doctor que acosaba a jovencitos en los baños de Soriana, pero al morir nadie recordó que era un acosador de menores y hablaban de sus aportes a la ciudad. Le retire la palabra, pero todavía no me atrevo a decir su nombre. ¿Por qué?

Recuerdo un joven psicólogo que fue denunciado por tocar indebidamente a una menor. Él fue despedido de la asociación en la que trabajaba. El caso fue silenciado para evitar afectar reputaciones. Él me dijo que quería clarificar todo para demostrar su inocencia. ¿Yo? Guardé silencio.

Recuerdo a otro que me reclamo que le diera un mensaje de apoyo a su ex, año y medio y una orden de restricción después de que habían terminado. Sí, seguía inventando perfiles en redes sociales para ver qué hacía su ex… me dejó claro que sí era un acosador cuando me reclamaba que dijera palabras tontas como ánimo, sigue adelante, no es fácil… que ahora al escribirlas me más inútiles que de ánimo. Pero tuvo que morir, para que yo pudiera decir, sí era un acosador, y aun así no me atrevo a decir su nombre.

Este lunes pasé por Rectoría de la UACJ, había un tendedero de denuncias. Le platiqué a Renetukis y le pregunté si sabía lo que era. Su respuesta fue que el nombre era demasiado literal “tendedero de denuncias”. Tiene razón.

Le comenté que conocía personas que ahí denunciaban por acoso. Pero no me atrevía a decir nada. ¿Por qué? Porque somos amigos, tal vez porque no tengo pruebas, ¿por qué habría de tenerlas?

¿Qué es un amigo? No lo sé, alguien que te de gusto que exista. ¿Me da gusto que exista un acosador? No, esa parte no, pero otras sí. ¿Serán realmente mis amigos? No lo sé, tal vez si lo fueran podría decirles, “ya wey, deja de estar de calenturiento y de acosar morras”. Ahora que lo escribo recuerdo que alguna vez lo hice, pero por lo visto sin resultado alguno.

¿Tengo pruebas de que estos “presuntos” casos de acoso sean reales? No, pero son décadas de conocernos, sabemos de lo que somos capaces… ¿o no?

Sí, denuncias de acoso ha habido muchas, es común que se oculten o evadan. En mi último matrimonio bromeábamos diciendo que debería acosar a alguien para que me dieran un año sabático, así lo hicieron con el que acosaba menores en los baños, por ejemplo.

El silencio nos hace cómplices, pero también es cierto que solo gritar no siempre clarifica las cosas.

Por ejemplo y de nuevo no me atrevo a decir nombres. W se queja de que X la acosó. X trabaja con Y que es una mujer que lucha por los derechos de las mujeres, pero no dice nada por no tener evidencia al respecto. W considera que Y es cómplice de X y se enoja. Pero a su vez W es acusada de haber violentado a personas que enfrentaban problemas de violencia de género. Me lo dijo B que fue víctima de estos actos de violencia.

¿Yo? Yo le hablo a W, X, Y y B… Nada me consta y al parecer todos podemos ser culpables como en la tercera parte del Ciempiés Humano de Tom Six.

Todo lo anterior se lo contaba a mi hijo, no con un tono aleccionador. Tal vez queriendo decirle que soy un hombre con defectos y algunos terribles.

Hijo, soy cobarde y cómplice de muchos actos indebidos, le dije no sé si tratando de expiar mis culpas.

Papá, respondió, nadie es perfecto, has hecho muchas cosas, pero no puedes con todo.

Sus palabras me tranquilizaron, pero debo decir que crecí en un mundo distinto al de ellos. Me enseñaron diferente e ir cambiando me ha ido costando y al parecer muchas veces no lo he hecho bien. Pero quiero que mis hijos e hija construyan sus relaciones de manera distinta, para que no tengan que contener los silencios… que tanto me cuestan y que hasta la fecha no he podido gritar.

Le dije a Renetukis que este mundo parece un baile entre ángeles y demonios y todos nosotros tenemos estos puntos medios, entre el bien y el mal.

Sí, pero son más demonios, dijo él. Pero si buscamos podemos encontrar algunos ángeles, mentí.

jhiiio@hotmail.com

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